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¿Qué ha pasado hoy, 18 de febrero, en Extremadura?

Año nuevo, problema eterno

Lo que ya no se puede aceptar es que las decisiones de la empresa pública Renfe pongan en peligro la integridad de las personas

Jueves, 3 de enero 2019, 00:23

Viajar en tren desde Extremadura se está convirtiendo en una actividad de alto riesgo. Desde hace mucho, no es un trance confortable ni rápido, pero lo sucedido el primer día del año supone la agudización de un problema, que ya no es solo de transporte, sino que amenaza con convertirse en un conflicto social y que requiere, por tanto, un acercamiento distinto y, por supuesto, más atinado, por todas las partes y administraciones implicadas. La prueba de la crispación latente a cuentas del tren se puso de manifiesto el martes a primera hora cuando la mera comunicación de un retraso derivó en la intervención de la Policía Nacional en la estación de Cáceres, avisados los agentes por los viajeros. El usuario extremeño del ferrocarril ha llegado a un punto en que no está dispuesto a transigir con situaciones que vayan en contra de sus derechos como ciudadano y consumidor. Demasiado tiempo ha soportado un servicio nada acorde con el siglo XXI. El episodio de la noche, con 163 personas encerradas en un tren durante horas en medio del campo, sin luz ni calefacción, supone empeorar si es posible un problema crónico porque, además de ser consecuencia de la enésima avería, fue sobre todo responsabilidad de una mala gestión y una cadena de malas decisiones que pusieron en peligro la seguridad de muchas personas. Y eso resulta inaceptable. Dando por buena la estadística de Renfe de que los fallos en los trenes se han reducido en los últimos meses, lo que no quiere decir que el servicio sea bueno, solo que los viajeros que pagan y eligen ese medio de transporte llegan a su destino sin incidencias; y si se acepta que alguna vez puede surgir algún imponderable (aunque en ningún caso es aceptable que sean tres los trenes que se averían en una misma jornada y en un mismo trayecto, como sucedió el día 1, lo cual hace dudar mucho de la eficacia de las medidas puestas en marcha), lo que ya no se puede aceptar es que las decisiones de una empresa pública pongan en peligro la integridad de los usuarios. O se afronta como un problema de gravedad social, no solo una cuestión mecánica, que afecta a personas que tienen el mismo derecho que cualquiera a disfrutar de un servicio digno, aunque no sea el mejor ni el más puntero, y por tanto se le destina el tiempo, la sensibilidad y el dinero que requiere, o el Año Nuevo será el precedente de otros días negros.

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