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Carta del director ·

En medio de un ecosistema informativo malversado por la moda de las redes sociales, en el que predomina la tendenciosidad, la exclusión, el maniqueísmo y la confrontación como regla, la opinión pública necesita foros creíbles

Sábado, 3 de marzo 2018, 23:06

Comencé a escribir estas cartas semanales en noviembre de 2009. Fui nombrado director en junio. Desde entonces, he procurado encontrarme con usted, estimado lector, todos los domingos. Le pido disculpas porque a veces no ha sido posible. Por el cansancio. Por alguna enfermedad. O, como la semana pasada, cuando se conoció internamente mi marcha a El Norte de Castilla –diario de Vocento líder en Castilla y León– y el nombramiento de Manuela Martín como directora del HOY: me fue imposible ordenar un pensamiento coherente, abrumado como estaba por la nostalgia y los afectos.

En esta casa, a la que llegué hace casi 16 años, he vivido grandes momentos profesionales y humanos, duras etapas laborales –de las que, por desgracia, es imposible salir indemne– y apasionantes episodios de la actualidad extremeña. Irse duele, cuesta, emociona, inquieta. Por mucho que en mi próximo destino, el periódico decano de la prensa española, uno que dirigieron figuras de la talla de Miguel Delibes o Jiménez Lozano, se abran nuevos y estimulantes desafíos. Duele, cuesta, emociona e inquieta porque aquí he tenido la suerte de trabajar con un gran equipo de personas, no solo de periodistas, sin cuya inmensa labor y compromiso nada de lo que haya podido justificar este relevo habría sido posible.

Un director no es nada, acaso una voz ridícula y errática, grotesca como el solista en una orquesta desafinada, sin la implicación de todos los profesionales que hacen posible la verdad del periodismo cada día, cada mañana, y a cada minuto. No lo es sin el abrigo de un grupo editor responsable y serio como Vocento. Y menos aún, sin el firme respaldo de un directivo de primera categoría como nuestro director general, Antonio Pitera Corraliza. Gracias. También a quienes, como colaboradores, anunciantes o, sencillamente, amigos del diario HOY siguen manteniendo vivo un proyecto editorial de 85 años de historia que, desde mi punto de vista, es crucial y lo será cada vez más para el futuro de esta región. Luego explicaré por qué. Por descontado, mi más hondo agradecimiento a nuestros suscriptores y clientes habituales en el kiosco. Ellos garantizan la autonomía de este medio de comunicación, que podamos cumplir con nuestro papel en definitiva. Y en fin, gracias a toda mi familia, a mi esposa muy especialmente. Por aguantarme y resistir. Julia, siempre has sido la mejor noticia que me ha dado la vida...

Antes dije que explicaría por qué considero el HOY un proyecto editorial relevante para el futuro de Extremadura. A lo largo de estos años cometí muchos errores, por los que ruego se me perdone. Pero también he tratado de defender nuestro papel como medio independiente, aun cuando nos equivocáramos. He puesto todo de mi parte para que, a pesar de duras dificultades económicas, las distintas áreas de la redacción se cohesionaran en un todo sólido, unido, animado por el compañerismo, la empatía y la colaboración, con el periodismo honesto y el interés general como únicos principios de inspiración. Y he propiciado que en nuestras páginas hubiese espacios para el mayor número de sensibilidades, voces y perspectivas, de modo que pudiesen reflejar con la máxima pluralidad y libertad el debate público predominante en cada momento.

Creo que por todas esas cosas y por el inmenso trabajo que hará a partir de ahora Manuela Martín, una extraordinaria persona y una profesional como la copa de un pino, el HOY será uno de los principales activos con los que los extremeños podremos afrontar los difíciles retos colectivos que nos depare el futuro. En medio de un ecosistema informativo malversado por la moda de las redes sociales, en el que predomina la tendenciosidad, la exclusión, el maniqueísmo y la confrontación como regla, la opinión pública necesita foros creíbles, realmente plurales. Lo cierto es que la pluralidad más provechosa para una comunidad no es que muchos medios digan cosas dispares, cada uno con su color, con su eslogan y su argumento, sino que exista al menos uno que dé cabida a todos esos colores, argumentos y convicciones. Para que el consenso tenga una oportunidad de unir de verdad. El consenso necesita plazas en las que encontrarse, no torreones desde los que dispararse. Ninguna sociedad desarrollada lo es sin al menos un medio de comunicación fuerte que reúna esas características. En contra del parecer de algunas elites, políticas o de otro tipo, que prefieren un paisaje con muchos medios pequeños, débiles y diversos, una sociedad democrática madura debería preocuparse por conservar uno al menos fuerte, capaz, profesional. Y plural. Por eso, quien fabule o especule con la idea de ver a este diario débil, pequeño o rendido, debería olvidarse. No sucederá. Porque la víctima sería la sociedad extremeña en su conjunto.

Nos seguiremos leyendo, viendo y escuchando. Ese es mi deseo.

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