La autovía Cáceres-Badajoz avanza a golpe de explosivos

La autovía Badajoz-Caceres empieza a dejar su huella. Después de años de trámites, de varias modificaciones presupuestarias que causaron retrasos en el inicio de las obras y de un lento avance en los primeros meses de los trabajos, este jueves se ha vivido uno de los primeros efectos de las obras.

Han sido apenas diez minutos, pero la N-523 ha sido cortada este mediodía para la voladura de unos canchales en las inmediaciones de la Enjaradada que aparecían sobre el trazado de lo que será en un futuro la autovía. En este punto, ambas vías estarán muy cerca la una de la otra. Por eso existía el riesgo de que algún resto de roca alcanzara la carretera nacional.

Con grandes medidas de seguridad, los preparativos comenzaron horas antes, pero no fue hasta instantes antes de las 14 horas cuando se cortó el tráfico. Después de que lo trabajadores desalojaran la zona en cuestión, sonó un pitido a modo de advertencia y luego tuvo lugar la voladura controlada.

En cuanto se disipó la polvareda causada, los técnicos se acercaron para comprobar que todo estaba correcto y acto seguido la carretera se abrió de nuevo al tráfico. El corte se produjo entre los kilómetros 4 y 5 de la N-523, cerca de donde se está construyendo el tramo de autovía que discurrirá entre el río Ayuela y el cruce de la nacional con la A-66, el único actualmente en obras.

Como viene informando HOY, las actuaciones con maquinaria pesada fueron retomadas el pasado julio después de meses paradas por un reformado.

Este tramo de la autovía, con una longitud de 13,5 kilómetros, es el primero de los siete en los que está dividido el proyecto de la futura autovía que ejecuta el Ministerio de Transportes.

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