Agosto de 2015. Cristina ha vuelto a Badajoz tras pasar unos días en su pueblo. Son las fiestas de Zarzacapilla y ha disfrutado de ellas ... como cada verano. Se encuentra agotada y decide ir al médico. Lo achaca al cansancio, pero prefiere que le hagan pruebas. En el hospital no dan con lo que le sucede y tras salir del centro le comenta a su madre que regresen porque se siente mareada. Ya en la sala de espera de Urgencias se desmaya. A partir de ahí empieza una nueva vida para ella. Son las últimas horas de esta joven con su corazón latiendo.
De aquello han pasado nueve años y apenas tiene recuerdos. Sus padres le han contado una historia que ahora, a sus 30, se mezcla en su mente con vagas imágenes y unas ganas imparables de vivir. En el parte médico, diagnóstico de miocarditis y un viaje en ambulancia conectada a una máquina de oxígeno para mantenerla atada a la vida hasta llegar al Hospital Puerta del Hierro de Madrid.
Código cero activado para Cristina. El 112 y dos centros hospitalarios, el de Badajoz y el de Madrid, totalmente coordinados para salvar la vida a esta extremeña.
Y así fue. Entró en el quirófano y, tras una larga operación, volvió a nacer gracias al corazón de otra persona con el que hoy continúa viviendo.
La historia de Cristina es la de muchos extremeños que desde finales de los ochenta han recibido un trasplante cardiaco. En mayo de 1984, Josep María Caralps y Josep Oriol Bonín llevaron a cabo en el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, en Barcelona, el primero con éxito en España. El paciente sobrevivió nueve meses, más que el que se sometió al primero del mundo realizado por Christian Barnard en Sudáfrica en 1967. En ese caso sobrevivió 18 días.
El primer paciente trasplantado de corazón vivió 9 meses y, hoy, medio millar ya han sobrevivido dos décadas o más tras haber recibido un corazón
Ahora se cumplen 40 años de aquel hito en España y desde entonces no han parado de salvar vidas. Apenas unos meses después, la Clínica Universitaria de Navarra, el Hospital Puerta de Hierro de Madrid y Marqués de Valdecilla de Santander se unieron al grupo de pioneros del trasplante cardiaco en España. Años más tarde se sumaron el Reina Sofía de Córdoba (en 1986), el Ramón y Cajal de Madrid (1986) y La Fe de Valencia (1987).
Desde 1984 más de 10.000 personas se han beneficiado de este tipo de operación y, de ellos, casi 600 han sido niños. Ahora, se realizan anualmente unos 300 trasplantes cardiacos. En 2023 fueron 325 en 19 hospitales del país de 12 comunidades entre las que no se encuentra Extremadura.
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Trasplantes anuales
Extremeños recibieron en 2023 un trasplante cardiaco. El SES no los realiza pero forma parte de la red de coordinación del país. La mayoría de los pacientes son derivados al Hospital Puerta del Hierro de Madrid. Además, 62 extremeños donaron un corazón.
De ellos, cinco fueron trasplantados extremeños cuya intervención se realizó en la capital madrileña, según la memoria de actividad de donación y trasplante cardiaco elaborada por el Ministerio de Sanidad y la Organización Nacional de Trasplantes. Además, desde esta región hubo 62 donantes de corazón.
En cuanto a la lista de espera, hay 538 pacientes en todo el país. De ellos siete son de Extremadura, según los últimos datos de 2023. La media de tiempo para un corazón es de casi cinco meses (144 días) y, diez, si es urgente.
Una lista de espera nacional basada en códigos de urgencia
Cuando un paciente presenta una cardiopatía y necesita una trasplante de corazón entra en una lista de espera a nivel nacional en la que se determina la urgencia. En ella se valora la urgencia y el tiempo transcurrido desde su inclusión. Existen varios códigos: el electivo y el urgente. El paciente, mientras esté en lista de espera, deberá mantenerse a una distancia razonable del centro trasplantador. Los cirujanos se dividen en dos equipos: el extractor, encargado de extraer el corazón del donante y preservarlo durante el traslado, y el implantador, que trabajará con el paciente receptor. Una vez finalizada la cirugía, la persona con el nuevo corazón se traslada a UCI antes de pasar a planta.
La espera para Cristina Sánchez fue cuestión de poco tiempo debido a su gravedad. «Me dijeron que necesitaba un trasplante de corazón urgente. Me derivaron a Madrid porque corría el riesgo de morir. Lo único bueno de mi historia es que no era consciente de nada. Fueron bastantes horas de operación», comenta Cristina.
