Coreografía de conjunto con el bailarín Julien Marie-Anne como protagonita. J. M. Romero
Festival de Mérida

Dido y Eneas se deslizan por la balsa de agua del Teatro Romano

El suelo encharcado y la iluminación sobria fueron los únicos añadidos a una coreografía de Blanca Li que se llevó una de las ovaciones más cálidas del Festival

Antonio Gilgado

Mérida

Miércoles, 7 de agosto 2024, 07:57

Los setenta minutos de Dido y Eneas de anoche en el Teatro Romano fueron un regalo para el público.

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Se llevaron los diez bailarines franceses de la compañía parisina y la coreógrafa Blanca Li una de las ovaciones más cálidas de las gradas de lo ... que llevamos de Festival.

Y aunque es un espectáculo ya rodado porque se estrenó en Francia y viene del Generalife de Granada, apenas tuvo la compañía 24 horas para adaptarse al Romano. Terminó el domingo la primera semana de Medusa, el lunes pase gráfico y ensayo. Y anoche ante el público.

Por eso en el peristilo los bailarines dijeron que quieren volver a Mérida con más tiempo y para estar una semana en cartel. Lástima que no tuviera música en directo.

Las piezas de la ópera de Purcell que narra la historia de amor imposible entre la reina de Cartago y el héroe troyano se contó en Mérida con el lenguaje universal del movimiento en danza, coreografía continua, iluminación sobria y juegos de agua.

Convirtió Li el escenario en una balsa. Se deslizaban los bailarines como si estuvieran en una piscina y acentuó el agua del suelo la plasticidad de los movimientos. La unión de Dido y Eneas se hizo sin música. Escuchando solo la respiración y los movimientos de los diez cuerpos encima del escenario.

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El suelo encharcado es toda la escenografía de esta función. Magistralmente aprovechada por los juegos de luces, que convierten el escenario casi en un espejo y a los bailarines en sombras proyectadas. La primera parte es un ballet más clásico.

Ya dijo en la presentación Li que el amor es un poco como un ballet. Mariposas que saltan en el estómago. Y cierra con la pieza final de la muerte de la abandonada Dido, ejecutada con precisión y emoción.

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Viendo la obra se entiende mejor la recomendación que hizo la directora en la presentación cuando dijo que no le interesaba la precisión de los movimientos sino había sentimientos. En la función de anoche vimos a los bailarines deslizarse, reptar, resbalarse y casi nadar sobre la superficie, pero siempre más como sujetos movidos por la música y la historia que como figurantes con gestos estudiados.

Fue una pieza de coreografía coral con continuas entradas y salidas de los bailarines, pero también con emparejamientos muy emotivos que aplaudió el público y sucesión de series de figuras de conjunto que proyectaron imágenes potentes sobre el Teatro Romano.

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Destacó sobre todo el bailarín que hace de Eneas por la exigencia física de sus coreografías en solitario. La propuesta estética de Li gustó mucho en Mérida. Lo que se vio en el escenario del recinto romano, dijo Li, es algo único e irrepetible porque adaptaron el montaje a las dimensiones de Mérida. Le espera ahora una larga gira por Europa a la compañía. Y por lo visto ayer en cuanto se encendieron las luces, el público de Mérida quiere más danza.

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