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El primer pecho de mujer que vi en mi vida pertenecía a una chica inglesa y lo vi en Francia. Dónde si no. Si lo ... hubiera visto en Cáceres, habría ido a confesarme. Pero como era un pecho inglés y la visión era francesa, no lo consideré pecado, aunque con el paso del tiempo considero que fue el pecado más mortal de mi vida, una visión tan emocionante que no la he olvidado jamás.
Aquel momento iniciático fue breve, pero intenso, una especie de resplandor adolescente, un fulgor que brilló durante una clase de francés en Clermont Ferrand. Fue un instante que perdura en mi memoria en compañía de media docena de momentos estelares. Me gustaría haberme quedado para siempre con el momento de mi graduación o con el sí quiero de mi boda. Pero no, la memoria es caprichosa y frívola y ha preferido quedarse con ese pecho británico o con el bocadillo de calamares que me trajo mi padre tras hacer un examen para una beca a los 11 años.
Estímulos eróticos y gastronómicos... La memoria no engaña y va por libre, no admite educación ni censura: escoge los recuerdos que le da la gana. Podemos ponernos estupendos y trascendentes, buscar recuerdos más respetables, menos primarios, pero la condición humana es como es y reacciona como le parece.
Evidentemente, los tiempos cambian y hoy nadie interpreta la visión de un pecho con un resplandor fulgurante ni se siente el niño más importante del mundo porque su padre le traiga un bocadillo de calamares. Supongo que los estímulos gastronómicos empiezan de Atrio hacia arriba y en cuanto a los estímulos eróticos, he de reconocer que no tengo la menor idea sobre la experiencia equivalente a la visión de un pecho en los años 70, aunque me temo cualquier extravagancia.
Para entender la trascendencia de mi visión, hay que recordar que en los 70, cuando gobernaba un dictador golpista que, ahora lo hemos descubierto, ni era dictador ni lo suyo fue un golpe de estado... En los 70, digo, con los pechos femeninos pasaba en España lo mismo que sucede hoy en Instagram: si son de mujer, se censuran los pezones, pero si son de hombre, se muestran en toda su protuberancia. Aquí no hubiera sucedido lo que me pasó en Francia porque en España estábamos más protegidos. Aquí, los golpes de estado se daban para salvarnos y los pechos se escondían con el mismo fin.
Después llegó la democracia y vivimos un tiempo de libertad corporal, cultural, social... Hasta ahora, cuando, además de la censura de los pechos femeninos en las redes sociales, solo los femeninos, se censura todo lo que transgreda. El caso de la prohibición del cartel de Zahara en Toledo es significativo. Por cierto, canta en Cáceres este sábado. Hace pocos años, cuando los valores culturales de la ultraderecha no marcaban la agenda política, el extremeño Robe Iniesta salía en carteles y portadas vestido como un Cristo con dos pistolas, la actriz Uma Thurman se vestía de virgen en un bar cofrade de Sevilla, el presentador Jesús Vázquez aparecía ataviado como Jesucristo en la portada de la revista Zero... Y no pasaba nada.
Creemos que la libertad, una vez conseguida, ya no se pierde, pero no es así. Hay que mantenerse alerta o retornará el tiempo de los cuerpos prohibidos, cuando un pecho era pecado mortal y en el escaparate de la tienda Artés de la calle Menacho, que luego se trasladó a La Soledad, se expuso el cuadro 'Mujer desperezándose', turbador y singular desnudo pintado por Julián de Campos. Unos mozos comentaron la belleza de la dama y un alguacil ordenó retirar el cuadro para evitar la concupiscencia.
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