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El reconocimiento facial es una técnica que ya no tiene marcha atrás y estará cada vez más presente. Hasta hace poco solo se veía en ... películas de ciencia ficción, pero en la Universidad de Extremadura (UEx) ya hay puertas que se abren al reconocer la cara de una persona previamente autorizada. Existe en el laboratorio DronLab de la Escuela de Ingenierías Industriales, en el campus de Badajoz. Desde allí, la alumna Carmen Lobato, matriculada en cuarto curso de Ingeniería Mecánica, ha presentado este mes de febrero su trabajo de fin de grado titulado 'Desarrollo de un sistema de reconocimiento facial para la apertura de puertas de forma automática', investigación tutelada por el profesor José Luis Herrero.
Según explica la estudiante, «esta posibilidad ya existe en algunas empresas, pero no está muy extendida. Algunos móviles también dan la opción de desbloquearlos con la cara, pero hay mucho margen de perfeccionamiento. En el sistema que yo he desarrollado no pasa nada por dejarse barba, llevar gorra o gafas porque se centra en la forma y posición de ojos, nariz y boca. Ni el pelo ni el maquillaje afecta, la cámara solo ve la características biométricas de la cara», explica esta alumna cuyo proyecto, iniciado en octubre, tiene una parte de software que se encarga del reconocimiento facial y otra de hardware que se encarga de abrir la puerta y transmitir la imagen.
Ella suele acudir a los seminarios que organiza el profesor Herrero, del Departamento de Sistemas Informáticos y Telemáticos, y cuando escuchó uno que versaba sobre Inteligencia Artificial le pareció interesante aplicarla al reconocimiento facial. No solo porque cree que tendrá múltiples aplicaciones en el futuro sino porque el coste era mínimo, explica desde el DronLab, una sala de la primera planta de la escuela de Industriales rodeada de drones que muchos casos requieren una financiación más alta. En su caso, la cámara, la carcasa realizada con una impresora 3D y el relé de la puerta apenas han costado más de cinco euros.
Lo siguiente, dice, fue aprender nuevos lenguajes. «Investigué sobre los sistemas de reconocimiento que había, en 'matching learning' (IA) y un montón de programas de lenguaje para saber cuál sería el más eficiente porque había varias maneras de hacerlo».
Según explica el profesor Herrero, «ha tenido que aprender un lenguaje de programación nuevo como es el Python. Y aunque ella es de Ingeniería Mecánica ha tenido que aprender un poco de electrónica, pero aquí nos ayudamos unos a otros porque esto es un grupo de trabajo. Además, ha aprendido a usar una impresora 3D para hacer la pieza específica y después comunicar todo esto con el sistema de reconocimiento para decirle a la cerradura inteligente que abra».
La primera vez que se abrió la puerta hubo un aplauso. Fue a principios de enero después de preparar el sistema en casa y traerlo a la universidad. En escanear una cara se tarda menos de un minuto y en este prototipo que no descartan ampliar a más estancias de la escuela de momento están registrados ella, el profesor y otro alumno más, los cuales han experimentado la sensación de que algún día las llaves serán algo del pasado.
«Con todo va pasando, por ejemplo los teléfonos fijos, y aunque siempre hay gente reacia a los cambios, lo tecnológico irá desbancando a lo tradicional porque te da más libertad ir sin llave. Y esto que suena tan futurista hoy ya podemos hacerlo en nuestra escuela», reflexiona Herrero.
En su opinión, el reconocimiento facial da para muchos debates y dilemas éticos, como plantearse qué hacer con quien no quiera ser reconocido.
En cuanto a aplicaciones derivadas del reconocimiento facial, este docente que ha puesto en marcha un laboratorio que a menudo experimenta con las posibilidades de los drones no puede evitar pensar en la combinación de ambos sistemas. «¿Imaginas combinar un proyecto de drones volando a baja altura con un sistema de reconocimiento de caras? Quien dice caras dice cualquier cosa. Por ejemplo, hacer un mantenimiento en los aerogeneradores de los parques eólicos, lo cual podría hacerse con un dron y una cámara de alta precisión. Y así muchas más aplicaciones en la vida real. La imaginación al poder», proclama José Luis Herrero.
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