Montaña Pallés tiene 87 años y desde hace cinco, cuando falleció su marido, vive sola en un piso de Cáceres. Una empleada de hogar hace las tareas en su casa, mientras ella va a misa, al supermercado o a la farmacia. «Por la mañana ... estoy entretenida y por las tardes vienen a visitarme mis hijas casi todos los días o mis nietos», comenta. Tiene otros dos hijos, pero residen fuera de Extremadura.
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Su hermana, de 84 años, vive en el mismo bloque de pisos que ella y también suele verla casi todos los días. Además, dispone de un aparato de teleasistencia de Cruz Roja. Solo pulsando un botón, un equipo de profesionales operativo las 24 horas, los 365 días, le ayuda siempre que lo necesite. Y en caso de emergencia moviliza a familiares o personas de contacto, así como a ambulancias, policía o bomberos. «Una caída o cualquier cosa que me pase y vienen enseguida. Vale 37 euros al mes», detalla.
La realidad de Montaña es la de muchos extremeños que forman parte de una tendencia demográfica que va en aumento. Cada vez son más lo hogares en los que solo vive una persona.
137.606 Hogares unipersonales
En Extremadura hay 137.606 personas que viven solas, lo que supone casi un tercio del total de hogares.
En Extremadura son 137.606, según los últimos datos del INE relativos a 2024, lo que supone casi un tercio del total.
Es un número que evidencia la tendencia al alza que se lleva registrando durante la última década. En ese periodo las personas que viven solas se han incrementado un 30%, pues en 2014 eran 106.663.
Y la situación irá a más. «Vamos a vivir más años pero en más soledad. Posiblemente, lo más cercano que tengamos cuando lleguemos a los 80 sea un sobrino que vive a miles kilómetros de nuestra casa y por eso hay que crear una red para apoyarnos en nuestro entorno, nuestro barrio y nuestros vecinos», apunta José Ángel Palacios, portavoz de Grandes Amigos, una fundación a nivel estatal que trabaja en Extremadura y se basa en acompañar a personas mayores en riesgo o situación de soledad.
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Lo llevan haciendo desde 2003 y en los últimos años han observado sobre el terreno, en su día a día y con historias con nombres y apellidos, esta realidad. En 2039, las casas en las que solo vivirá una persona superarán las 184.000 en esta comunidad autónoma y el porcentaje alcanzará el 38%, según la encuesta de Proyección de Hogares del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Esta cifra situaría a la región como la tercera a nivel nacional con mayor porcentaje de hogares de una persona. Castilla y León (41,9 %) y Asturias (40,5 %) estarían a la cabeza.
Por su parte, Baleares sería la comunidad con menor porcentaje de hogares de una persona (28,9%), seguida de Murcia (29,5%) y Madrid (30,4%).
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Son datos que muestran que el incremento de la soledad no cesa en Extremadura, algo que también pasa en el resto del país. De hecho, casi ocho millones de personas vivirán solas en España en 2039, un 41,9% más que en la actualidad si se mantienen las tendencias demográficas actuales.
En cuanto a los municipios que más padecen la soledad, hay 24 de la provincia de Cáceres en los que el porcentaje de hogares en los que vive solo una persona supera el 50% del total. Los que tienen mayores porcentajes son Robledillo de Gata (66,7%), Gargüera (65,2%), Toril (64,0%) y Ladrillar (62,1%), mientras que en laprovincia de Badajoz Valle de Matamoros es el único que supera el 50%, con un 51,3%.
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Pero, qué razones están detrás de este imparable incremento de la soledad en Extremadura. «El envejecimiento de la población, el aumento del número de personas mayores que han perdido a su pareja, una tasa de natalidad de las más bajas de España, una mayor esperanza de vida, la despoblación y las dificultades para fijar en el territorio a jóvenes dan como resultado más personas mayores viviendo solas», apunta Carmen Marcos Pavo, jefa de Sección de Promoción de la Autonomía de Personas Mayores y Envejecimiento Activo de la Junta de Extremadura.
A ello se suma, según explica Marcos Pavo, que «los cambios en las normas sociales y los valores culturales han hecho que sea más aceptable socialmente que las personas vivan solas, en particular en las sociedades occidentales». Además, añade, «ha habido un aumento del individualismo y una disminución de la importancia de las estructuras familiares tradicionales, aunque esto aún en los países mediterráneos sea menos acusado».
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Carmen Marcos Pavo
Jefa de Sección de Promoción de la Autonomía de Personas Mayores y Envejecimiento Activo de la Junta de Extremadura
Según indica, «la soledad es un problema de salud pública, no solo por ser fuente de sufrimiento y por su influencia en la salud de las personas mayores, sino también por sus importantes repercusiones en el sistema sanitario y sociosanitario». De hecho, este asunto supone, tal y como detalla, «una prioridad en el Sepad» y su intervención pasa por «potenciar la autonomía de estas personas a través de actividades que favorezcan su socialización y que incluyan a personas que no presenten este mismo problema, así como la puesta a disposición de espacios y recursos donde puedan recibir apoyo emocional y acompañamiento».
Actualmente, la Junta cuenta con una serie de programas y servicios que trabajan en la prevención e intervención con personas en situación de soledad, como los 37 centros de mayores de los que dispone la región y que representan a más de 160.000 socios.
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A ellos se suma la teleasistencia y programas de acompañamiento a la soledad, de apoyo psicológico, de habilitación funcional o de estimulación cognitiva, entre otros muchos.
Junto a estos programas, el Sepad también está abordando, sobre todo en los últimos años, la formación y sensibilización a la soledad de los profesionales que trabajan con mayores.
Son ellos los que más sufren este problema, en muchos casos de forma silenciosa. Es más, casi la mitad de las personas que viven solas, el 43,6%, supera los 65 años, según el INE con datos de 2021, donde sí se detalla este asunto por grupos de edad.
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En ese grupo, la mayoría son mujeres. Por regla general, en esta comunidad autónoma sus maridos han fallecido y sus hijos trabajan fuera de la región, tal y como le sucede, en parte, a Montaña, que cuenta su situación con normalidad y muchos detalles. «Hablo mucho, pero es que tengo que aprovechar, que en mi casa hay momentos en los que estoy yo sola», dice sonriente esta amante de la literatura que ha recopilado en dos libros sus poemas. En cuanto puede, aprovecha para recitar una de sus creaciones. No es para menos, pues ha vendido 500 ejemplares cuya recaudación ha ido destinada a la organización benéficia Acisjf.
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