«Para mantenerme con vida en el trayecto de Badajoz a Madrid me pusieron una máquina que hacía la función de corazón y fue la que me salvó la vida, aunque me provocó una isquemia», explica esta joven.
Le amputaron la pierna
Como consecuencia le tuvieron que amputar la pierna derecha. «Aun así sigo dando gracias a esos avances médicos y a los profesionales por seguir viva», añade.
Cuenta que también padeció un fallo multiorgánico y, después del trasplante, se enfrentó a una recuperación muy lenta. «Me fui despertando poco a poco y estuve dos meses en la UCI y otros tres en planta», detalla.
«Lentamente fui consciente de lo que me había pasado. Solo podía dar las gracias a quien dona y a sus familiares. Ellos pierden a un ser querido pero están dando vida a otra persona. Deben sentir que aún hay algo de su familiar en otro sitio», se sincera Cristina, que intenta llevar una vida similar a la que tenía antes.
«Lo intento, pero también hay una cicatriz que me recuerda lo que ha pasado. No la miro mal, sino al revés, me encanta. Me recuerda que he tenido una segunda oportunidad. Pensar que me moría con 22 años y un trasplante me salvó la vida gracias a otra persona me emociona. Me encanta viajar, estar con mis amigas, la familia, en el pueblo, en Badajoz. Me encanta vivir», dice.
«Pensar que me moría tan joven y un trasplante me salvó la vida gracias a otra persona me emociona»
Cristina Sánchez
Paciente que fue trasplantada de corazón con 22 años
Se encuentra bien. Trabaja como administrativa en una empresa de Badajoz y continúa con sus revisiones médicas cada seis meses en Madrid. «El equipo es maravilloso, igual que el servicio de Cardiología de Badajoz», afirma.
Gracias a esos profesionales las cifras de supervivencia tras un trasplante cardiaco han mejorado y son del 80% al año de la intervención, del 70% a los cinco y del 60% a los diez. Hoy, medio millar de pacientes españoles han vivido dos décadas o más tras haber recibido un corazón.
800 kilómetros de bici al mes
Uno de ellos está a punto de lograrlo y es extremeño. Se llama Alberto Cordero, tiene 75 años y vive en Don Benito. Solo una cicatriz le recuerda que recibió un trasplante de corazón en 2006, a juzgar por su vitalidad.
«Vivía en Gerona y era atleta popular. Empecé a participar en carreras a los 41 años y en 1991 hice mi primer maratón. A partir de ahí no paré hasta que notaba que me faltaba el aire. Me hicieron pruebas médicas y no encontraron nada. Así que seguí igual hasta que me di cuenta de que me cansaba incluso al subir tres o cuatro escalones. Me mandaron al cardiólogo y ya me dijeron que tenía algo serio, una miocardiopatía dilatada. Ya en Barcelona, tras hacerme pruebas me confirmaron que necesitaba un trasplante de corazón», recuerda Alberto.
«Antes no podía hacer nada y parecía una tortuga caminando. Con el trasplante volví a nacer y disfruto más de la vida»
Alberto Cordero
Paciente que fue trasplantado hace 18 años
En febrero de 2006 entró en lista de espera para la intervención y en junio paso a código cero. Era urgente. Apenas 15 días después le intervinieron.
«Avisaron a mis hijos, me operaron y cuando salí y abrí los ojos vi el cielo abierto. Antes estaba deseando morirme porque estaba sufriendo, con tos todo el rato, pero al hacerme el trasplante, apenas unos minutos después, ya me sentía en la gloria», comenta Alberto, que en su caso a los 17 días ya estaba en casa.
Ahora, su vida con el corazón de otra persona, casi 18 años después, dice que «es mejor que nunca». El día que no va a hacer sus labores al huerto, monta en bicicleta. Suele recorrer unos 800 kilómetros al mes y ha sido campeón de España en los Juegos Nacionales de Trasplantados.
Lo que sí necesita de por vida es una medicación de inmunosupresores. Toma dos patillas por la mañana y otras dos por la noche. «Eso es lo de menos teniendo en cuenta que me iba a morir. No podía hacer nada y parecía una tortuga caminando. Con el trasplante de corazón volví a nacer y ahora disfruto más de la vida», dice emocionado. «Nunca pensé que todo fuera a ir tan bien y más sabiendo que la operación fue hace años».
La medicina y una donación de una persona que no conoce lo hicieron posible. Así lo establece el protocolo para quienes tienen que aprender a vivir con el corazón de otro.
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