Feliciano Becerra en el rincón de los jamones y embutidos de su supermercado de Mérida.Brígido
Mi nueva normalidad
«Ahora estamos vendiendo mucha más harina y leche que antes»
Feliciano Becerra, gerente del supermercado Feliciano Becerra de Mérida ·
Su negocio se encuentra frente al Teatro y el Museo Romano de Mérida, vendía a los turistas y ahora lo hace a los vecinos
a. gilgado
Domingo, 24 de mayo 2020, 21:06
Jamones, quesos, tortas, bombones de higo, pimentón. Feliciano Becerra vende en una esquina estratégica de Mérida. Frente al Museo Nacional de Arte Romano y a dos pasos del Teatro. Su negocio es el único que ha permanecido abierto en una calle en la que casi todos viven de un turismo ahora fantasma.
–¿Cómo han sido estos dos últimos meses?
–Daba pena asomarse. Todo cerrado y ni un alma pasaba. Nos acogimos al ERTE y ahora estamos lo de la familia. Empezamos a servir compras a domicilio para no cerrar. Esa es nuestra nueva normalidad.
–¿Cómo lleva esta nueva normalidad?
–Cuando nos pusimos con esto decidimos no poner tope mínimo de compra. Llevamos igual un paquete de leche que un carro entero. Tampoco ponemos un límite a la compra con tarjeta. Algunos a los que les llevamos la mercancía a casa volverán a las grandes superficies, pero otros se han dado cuenta que el pequeño comercio está para las buenas y para las malas. La gente valora mucho más el trabajo de los pequeños supermercados. Son los únicos que han mantenido y reforzado el servicio a domicilio y han atendido a quién no podía salir.
–¿Han cambiado los hábitos de consumo?
–Se ha vendido muchísima harina.No trabajábamos la levadura fresca y empezamos a traerla porque no la pedían. Hay una creciente afición a la repostería casera y al pan artesanal. Algo parecido ocurre con las leches. Se vende mucho más que antes.
–¿Qué hacemos con los jamones que se llevaban los turistas?
–El embutido tiene ahora poca salida. El jamón se ha parado por completo. Algo de loncheado quizás. El embutido bajará de precio. No ha tenido salida en comuniones, ni en bodas, ni en ferias. Se acumulará la mercancía y al final bajará de precio. Se venderá loncheado y en bandejas.
–Pocas piezas enteras.
–Falta liquidez. Los ciclos de consumo los marcan ahora el día de cobro de los ERTE.
–Es el único negocio de la calle abierto.
–Yo he hablado con algunos vecinos y la mayoría va a esperar varias semanas. Esperarán hasta que se autoricen los desplazamientos entre provincias. Nosotros recibimos a mucha gente de Madrid y sin ellos los bares los tienen complicado.
–¿Cuesta imaginarse ahora la plaza llena de gente entrando y saliendo del Teatro?
–Cuesta mucho. Ahora no hay público. Los hoteles siguen cerrados y los apartamentos turísticos también. El miedo es un factor psicológico difícil de predecir. Va a costar quitárnoslo de encima. La normalidad que teníamos antes no la veremos este verano.
–Estas semanas estamos conociendo a profetas desaprovechados que dicen que esto ya lo preveían. Lástima no haberles conocido antes.
–La crisis sanitaria de esta dimensión no se la esperaba nadie. Si le puedo decir que la económica no nos pilla tan de sorpresa. El año pasado ya veíamos que éste no iba a ser igual. La crisis de 2008 nos dejó muy tocados a todos y la recuperación ha sido muy lenta. Tanto, que el estancamiento era previsible. Al final, por desgracia, es mucho más.
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