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La universal soprano Montserrat Caballé, fallecida esta madrugada a los 85 años, fue durante unos años una figura muy ligada a Extremadura, especialmente a finales de los ochenta y principios de los noventa. Actuó en varias ocasiones en el Festival de Mérida y fue la primera mujer galardonada con la Medalla de Extremadura. Recibió la más alta distinción de la comunidad en 1989, tres años después de su creación por el gobierno de Rodríguez Ibarra.
La diva del bel canto se estrenó en la capital autonómica en 1988 en un homenaje al poeta gaditano Rafael Alberti. También participaron en el tributo Nuria Espert y Francisco Rabal, además de otros muchos amigos del poeta de la Generación del 27.
Un año después, la artista lírica de fama mundial volvió a Mérida para protagonizar 'Medea' junto al tenor José Carreras y la mezzosoprano Elena Obraztsova. La cita supuso el regreso de Carreras a la ópera después de la leucemia que le diagnosticaron en 1987. El día del ensayo general se alcanzaron en la ciudad los 51 grados y las entradas llegaron a las 100.000 pesetas en la reventa, informaba El País un día antes del estreno.
Llegado el gran día, la catalana universal deslumbró al público con una «apoteósica actuación», según rezaba la crónica de este diario. La reina Sofía y la princesa Irene de Grecia asistieron a la última representación. Una función que tuvo lugar el 30 de julio con un lleno absoluto en el graderío.
Ese mismo verano, el 8 de septiembre, la cantante recibía la Medalla de Extremadura por su «promoción de la región» y su defensa a ultranza de lo extremeño. En aquella época la diva mantenía un idilio con la región y la Junta incluso promovió un viaje de la soprano a Los Ángeles para potenciar los contactos comerciales.
Rodríguez Ibarra le anunció el renococimiento en un acto público poco antes del estreno de 'Medea' y ella respondió agradecida: «Muchas gracias por hacerme sentir extremeña». El decreto de la Junta que plasmaba el galardón decía literalmente que la soprano había puesto «su nombre y fama universal, por voluntad propia, al servicio de los intereses generales de Extremadura». Por su parte, llegó a decir que Extremadura era su «segunda patria chica» y aludió a Mérida como «una atracción fatal».
La soprano regresó al año siguiente a la región, como estrella de la 36º edición del Festival de Mérida. El 14 de julio se estrenó 'Herodiade', de Luigi Cherubini, con otra esperada actuación junto a José Carreras. Las 3.200 personas que llenaban el Teatro Romano, entre las que se encontraba en bloque el gobierno de la Junta, aplaudieron a rabiar. Al término de la actuación, a las dos de la madrugada, el ministro de Interior, José Barrionuevo, se acercó al camerino de Carreras para felicitarle. «Ha quedado fantástico, enhorabuena». La taquilla del teatro cerró aquella noche con 30 millones de pesetas .
Días después, para la segunda representación, la catalana llegaba al Teatro Romano con muletas, tras el percance sufrido en el Anfiteatro romano un día después del estreno. Ella y otras siete personas, entre ellas su esposo y su hijo, resultaron heridos en un accidente ocurrido al desplomarse la plataforma desde la que asistían al estreno del ballet de Prokofieff 'Romeo y Julieta'. La obra interpretada por la Joven Orquesta Filarmónica germano-soviética, dirigida por Mstislav Rostropovich, y el ballet Stanislavski de Moscú.
El accidente se produjo cuando una plancha de unos cuatro metros cuadrados sobre la que estaba colocada la soprano, y que formaba parte de una plataforma apoyada sobre estructura tubular, se desplomó cayendo al foso. Monserrat Caballé se encontraba junto a su marido, su hijo, su hermano Carlos y su sobrina Montse. José Carreras también se encontraba cerca de la cantante, pero no llegó a caer, e incluso, pudo agarrar a una mujer que estuvo a punto de precipitarse al foso, según informó la agencia EFE. La cantante, que llegó a poner una demanda por el incidente, declaró al diario El País que el accidente de Mérida fue minimizado «por razones que convenían a alguien».
En 2001 la artista volvía a pasar por Extremadura. Las monjas del Convento de Santa Ana de Badajoz recibían una visita «improvisada» en la que la Caballé les trasmitió «su cariño y sencillez, con risas y cantos».
Diecisiete años después de su última actuación en el Teatro Romano, el público extremeño volvía a rendirse ante la prodigiosa voz de Caballé, que en esta ocasión se subió al escenario acompañada por su hija Montserrat Martí y el tenor Albert Montserrat. Ofrecieron un recital con motivo del Año Jubilar Guadalupense, conmemorativo del centenario de la proclamación de la Virgen de Guadalupe como patrona de Extremadura. El recital repasó óperas francesas, románticas e italianas e incluso piezas de zarzuela española. Se oyeron fragmentos de Bellini, Donizetti, Puccini, entre otros.
Su hija aclaró entonces que su madre no había vuelto a actuar en Mérida, no por el accidente de 1990, sino «porque no se había terciado».
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