Vecinos de Las Hurdes siguen la evolución del incendio que acabó arrasando 3.239 hectáreas en la comarca. hoy

«Urge actuar para evitar más 'superincendios'»

Los expertos coinciden en que la causa principal de los fuegos tan voraces en la región y el país es que tras décadas de éxodo rural, al monte le sobra combustible y le falta gestión

Domingo, 31 de julio 2022, 07:47

El desastre del tren y el de los incendios forestales. Son los dos asuntos que han capitalizado las conversaciones durante el mes de julio en Extremadura, lo mismo en despachos oficiales que en barras de bar o bancos de parques. El ferrocarril genera indignación y ... unanimidad, y los fuegos también lo primero pero no tanto lo segundo. ¿Por qué ocurren estos fuegos voraces que arrasan tantas hectáreas en tan poco tiempo, como los de Las Hurdes (3.239 hectáreas) o Monfragüe (2.755), los dos en la primera quincena de este mes? ¿Es porque el monte está sucio? ¿O la culpa es del cambio climático? ¿O es por la despoblación rural? Y al margen de culpables, ¿qué hay que hacer para cambiar esta situación? Responden a estas preguntas cinco expertos, todos relacionados directamente con los fuegos y el monte. Son opiniones discrepantes, pero en algunos puntos no tan diferentes como ellos creen.

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«Llevamos como poco dos décadas de retraso», sitúa José Javier Calvo del Solar, ingeniero técnico forestal por la Universidad de Extremadura, máster en incendios forestales por la Universidad de Lleida y miembro de Abofinex (Asociación de Bomberos Forestales de Incendios de Extremadura). «En los años 2002, 2003 y 2004 ya sufrimos incendios catastróficos que nos mostraron la dimensión del problema, los más graves en Las Hurdes y la zona de Valencia de Alcántara», recuerda el experto, que además trabaja en el plan Infoex como jefe del retén de Navaconcejo (Valle del Jerte).

«Los incendios que estamos sufriendo son fruto de una serie de elementos concatenados», explica Calvo, que cita «primero y ante todo, el abandono del medio agroforestal, que favorece la acumulación de combustible, y cada vez más». «La segunda causa –continúa–, es que ese combustible no se gestiona. Y por último está el cambio climático, que nos ha traído temperaturas más altas y veranos más largos, y que este año se está mostrando en todo su esplendor».

Fuegos inabordables

A la cuestión que él señala como motivo principal, el exceso de vegetación, le pone cifras Francisco Castañares, presidente de AEEFOR (Asociación Extremeña de Empresas Forestales y de Medioambiente) y exdirector general de Medioambiente de la Junta. «En una región como la nuestra, el monte crece a un ritmo de entre dos y cuatro toneladas de vegetación por hectárea y año –concreta–. Si no lo sacamos ni lo gestionamos ni dejamos que se queme en incendios de baja intensidad, se sigue acumulando y crece con una progresión geométrica: dos toneladas producen tres al año siguiente, que serán cuatro al siguiente, y así sucesivamente. Y si se declara un incendio en un monte con más de diez toneladas de combustible por hectárea, bastan de diez a veinte minutos para que quede fuera de capacidad de extinción».

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«La solución es extraer el exceso de combustible y aprovecharlo para energía»

francisco castañares

Asociación Extremeña de Empresas Forestales y de Medio Ambiente

En la comunidad hay muchos parajes naturales con hasta setenta toneladas de combustible por hectárea, asegura Castañares, que tiene claro que «los incendios forestales de ahora son mucho más intensos, destructivos e incontrolables que los de hace unos años, porque en el monte hay una cantidad de combustible acumulado como no lo ha habido en la historia, y cada año vamos a peor».

«La respuesta es sencilla», responde Fernando Pulido cuando se le pregunta por qué sufrimos fuegos tan voraces. «Para que haya grandes incendios tiene que haber grandes extensiones de vegetación en disposición de arder, porque sin leña no hay fuego», sitúa el profesor del Grado en Ingeniería Forestal y del Medio Natural de la Universidad de Extremadura, que se imparte en Plasencia. «Si hay grandes cantidades de combustible –sigue– debido al abandono de la actividad agraria en el monte o a la falta de gestión de este, el escenario está servido. Y si está especialmente seco por las condiciones climáticas, como es el caso de este verano, el proceso se acelera y se hace más drástico. Es una cuestión física, fácil de entender y que conviene asumir antes de hacer análisis sesudos».

