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El segundo jarramplas de la mañana se llama Álvaro Gutiérrez, y al llegar hasta el punto final de su salida, se quita la máscara. Aparece entonces un rostro salpicado de restos de nabos. De nabos húmedos, porque no ha dejado de llover en toda la mañana. Da lo mismo. Ni el agua ni el frío que siempre hace en Piornal en enero, unos años más y otros menos pero siempre frío, son motivos suficientes para frenar la fiesta. Jarramplas sale sí o sí. El 19 de enero y el día 20. Llueva, truene o nieve. Ha sido, es y será siempre así.
La localidad cacereña volvió a vivir este viernes la previa de su fiesta grande, la que le ha dado fama a nivel nacional e incluso internacional. Un festejo que los vecinos de Piornal –el municipio más alto de Extremadura, a 1.176 metros– viven de forma especial, más emocionados que los foráneos, con la intensidad propia de quien lleva un año entero esperando a que llegue el día.
Mucho más, en concreto una década y media, llevaban aguardando su turno Álvaro Gutiérrez y su primo Sergio Rodríguez, los dos piornalegos que este año encarnan la figura de ese personaje al que el pueblo castiga porque representa el mal. «Álvaro y yo nos llevamos dos meses, somos inseparables, llevamos toda la vida juntos», cuenta Sergio, que fue el primer en salir a recibir nabazos este viernes.
Las nueve menos veinte de la mañana eran cuando el joven agricultor puso el pie en la calle, soportando los 50 kilos que pesa el traje, forrado de cintas de mil colores, y con la cabeza coronada por una máscara cónica de fibra de vidrio, adornada con cuernos, dientes enormes, nariz y colmillos, y una crin de caballo en lo más alto.
«No me ha dolido nada», asegura el jarramplas ya vestido de calle. «Algún nabo sientes cuando te da, sabes dónde te ha dado, pero dolor no he notado. Me he mirado en el espejo a ver si tenía magulladuras, porque con la euforia puedes creer que no tienes moratones y sí los tienes. Pero qué va, nada, no tengo ninguno, ha ido todo muy bien».
Ni él ni su primo volverán a salir ya este viernes. Se reservan para el sábado, día de san Sebastián, el patrón local. En realidad, todo lo que ocurre el día 19 es un ensayo de cara al día 20. «Sales el 19 para probarte el traje y comprobar que todo está bien, y por quitarte el gusanillo», cuenta Sergio Rodríguez, que se apuntó con Álvaro hace ya casi 16 años. «Estábamos un día el grupo de amigos, en la peña –recuerda–, y dijimos que queríamos apuntarnos de jarramplas, que quién quería ser mayordomo, y todos dijeron que querían, así que nos apuntamos».
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Los casi 16 años que han esperado él y su primo son pocos en comparación con lo que tendrán que aguardar quienes se apunten ahora. Porque la lista de espera llega ya hasta el año 2053. O sea, casi tres décadas de paciencia para llegado el momento, recorrer las calles del pueblo con el traje, y las cachiporras en las manos para tocar el tamboril, animando a los vecinos a que les lancen nabos. Y estos aceptan encantados. Entre los más jóvenes hay quien lanza con furia, incluso saltando para coger impulso. Les tiran nabos tan grandes y pesados que hay que coger con las dos manos. Los cogen de las pequeñas montañas situadas en puntos estratégicos de la localidad, que se encargan de ir reponiendo dos jóvenes en una ratona con la pala cargada de esos misiles de huerta.
Sergio y Álvaro repetirán este sábado. Este viernes salieron ellos dos y una quincena o veintena de vecinos más. Pero el sábado se reserva para ellos. Nadie más se pondrá el traje. Sergio estará toda la mañana recorriendo el pueblo y Álvaro estará un rato también, y por la tarde será al revés. Cuando acaben y se quiten el traje, ya en casa, tendrán, seguramente, algún cardenal. Y les dará igual, porque seguramente tendrán claro que les ha merecido la pena.
En todo momento, tendrán la ayuda de los mayordomos, un equipo formado habitualmente por familiares y amigos de los protagonistas, que se encarga de atenderles a ellos y de preparar la fiesta, lo que incluye sufragar muchos de sus gastos. Este año se han comprado 33.000 kilos de nabos, algunos adquiridos fuera de Extremadura porque la cosecha regional no ha dado el rendimiento suficiente. En concreto, se han comprado en Castilla y León y en Portugal, según explicó el alcalde de la localidad esta semana, durante la presentación de la fiesta en Cáceres, junto al presidente de la Diputación Provincial.
Las citas este sábado son a las 10.30, las 16 y las 16.30 horas. Habrá más turistas, seguro, gracias principalmente a que el calendario ha querido que San Sebastián, el patrón local, caiga en fin de semana. Un ingrediente más para un festejo consolidado, que tiene el título de Fiesta de Interés Turístico Nacional y que los vecinos del municipio tienen marcado en rojo en su calendario particular.
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