
Pasados por agua
Me pregunto qué pasaría si fuéramos capaces de afrontar las adversidades cotidianas con el mismo tesón con el que este domingo las comparsas han desfilado bajo la lluvia
Carmen Clara Balmaseda
Jueves, 6 de marzo 2025, 07:46
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Carmen Clara Balmaseda
Jueves, 6 de marzo 2025, 07:46
Es una verdad por todos sabida que los carnavales suelen discurrir pasados por agua. Este año, las nubes también prometieron lluvia y fueron fieles a ... su palabra. Aún así, los pacenses, sin dejar de mirar al cielo, nos enfundamos el disfraz y salimos a la calle, reacios a dar por perdida una celebración que es ya considerada seña de identidad.
La lluvia no impidió desfilar a las comparsas, ni tampoco consiguió vaciar las calles, pero no sabemos qué ocurrirá en los febreros venideros, ni si el tiempo le cobrará las lágrimas atrasadas a las cofradías en Semana Santa. Cada vez que el cielo amanece encapotado un sábado de carnaval nos recuerda lo injusta que puede llegar a ser la vida. Uno puede estar meses ensayando para desfilar con su comparsa; puede entrenar durante años; encerrarse a estudiar unas oposiciones; dejarse la piel en cualquiera que sea su objetivo y que, cuando el día llegue y se presente la gran oportunidad, de pronto, empiece a llover.
Me pregunto qué pasaría si fuéramos capaces de afrontar las adversidades cotidianas con el mismo tesón con el que este fin de semana las comparsas han desfilado bajo la lluvia; si no nos resignáramos a rendirnos también ante las pequeñas batallas de del día a día. Cierto es que nadie nos ha enseñado a lidiar con la frustración. Resulta más fácil desistir ante las dificultades y caer en la tentación de creer que el esfuerzo nunca merece la pena, sobre todo cuando este va más allá de festejar el Carnaval en San Francisco.
Debo confesar que no acabo de creerme del todo eso de la meritocracia, e ignoro si afrontar las dificultades con entereza mejoraría nuestra vida en algún aspecto o nos garantizaría los éxitos que anhelamos. Tal vez la perseverancia, el afán y la pasión solo sean un pobre consuelo ante la derrota. Pero lo que es seguro es que un día las nubes se alzarán oscuras y, entonces, cuando lo único que nos quede para seguir adelante sean esas virtudes, quizá lograremos entender aquello que decía Gandhi de que «la satisfacción reside en el esfuerzo y no en el resultado». Solo hay que fijarse en lo acontecido este fin de semana: ni la ilusión, ni las ganas, ni el ahínco resultaron inmunes a los imponderables; si bien fueron los que sacaron adelante el Carnaval.
Habrá ocasiones, sin embargo, en las que lo único que podamos hacer sea aceptar lo que la vida nos ofrezca. Recordaremos entonces a Vendaval y a las demás comparsas que el domingo clamaron que las gotas de lluvia serían las únicas que resbalarían por sus mejillas y salieron a desfilar en pleno chaparrón, demostrando que los caminos con los que nos encontramos, y no solo los que decidimos tomar, son también la esencia de la vida. Los hechos no siempre suceden del modo que hubiéramos deseado, pero, a veces, lo que parece un golpe de mala suerte podría ser en realidad todo lo contrario. A veces, los mejores momentos también pueden llegar pasados por agua.
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