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«El abandono rural es la clave»

«La pregunta de por qué tenemos estos fuegos no tiene una respuesta fácil, pero es patente que el abandono rural es un factor relevante», opina Iván Muñoz, decano territorial del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales y Graduados en Ingeniería Forestal y del Medio Natural.

O sea, cuatro voces (Calvo, Castañares, Pulido y Muñoz), y las cuatro citan el abandono rural y el exceso de combustible. «Deberíamos preguntarnos por qué se ha dado este abandono rural, y replantearnos las políticas que inciden sobre este fenómeno, que han fallado, porque si no lo hubieran hecho no estaríamos hablando de ello», añade Muñoz, que es coordinador de zona del Infoex en Las Hurdes. «No tendríamos este abandono rural si esas políticas forestales, agrarias o ganaderas hubieran mantenido en el centro a la persona», cree el decano extremeño, que se pregunta «por qué el nuevo hospital de Cáceres tiene una caldera de gas en vez de una de biomasa».

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«Es básico poner en valor los productos que salen del campo»

iván muñoz

Decano territorial del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales y Graduados en Ingeniería Forestal y del Medio Natural

Introduce el especialista otra de las palabras clave en este puzle del fuego, el monte, los pueblos y la política. Dice la Real Academia que la biomasa es «la materia orgánica originada en un proceso biológico, espontáneo o provocado, utilizable como fuente de energía». O sea, la vegetación que puebla los montes, por ejemplo.

«La ciencia a escala internacional –apunta Castañares– tiene asumido que la solución a este problema de los incendios que sufrimos es extraer el combustible del monte y aprovecharlo como energía». «La biomasa para calefacción o agua caliente sanitaria –sigue– es una energía eficiente y entre un 30% y un 35% más barata que las fuentes convencionales, pero no se usa porque hay una mentalidad política de que el monte no se toque».

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El caso de Monfragüe

«Monfragüe es un ejemplo paradigmático –continúa el presidente de AEEFOR, nacido, criado y con casa en esa zona–. Está el área de uso público, que básicamente es la que está junto a las carreteras que hay en el parque nacional, y luego están otras que casi nadie conoce porque no se pueden visitar. No se pueden mirar, no digamos ya tocar».

Él lleva años advirtiendo de que en el espacio más protegido de la región «hay pinares que son auténticos polvorines». «En cualquier momento puede arder el parque entero, en cuanto haya un incendio de los que queman miles de hectáreas a la hora», advierte Castañares.

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Personal del Infoex en el incendio que quemó 2.755 hectáreas en Monfragüe, 400 de ellas en el parque nacional. hoy

En su opinión, tras esta mentalidad de «no tocar el monte» está «una corriente ideológica que viene del mundo urbano y trata de imponer las directrices de ese mundo urbano en el mundo rural». «Se impone –concluye el empresario– una cultura ecológico-urbanita que de ecologista no tiene nada, y que no se enfaden los ecologistas de verdad, que hay muchos».

¿Y cómo se pueden evitar estos que los técnicos llaman incendios de sexta generación o 'superincendios'? «No hay soluciones a corto plazo», opina José Javier Calvo, que cree que «está fuera de lugar culpar de esta situación al ecologismo». No obstante, añade, «sí pecamos de un exceso de conservacionismo que nos impide entender que a veces, para conservar hay que asumir un cierto nivel de modificación del territorio», entiende el ingeniero y jefe de retén que habla en nombre de Abofinex.

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Los paisajes en mosaico

«La solución a medio plazo –cree él– pasa por gestionar el monte de forma integral, es decir, implicando a administración, propietarios de terrenos, cazadores, pescadores... El objetivo debe ser conseguir un monte que dé rendimientos económicos, porque cuando es así, raramente se quema». La propuesta «más interesante en este sentido, por no decir la única que ha habido», acaba Calvo, es el proyecto Mosaico.

Esta iniciativa arrancó tras el incendio de agosto de 2015 que quemó 7.833 hectáreas en la Sierra de Gata, y defiende un cambio en la gestión del territorio. Busca reducir el riesgo de incendio forestal introduciendo en el paisaje parcelas cultivadas, lo que implica fomentar la agricultura y la ganadería, yendo de la mano de los vecinos de los pueblos o nuevos emprendedores rurales. Así se logra interrumpir las grandes masas forestales y devolverle al monte la vida y el valor económico que ha perdido. Su director fue Fernando Pulido.

