Poco más de una semana lleva José Burgos (25 años) en Badajoz. Las primeras noches las pasó en la calle, pero ya lleva varias jornadas ... en el albergue ubicado en la calle Bravo Murillo, en el Casco Antiguo.
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Hasta hace unas semanas tenía un empleo y una vivienda. En Madrid. «Me quedé sin trabajo y en mes y medio me he visto en la calle», explica este joven, que se ha separado y es padre de una niña pequeña. «Al cumplir los 25 años he perdido la prestación de orfandad y la madre de mi hija me pide dinero», añade sobre su situación actual.
Él ha llegado a Badajoz tras pasar por varios centros de acogida de Castilla y León. «También estuve en Mérida», repasa Burgos, que acude a comer al comedor social que gestionan las Hijas de la Caridad en Martín Cansado.
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Es, con diferencia, el más joven en la cola de personas que, pasadas las 12.30 horas, esperan a que abran las puertas. «No es duro venir aquí a comer, es lo siguiente», dice. «Yo soy de Málaga y aquí no me conoce nadie, pero es muy difícil para los que sí son de aquí, porque luego la gente te ve y se habla», señala.
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Por eso, Burgos ve positivo que existan ayudas económicas, como la que se plantea con las tarjetas monedero, que permitan autonomía a la hora de hacer la compra. «Por lo menos hasta que la gente pueda encontrar un empleo», apostilla.
Este nuevo modelo para paliar situaciones de necesidad económica está reservado para familias con hijos a las que se dotará de dinero para comprar y que eviten los repartos de productos.
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