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María, la amante de los animales

María, la amante de los animales

La mujer asesinada el viernes estaba viuda y también había vivido en Jarandilla

ana magro/lucio poves

Zafra

Martes, 4 de febrero 2020, 08:31

El entorno más cercano de María Soledad Sánchez, víctima del crimen ocurrido en Zafra el pasado viernes, 31 de enero, aún no se cree el fatal desenlace de esta madrileña de 59 años, muerta presuntamente a manos de su casero, que la golpeó en varias ocasiones con una palanca de hierro por causas todavía desconocidas.

«Era un ángel, amante de los animales y la naturaleza, que inspiraba paz y tranquilidad, una persona trabajadora, muy educada y de palabra». Así la describe una amiga muy cercana a la mujer muerta. También sus vecinos han querido contar a este periódico cómo era María, que hace unos cinco meses llegaba a Zafra desde Jarandilla de la Vera.

En la localidad verata había estado viviendo en una finca también rodeada de animales, pero decidió mudarse buscando unas mejores condiciones. Había vivido en otros puntos de España, «y nunca tuvo problemas», aseguran sus amistades.

María llegó a Zafra tras poner un anuncio en Internet en el que buscaba una finca donde vivir con sus animales a cambio de mantenerla. Entonces, Manuel Martín contactó con ella y le ofreció su terreno en el municipio segedano, situado en el paraje conocido como Huerta de Belén. La visitó animada por su propietario. «Para ella no estaba en las mejores condiciones, pero se comprometió, con un contrato en precario, a modo de cesión que incluía además de la utilización de la casa, suministros y la alimentación de sus animales. A cambio, y para vivir allí sin tener que pagar alquiler, ella se hacía cargo del mantenimiento de la finca y de los animales que ya se encontraban allí», explica una persona cercana a la víctima. «Ella se había dejado la piel en esa finca», subraya. El contrato finalizaba el próximo 10 de marzo.

María procedía de Madrid y había enviudado muy joven, por lo que cobraba una pequeña pensión. Era madre de dos hijos con los que tenía una estrecha relación, aunque uno de ellos se encuentra viviendo en el extranjero y otro reside en Madrid. Pertenecía a una familia numerosa, de ocho hermanos. Tres de ellos se desplazaron hasta Zafra al conocerse el suceso. Su madre aún vive. «Son una familia muy unida y todos ellos comprendieron y respetaron que ella quisiera cambiar su vida y hacer lo que realmente le gustaba: vivir tranquila, rodeada de naturaleza y animales», explican desde su entorno de amistades. «Tenía su trabajo y familia en Madrid, pero decidió cambiar de vida, y todos lo respetaron», subrayan.

Su carácter independiente y su amor por los animales hicieron que se dedicara en cuerpo y alma a su cuidado y protección. Su deseo, en cualquier caso, era llegar a Málaga, donde decía «estaba el clima que más beneficiaba a su salud». María tenía problemas de huesos, pero de momento no había encontrado nada por esa zona. Sin embargo, sí parecía decidida a dejar la finca de Zafra. En unas semanas tenía previsto trasladarse a Talavera de la Reina, a unas caballerizas donde trabajaría y cuidaría de los animales a cambio de estancia, y ya estaba viendo la manera de transportarlos.

«La mayoría de los que acogía eran ya muy mayores». María estaba rodeada de un burro y un caballo, perros, gatos, un agaporni, gallinas y cerdos, entre otros. Muchos de ellos ya han sido recogidos por protectoras, otros se los ha quedado su familia. La víctima también se había hecho cargo del cuidado de otros animales que ya había en la finca antes de su llegada, entre ellos un potro y una yegua.

Las plantas eran otras de sus grandes pasiones, ella misma fabricaba cosméticos naturales a partir de ellas: cremas, jabones, perfumes, labiales, ungüentos…, incluso tenía su propio blog.

«María nunca se vino abajo por nada, era una persona valiente que inspiraba confianza y tranquilidad y nunca quiso conflictos. Hasta el último día había cumplido con lo pactado, algo que no hicieron con ella. Se ha desvivido por ese campo y por los animales», finaliza una persona de su entorno que prefiere no identificarse.

Para los vecinos de Zafra que la conocieron, «era una mujer instruida y que hablaba un perfecto castellano con acento muy madrileño», y cuentan detalles que dejan claro su amor por los animales. «Fue ampliando el número. Tenía gallinas, un caballo, un burro, dos cerdos y varios perros entre ellos dos mastines. El caballo y el burro parece que estaban domesticados porque corrían tras ella cuando los llamaba por sus nombres igual que los mastines y el resto de los perros».

El cuerpo de María volvió el pasado sábado a Madrid. Hasta Badajoz se desplazaron sus familiares, desolados, para acompañarla en el triste camino de vuelta a la capital, donde su familia y amigos la despidieron este pasado domingo.

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