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A. B. Hernández
Lunes, 24 de febrero 2025, 07:33
Dejó la escuela a los 14 años, pero antes de esa edad ya ayudaba a sus padres en las tareas del campo. «Después seguí haciéndolo, ... la realidad es que he trabajado durante toda mi vida y en distintos sectores, pero nunca he estado dada de alta en la Seguridad Social porque nunca he tenido un contrato de trabajo», afirma a sus 85 años.
Carmen Ovejero Ramo reside en la casa que antes fue de sus padres, donde ha vivido la mayor parte de su vida, y es receptora de una pensión no contributiva por jubilación desde los 60 años con la que ingresa 537 euros al mes.
«No pago hipoteca ni alquiler y con la pensión tengo para luz, agua, teléfono, comida..., los gastos habituales de una casa y así voy tirando, no me da para más pero me apaño, porque estoy acostumbrada a ello».
«De joven me fui a Barcelona a trabajar como otros de mis hermanos, yo fui a servir a una casa, pero al año regresé y ya me quedé en el pueblo para siempre», recuerda. «Mis padres necesitaban ayuda, cada vez más y decidí quedarme a cuidarlos». Ambos se murieron el mismo mes de agosto de 1994. Carmen tenía 44 años.
«Para entonces había trabajado en la recogida de aceitunas y también durante años en un almacén para seleccionarlas, en el que pasé mucho frío y en el que trabajé, como en la recogida, por un jornal diario». Nada de contrato. «Ni a mí ni a otras mujeres como yo. Tampoco lo pedimos, no íbamos a dar problemas, si no querías el trabajo había otras para ocupar tu puesto», dice.
Después de morir sus padres, comenzó a cuidar a otras personas mayores. «Eran familiares y me daban un dinero por ello y con eso fui tirando, porque nunca he sido de muchos gastos, siempre me he apañado con lo que tenía y ahora también lo hago».
Cuando los familiares a los que cuidaba también fallecieron, Carmen comenzó a confeccionar ropa para bebé, siempre se le ha dado bien la costura, y más tarde trabajó para una empresa de Salamanca que vendía muñecas típicas. «Yo elaboraba los vestiditos de charra, que llevaban mil abalorios».
En ambos casos fue un trabajo remunerado, pero en ninguno de los dos casos fue contratada. «En resumen, que nunca he cotizado, así que solo tenía derecho a una pensión no contributiva con la que voy tirando porque soy soltera y no hago ni un gasto extra, he puesto solo la calefacción en el salón». Aun así, esta vecina de 85 años considera que «sería bueno que los políticos se pusieran de acuerdo y miraran por quienes cobramos estas pensiones, son muy bajitas para vivir, en realidad dan para sobrevivir; de hecho, si yo necesitara ayuda, no sé cómo podría pagarla».
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