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Siria atraviesa su momento más delicado desde la caída de Bashar al Asad en diciembre de 2024. Los enfrentamientos entre el nuevo ejército y leales ... al expresidente registrados desde el pasado jueves han dejado un reguero de sangre en el país. Las ONGs calculan que la cifra de muertos se acerca a los 1.500, la mayoría alauíes, una comunidad minoritaria a la que pertenece precisamente el líder derrocado. Las autoridades sirias no han ofrecido ningún balance aunque este lunes anunciaron que la operación militar, concentrada en la zona más occidental, finalizó «con éxito».
El presidente interino, Ahmad al Sharaa, sabe que tiene los ojos de la comunidad internacional puestos sobre Siria tras el anuncio de una nueva era a raíz del fin de Al Asad. Pero las denuncias de ejecuciones masivas y los vídeos donde se ven decenas de cadáveres sobre el suelo de municipios como Al Qardaha o Jableh que han circulado en los últimos días no ayudan a esa imagen de transición. Y mucho menos a una pacífica. «Lo que está pasando en el país (...) son desafíos que eran previsibles. Tenemos que preservar la unidad nacional, la paz civil, tanto como sea posible y, si Dios lo quiere, seremos capaces de vivir juntos», expuso el mandatario en una mezquita de la capital, Damasco, donde los sangrientos choques se han seguido desde la distancia.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con una extensa red de informadores en el país y sede en el Reino Unido, cifró en 973 los civiles de la minoría alauí que fueron abatidos «por las fuerzas de seguridad y grupos aliados» en apenas cuatro días. Y al menos 481 miembros de las fuerzas de seguridad y combatientes fieles al presidente derrocado también murieron en los enfrentamientos, según el mismo ente. Irán, antiguo aliado de Al Asad, negó este lunes cualquier implicación en la ola de violencia que ha colocado al país al borde de una nueva guerra civil.
El choque comenzó el jueves en el oeste de Siria con un ataque de partidarios del expresidente contra las fuerzas de seguridad en la ciudad de Jableh, en Latakia, la región donde nació la comunidad alauí. El canciller sirio, Asad al Shaibani, aseguró de visita en Jordania que el Gobierno de transición es «garante de todo el pueblo y de todas las confesiones, y protege a todo el mundo del mismo modo». En el país conviven varias comunidades (suníes, la mayoría, pero también kurdos, cristianos, rusos...) y la alauí estuvo durante décadas muy presente en el aparato militar de Al Assad.
El restablecimiento de la seguridad en el territorio es ahora el mayor desafío de las actuales autoridades. El presidente advirtió de que no permitirá a los seguidores de su antecesor que «arrastren al país» a una nueva contienda civil y ordenó la creación de una «comisión independiente» para investigar las masacres. Desde la ONU, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Volker Turk, pidió que las matanzas cesaran «inmediatamente».
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