Solo un 5% del total de los trabajadores que han reducido su jornada por cuidado de hijos en Extremadura son los padres. O lo que ... es lo mismo, en el 95% de las ocasiones que se adopta esta medida la solicitan las madres. Hoy es San José, el Día del Padre, una jornada para regalar manualidades y colonias, felicitar a los progenitores y también, por qué no, analizar el papel de los hombres en los cuidados, unos de los retos pendientes de la igualdad.
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Que el peso de la atención a los hijos aún recae mayoritariamente en las madres se sigue reflejando en la calle y en los números. Según los datos que proporciona la Junta de Extremadura, extraídos de la Encuesta de Población Activa (EPA), del total de los trabajadores de la región en el cuarto trimestre de 2022, 406.000, un 15 %, es decir, 62.600, lo hacen a tiempo parcial. Hay distintos motivos que justifican contar con un contrato de menos horas.
Eurostat, la oficina estadística de la Unión Europea, disecciona las causas que hay detrás de una jornada a tiempo parcial y las diferencias en función de si las desempeñan las mujeres o los hombres. En el caso de las primeras, los motivos de parcialidad en el tramo de 25 a 49 años son en primer lugar no haber podido trabajo a jornada completa (56%) y en el segundo el cuidado de niños o de adultos enfermos (23,2%).
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Si analizamos los motivos de parcialidad de los hombres en función de este estudio que puede consultarse en la web del Ministerio de Trabajo se ven a la perfección las diferencias. La primera causa es no encontrar trabajo a jornada completa (66,3%). El 7% señala como motivo seguir un curso. Un 3,9% alega los cuidados de hijos o familiares. Si llevamos estas cifras a la situación de Extremadura se aprecia claramente la enorme brecha que separa el mundo de las tareas en los hombres y en las mujeres.
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Del total de 12.605 trabajadores de ambos sexos que han recortado su jornada, 10.555 serían mujeres y 675 hombres, el 5,3%. Pese al enorme 'gap' y a que no es fácil encontrar en la calle hombres que se hayan acogido a esta medida de conciliación, la reducción de jornada ya no es una figura extraña, sino una fórmula relativamente común que sirve de comodín a muchas familias para organizar el intrincado puzzle de horarios que surge cuando hay niños y además se trabaja fuera.
Rocío Blanco Gregory
Socióloga
Todos los trabajadores independientemente de su sexo tienen derecho a la reducción de su jornada laboral para cuidar a un hijo menor de 12 años, con una disminución proporcional de su salario, tal y como regula el artículo 37.6 del Estatuto de los trabajadores. La disminución puede ser de al menos un octavo y como máximo la mitad de la duración de la jornada. Hasta 2013 el periodo en el que se podía mantener la reducción de jornada eran los ocho años, pero en este momento se amplió hasta los 12 para equiparar la medida a los trabajadores de la Administración.
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La reducción de jornada supone una rebaja en el salario del mismo porcentaje en que se reduzca el horario. Las consecuencias no afectan solo a la nómina, sino que condicionan también la cotización a la Seguridad Social y a posibles prestaciones futuras. Durante el tiempo en el que se extiende esta medida para la conciliación los empleados mantendrán su cotización al 100% durante los dos primeros años. El borrador de la ley de pensiones establece que serán los tres primeros años de la reducción de jornada los que cotizarán al 100%. La pérdida económica impacta más sobre las mujeres, al ser las que mayoritariamente optan por esta salida. Implicarse más en la crianza pasa factura.
Una situación parecida a la de las reducciones de jornada se produce con las excedencias por cuidado de hijos, una fórmula en la que el contrato queda suspendido pero se sigue manteniendo el puesto de trabajo. Según los últimos datos del Ministerio de Igualdad, del total de las excedencias solicitadas en Extremadura en 2021, solo el 10% fueron de padres (41), frente al 90% de madres (389). En 2005 esta cifra ascendía al 95%. Los avances son lentos.
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La profesora y doctora en Sociología de la UEx Rocío Blanco Gregory explica algunos de los motivos que están detrás de esta realidad. Ella atribuye a la mayor precariedad laboral a la que hacen frente las mujeres la creencia de que ellos, los padres, «arriesgan más» si deciden solicitar una reducción de jornada o una excedencia por cuidado de hijos. «Tienen mayor seguridad en los puestos de trabajo, mayor remuneración y mayor seguridad, por eso no arriesgan ese puesto, en cambio las mujeres tienen un salario más bajo, a veces incluso no trabajan o dejan de trabajar porque no les compensa», apunta Blanco Gregory. «Se piensa que el riesgo que corren es mínimo en comparación con los hombres». Apunta a que las dificultades se incrementan en los trabajadores de la empresa privada, con mayor inflexibilidad de horarios y peores condiciones en general.
¿Puede haber también una cuestión de prestigio social, está mal visto que un hombre aparque su profesión? «Desgraciadamente la mentalidad machista no ha terminado, se da por hecho de forma tradicional que el hombre es el que tiene que aportar económicamente o sustentar el hogar», apunta esta académica, que considera que pese a las dificultades, «las cosas están cambiando».
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