2022, la casilla de salida

ANÁLISIS ·
Al año recién estrenado le va a costar encontrar su personalidad, mientras se nos vuelve a decir que la covid es como la gripe

Pablo Calvo

Cáceres

Domingo, 2 de enero 2022, 08:01 | Actualizado 09:51h.

El año 2021 que acabamos de despedir ha sido extraño y contradictorio. Leemos que se cobró más vidas por covid que el anterior, al mismo ... tiempo que hemos asistido a un proceso de vacunación que, convendrán, ha sido un reto científico y de intendencia extraordinario; se anunciaba que los ciudadanos nos lanzaríamos a un consumo desaforado por la acumulación de ahorro, pero afrontamos un alza de precios como hace lustros no veíamos, que nos está llevando a perder poder adquisitivo; nos decían, en fin, que creceríamos primero en V, luego en W y en otras letras, y en cambio hemos acabado el año familiarizándonos con el alfabeto griego: delta, ómicron. Creo que la siguiente es pi, que siempre la hemos relacionado con las matemáticas.

Me temo, además, que al recién nacido 2022 le costará encontrar su encaje, su personalidad vaya. Suele ocurrir con los años preelectorales, que todo parece un calentamiento de lo que vendrá en el siguiente y todo se hace con la vista puesta más en lo que conviene al próximo que al presente. Cuando digo todo estoy pensando en la actividad política, las decisiones de los gobernantes, las iniciativas públicas que se adoptan, y con ello la forma de trabajar de partidos, instituciones, de los agentes sociales, ese tipo de cosas. Los ciudadanos de a pie bastante tendremos con planificar la semana o el horario diario de la lavadora para llegar a fin de mes.

Pero lo otro es importante, así que en el 2022 tendremos puestas las luces largas pero sin perder de vista tampoco el retrovisor, porque todo irá bien si mejoramos o al menos igualamos cualquier ranking del 2019, el prepandémico, el año en el que si llevabas mascarilla es porque eras alérgico. O turista asiático. Cuanto más nos parezcamos este año al 2019, más opciones de triunfo en el 2023.

Tampoco el presidente de la Junta empieza a librarse de las contradicciones. Escuchar decir a Fernández Vara, como hizo el jueves en su balance del año, que lo que mejor funciona es que cada persona «se autoimponga las restricciones», más que si le vienen dadas, resulta llamativo por el aroma que desprende a las tesis liberales de una Díaz Ayuso, por ejemplo. El ánimo que ha demostrado por salvar la hostelería hasta el último día del año es evidente y arriesgado: las pasadas navidades Extremadura ya fue la única que no perimetró y aplicó restricciones más laxas, y en enero encabezamos las peores cifras.

Todo se juega a que la covid ya no es tan fiera, por las vacunas y por su menor capacidad de infección. Vuelve a ser una gripe. Volvemos a la casilla de salida. Nos vuelven a recordar, como hizo Vara, las cifras de contagios y de fallecidos que ocasionan todos los años los procesos gripales. Así se nos vendió al principio y resultó un gran error, España entera se confió. Cierto es que los expertos comienzan a apuntar que conviviremos con este virus como con otros, pero tal vez sea prematuro empezar de nuevo con la cantinela de la gripe. Y excesivo también decir que las medidas que antes eran de gran eficacia como reducir horarios nocturnos ahora no sirven para nada.

El propio presidente admitía que «a la ciudadanía le pueden desconcertar los cambios de opinión». Sucede que la opinión política en la región solo la marca hoy un Vara al que la mayoría absoluta le permite no dar muchas explicaciones de las decisiones que toma, y que llega tranquilo al último tramo de legislatura: hemos perdido la cuenta de las fotos que los sindicatos y patronal se hicieron con él en 2021; mientras, el PP afronta el 2022 con la misma disposición que el Barcelona: o consigo fichar pronto o esto (Monago) es lo que hay.