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«Los bomberos te lo dicen: necesitan paisajes que les ayuden a apagar fuegos»

fernando pulido

Profesor de la Universidad de Extremadura

«El mosaico es el paisaje que teníamos antes de que ocurrieran estos grandes incendios, es lo que mantenía los fuegos en unas dimensiones no excesivas», resume el profesor universitario. «En caso de incendio, no es lo mismo que el paisaje esté dispuesto como si fuera un tablero de ajedrez, con cuadrículas de masa forestal y cuadrículas de masa no forestal, a que sea todo masa forestal», ilustra Pulido, que también defiende los beneficios del pastoreo, cuya eficacia «está avalada por cientos de artículos».

«Uno de los últimos –detalla– describe una experiencia en La Rioja donde la administración da a los ganaderos medios para que desbrocen, y luego van las cabras y se comen lo desbrozado. El resultado es que el tamaño de los incendios bajó un 80%». «No digo que las cabras sean la solución, pero sí una herramienta más», aclara el experto, que apunta también que «en los últimos cinco o seis años, la administración ha gestionado en Sierra de Gata y Las Hurdes unos cientos de hectáreas en las que ha hecho cortafuegos y demás, mientras que los vecinos han gestionado muchas más, unas diez mil». Y esto último pese a las trabas que la propia administración les pone para sacar adelante sus proyectos, añade el profesor de la UEx, que asegura que «el panorama legislativo y burocrático bloquea en torno a seis de cada diez iniciativas de agricultores, ganaderos y emprendedores rurales». «La gente que trabaja apagando incendios –termina Pulido– te dice que no necesita más medios de extinción, sino paisajes que les ayuden a apagar los fuegos».

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Vecinos de La Vera ven la columna de humo del incendio declarado el viernes en Vilanueva de La Vera. palma

Tanto José Javier Calvo como Iván Muñoz trabajan en el Infoex, que está reconocido como uno de los mejores servicios de extinción de España. «Hay que buscar soluciones más modernas, superar ya el modelo de las infraestructuras lineales (cortafuegos), que valen en incendios pequeños pero no en los grandes», opina Calvo. «Es fundamental poner en valor la agroganadería, o sea, los productos que salen del campo», apunta Muñoz, que reclama también «aprovechar más la gran capacidad energética acumulada en nuestros montes».

«Podríamos ser autosostenibles, tenemos la materia prima y también la tecnología necesaria. Pero en vez de esto, dejamos el abastecimiento energético en manos de terceros países, que nos produce inflación y crisis energética», reflexiona Muñoz, que también cree que en este debate tan complejo «hay a veces demasiadas voces, excesivo ruido». Por eso, él, llama «a huir de discursos simplistas e intentar ponernos de acuerdo».

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Dentro de sus discrepancias, hay otra clave en la que Castañares, Pulido, Calvo y Muñoz coinciden. Los cuatro consideran que para intentar acabar con los 'superincendios' hay que hacer algo ya. Al paisaje extremeño le urge.

Adenex: «La causa fundamental es la crisis climática»

Jorge Vega. hoy

«No hay una sola respuesta a la pregunta de por qué tenemos estos incendios, ni la nuestra es la verdad absoluta, pero creemos que el factor principal es la crisis climática». Es la opinión de la Asociación para la Defensa de la Naturaleza en Extremadura, expresada por su presidente. «Tenemos temperaturas más altas y una sequía más prolongada, y por lo tanto menos humedad –amplía Jorge Vega–. Esto hace que haya incendios más feroces y que la temporada en que ocurren dure más».

«Los grandes incendios forestales –amplía– destrozan ecosistemas, que a su vez secuestran carbono. Las llamas se liberan a la atmósfera rápidamente y en grandes cantidades, y esto hace que empeore el cambio climático. Este y los grandes incendios se retroalimentan». En opinión de Adenex, «hay que cambiar la estrategia y trabajar firmemente en la prevención». «A veces se escucha más a los políticos que a los científicos, que son los que tienen más formación y experiencia y basan sus conclusiones en datos empíricos», apunta Vega, que también cree que «los montes tienen cada vez más combustible, y esto favorece el fuego».

Para Adenex, «la lucha contra el cambio climático debe ser el primer objetivo de las administraciones y de la sociedad». Defiende también «la protección de nuestra biodiversidad con bosques autóctonos, más resistentes al fuego». Porque «no todas las especies valen», y cita Vega el caso de los pinos, «que aumentan la propagación de las llamas y dificultan la regeneración posterior». «De todos los modelos a seguir –concluye–, es esencial la creación de paisajes mosaico, que frenan las llamas».

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