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La contradicción del burro
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La polémica sobre el asno de Las Lavanderas en Cáceres vuelve a confirmar que hay distintas varas de medir en la protección de los animalesCualquiera que haya presenciado alguna vez la fiesta cacereña de Las Lavanderas ha podido comprobar que el burro que se usa para transportar al pelele ... ni es maltratado, ni sufre acoso, ni se le estresa con comportamientos amenazantes. Puede ser que el animal se inquiete un poco por tener que andar por la ciudad rodeado de gente en vez de estar pastando tranquilamente en el campo, pero eso es todo. El pelele es un muñeco de trapo y paja bastante ligero, desde luego mucho más que una persona. Al final de la mañana de cada viernes previo al carnaval se quema en una hoguera en la Plaza Mayor para simbolizar el final de la época más fría del año, que era cuando peor lo pasaban en su trabajo las lavanderas a las que se recuerda en esta fiesta popular recuperada a finales de los años ochenta.
Ha sido la reciente entrada en vigor de la nueva ley de protección animal la que ha hecho al Ayuntamiento plantearse si el burro debía seguir formando parte de la celebración. Como la cosa no estaba clara, porque la ley permite excepciones a la prohibición con carácter general del uso de animales en espectáculos públicos, al final se ha optado por mantener el burro, que seguirá formando parte de la comitiva, pero sin hacerle cargar con el pelele. No se ha explicado muy bien el motivo de tan salomónica decisión porque, como se ha dicho, el muñeco pesa poco, y si algo pudiera molestar al asno sería más verse envuelto de repente en un desfile de personas que llevar a lomos un títere fabricado con materiales livianos.
Lo que viene a confirmar todo este asunto del burro y el pelele es la distinta vara de medir que se aplica a la protección de los animales en función de su especie. Los sufridos toros de lidia y vaquillas de capea se preguntan qué han hecho ellos para no merecer el mismo trato compasivo que el asno de Las Lavanderas, por no hablar de las vacas lecheras, las gallinas ponedoras o las cerdas de crianza que pasan toda su vida enjauladas y alimentadas a la fuerza en granjas industriales para optimizar los niveles de producción.
El gobierno municipal ya ha anunciado con gran dignidad que lo siguiente en revisarse, informe técnico mediante, será el grado de estrés al que se somete al caballo que transporta a San Jorge en el desfile del 22 de abril, no vaya a parecer que en Cáceres se deja el menor resquicio al sufrimiento animal. Mientras ese informe sale, se ultiman los detalles del concurso público para que la ciudad vuelva a tener, cinco años después, festejos taurinos subvencionados por el Ayuntamiento. No sé dónde ven ustedes la contradicción.
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