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Alberto Lombardo
Jueves, 13 de febrero 2025, 11:01
Durante los últimos años, el creciente aumento de temperaturas durante el invierno han traído consigo primaveras cada vez más adelantadas, y, por consiguiente, la prontía llegada de las plagas de procesionarias (Thaumetopoea pityocampa). Este fenómeno se localizaba, normalmente, entre los meses de marzo y abril, pero cada vez, es más común ver a estas orugas a orillas de algún pino en pleno mes de febrero.
Ante esta alteración, la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (Anecpla) ha recomendado a las Administraciones Locales incorporar campañas de prevención durante la temporada de otoño. Así lo ha subrayado el director general de (Anecpla), Jorge Galván, quien afirma que «una vez hemos comprobado que la plaga de procesionaria se está adelantando cada vez más, debido a los efectos del cambio climático, es indispensable que seamos nosotros quienes nos adelantemos a los peligros que esto puede llegar a ocasionar».
Asimismo, ha señalado que el «progresivo aumento de las restricciones legales, a nivel europeo, de los productos biocidas» que se venían aplicando para la gestión de esta plaga, es un factor a tener en cuenta para acelerar este proceso de prevención.
Desde Anecpla advierten de que el simple contacto con estas orugas puede causar desde dermatitis o lesiones oculares, hasta urticarias y reacciones alérgicas, debido a la liberación de histamina. Galván ha especificado que «ni siquiera es necesario el contacto directo con las orugas», pues «tan solo con el roce de uno de sus pelos, es suficiente para provocar irritaciones y alergias, especialmente si estos alcanzar los ojos».
Estos pelos reciben el nombre de tricoma y cada individuo posee alrededor de 500.000. Su peligrosidad reside, principalmente, en que los tricomas son lanzados como dardos envenenados, a modo de estrategia de defensa ante las alarmantes amenazas que detecten.
En el caso de los animales de compañía, especialmente, de los perros, este contacto puede llegar a provocar su muerte. El riesgo se incentiva con la tendencia de los caninos a olisquear, movidos por la curiosidad, y es ahí cuando las orugas aprovechan para arrojar sus tricomas sobre las narices u hocicos de las mascotas.
Los síntomas de picadura de procesionaria en los perros pueden ir desde inflamación, hasta picores intensos o excesiva salivación. También es común que, accidentalmente, puedan ser ingeridas por estos al lamerse sus patas a modo de alivio ante la irritación. En este caso, la ingestión puede desencadenar necrosis de lengua o garganta.
El Ayuntamiento de Cáceres, mediante la empresa concesionaria del mantenimiento de parques y jardines Talher, ya está llevando a cabo actuaciones de control frente a las plagas de procesionaria en la ciudad.
El concejal de Medio Ambiente, Pedro Murillo, ha explicado que apuestan por una gestión integrada en la que combinan distintas técnicas y métodos de control, «con el fin de realizar una gestión integrada y un uso sostenible de los productos fitosanitarios, tal y como marca la legislación vigente».
Los distntos métodos de control en los pinos afectados han sido: realización de técnicas de endoterapia, retirada física de nidos y su posterior eliminación, y colocación de trampas especialmente diseñadas para captura de la oruga.
Durante los meses de octubre y noviembre de 2024, se realizaron tratamientos de endoterapia en aquellos pinos que, por sus características, se consideró más adecuado el empleo de esta técnica. Consiste en la inyección de producto fitosanitario directamente en el sistema vascular de la planta, evitando así los tratamientos aéreos.
La retirada física de nidos de procesionaria que se producen en forma de bolsones en la parte alta del árbol, se ha realizado durante los meses de diciembre de 2024 y enero de 2025.
Durante el mes de enero de 2025, se han instalado trampas para la captura de orugas, que se colocan alrededor del tronco del árbol, a cierta altura, para que queden fuera del alcance de ciudadanos, y que interrumpan la bajada de la oruga al suelo.
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