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íñigo Errejón durante la presentación esta semana de Mas País. :: HOY
Huérfanos de Errejón

Huérfanos de Errejón

El promotor de Más País representaba la transversalidad que aupó al primer Podemos, pero que sus dirigentes ven ahora como una forma de ser complaciente con los poderosos

Pablo Calvo

Cáceres

Domingo, 29 de septiembre 2019, 09:38

Los estrategas de la política han decidido que Más País, la nueva formación en el tablero electoral encabezada por Íñigo Errejón, no incluya de verdad a todo el país, solo a determinadas provincias como si fuera el trazado de la Vuelta Ciclista a España, buscando electores de izquierda capaces de garantizarles un escaño en el Congreso de los Diputados. Ya sé que la ley D'hondt estrangula a los partidos y que la lógica electoral recomienda ese camino, pero a mí me sigue sin gustar que el marketing, el tacticismo y los gurús de despacho se impongan a lo que debería ser una opción política plena, con la difusión de propuestas e ideas y a la libre capacidad del ciudadano para elegir aquella papeleta que más coincida con su pensamiento.

Fue el propio Errejón quien acuñó aquello de la competencia virtuosa con el PSOE cuando tuvo que definir el tipo de relación que debía tener Podemos con los socialistas, pero de momento ya ha renunciado a competir. Ytiene su lógica, ya digo, porque Más País no aspiran a superar al PSOE, sino a ayudarles a gobernar.

El nuevo partido eligió esta semana un local de UGT para su presentación oficial, igual que hiciera el Partido Democrático de la Nueva Izquierda, la formación promovida por Diego López Garrido y Cristina Almeida cuando se cansaron de la ortodoxia iluminada de Julio Anguita y buscaron convertirse en el punto de encuentro, en lugar de la confrontación diaria, entre el PSOE de entonces y la Izquierda Unida de los mejores resultados electorales que haya tenido.

Cuando se escucha a Errejón explicar las razones de su salto electoral, como decir que se pone al servicio de un gobierno progresista, es inevitable pensar en las similitudes de ambos partidos, aquel Nueva Izquierda y el bienintencionado Más País, y es inevitable recordar también que el primero quedó engullido al poco por el PSOE.

Hasta el momento, los que han imaginado que en nuestro país, con minúscula, existe un espacio justo a la izquierda de la socialdemocracia han fracasado (el último, el partido Actúa de Gaspar Llamazares y Baltasar Garzón). Sin embargo, no hay que olvidar que lo que más atrajo en un primer momento a los seguidores de Podemos, cuando llegó a encabezar las encuestas del CIS, fue su inicial carácter transversal, capaz de captar al mismo tiempo la simpatía de los obreros y de los profesionales liberales, la pequeña burguesía urbana cansada del bipartidismo.

Errejón representó en su día esa transversalidad que fracasó en Vistalegre 2, donde vencieron quienes ven esa postura como una actitud complaciente e impropia de lo que debe ser una verdadera izquierda frente a los poderosos. Por ejemplo, con aquellos que han logrado que Carmena diera luz verde a la Operación Chamartín, la recalificación urbanística del norte de Madrid que Podemos ha llevado a los tribunales.

Pero que los extremeños quedemos huérfanos del nicho electoral de Errejón tampoco será tan grave si pensamos que a la mitad del electorado le da exactamente igual. Son aquellos votantes que se inclinan por las formaciones de centro derecha y para los que Errejón ya no representa aquella transversalidad primera, sino el amigo preferente de Sánchez.

Y en la otra mitad, de momento, tampoco parece tener demasiados adeptos. A día de hoy son pocos los que se confiesan errejonistas en la región. Si algo ha caracterizado a los dirigentes extremeños de Unidas Podemos ha sido por seguir sin matices las posiciones oficialistas dentro de la formación. No se han significado ni por llamar la atención ni por llevar la contraria a las propuestas de Pablo Iglesias, y no consta que Errejón haya recibido en el pasado gran parte de su cariño.

Veremos de aquí en adelante su impacto en el tablero electoral de Extremadura, lo cual dependerá de los resultados del 10 de noviembre y de cómo los interpreten las bases, si aprietan las filas o hay desbandada hacia Más País. Veremos si realmente hay ese espacio que Errejón reclama. Pero me temo que con el tiempo, a la izquierda del PSOE volverá a quedar de verdad una sola papeleta, un solo partido, que será el de Íñigo o el de Pablo.

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