Trump y Musk siembran el caos entre los funcionarios con órdenes contradictorias

La confusión se agravó todavía más cuando el lunes por la noche el propio Musk redobló su amenaza: «Sujeto a discreción del presidente, se les va a dar otra oportunidad y, si no responden esta segunda vez, se les despedirá», afirmó.

Los expertos legales sostenían que ningún funcionario puede ser despedido por no contestar un correo electrónico de este tipo, pero, dada la exasperación de los jueces que hace casi dos semanas ordenaron al Gobierno desbloquear las ayudas federales, sin que este haya cumplido, nadie confía ya en que la justicia sea suficiente para defender su puesto de trabajo. El Gobierno de Trump está provocando una auténtica crisis constitucional al ignorar las decisiones judiciales, ampliar la autoridad ejecutiva y debilitar el equilibrio de poderes contemplado en la Constitución. La pregunta es: ¿quién puede forzar al Ejecutivo a cumplir con la balanza de la justicia?

Varias agencias de gobierno que manejan asuntos sensibles de confidencialidad han aconsejado expresamente a sus empleados no responder al polémico email titulado «¿Qué hiciste la semana pasada?». Entre ellas, el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional. ¿Debería un analista de inteligencia o un espía de la CIA divulgar por email qué hizo en su trabajo la semana pasada, sin saber siquiera quién lo leerá? Sindicatos y organizaciones federales han presentado demandas contra Musk, calificando la medida de acoso y señalando que podría violar los estándares legales de empleo. 

Trump piensa que la idea es fantástica, porque «lo que realmente se está preguntando es: «¿De verdad estás trabajando?»», dijo el presidente en el Despacho Oval, junto a su invitado Emmanuel Macron mirándole con cara de póker. En la mente simplista y conspirativa del mandatario estadounidense, «si no contestas, estás semi-despedido o despedido, mucha gente no está contestando porque ni siquiera existe», elucubró.

Para resolver el dilema de la confidencialidad, el equipo de Musk planea revisar las respuestas con un programa de Inteligencia Artificial que no sólo decidirá si el funcionario en cuestión fue productivo, también resolverá si su empleo vale la pena. La información sería almacenada en un modelo informático llamado Large Language Model, considerado un sistema avanzado de Inteligencia Artificial capaz de entender e interpretar ingentes cantidades de información. Con ello se decidiría si el puesto de trabajo es crítico para la función del Gobierno o puede ser prescindible.

Los defensores del Departamento de Eficiencia en el Gobierno, creado específicamente por Musk y su equipo, son el 90% de los republicanos y el 72% de todos los votantes registrados, según una encuesta del Centro para Estudios Políticos de la Universidad de Harvard. Trump ha olfateado correctamente que cuestionar el trabajo de los funcionarios es muy popular. También lo es cortar el despilfarro burocrático, porque la deuda del Ejecutivo preocupa a muchos estadounidenses. Solo que, según un análisis de Associated Press, el 40% de los contratos que este departamento ha suspendido no generarán ningún ahorro al Gobierno.

El mandatario planea hacer más popular su cruzada contra la burocracia expidiendo cheques a todos los contribuyentes con una devolución basada en el dinero que se ha ahorrado.