Convicciones puestas al límite
ANÁLISIS ·
La guerra de Ucrania plantea dilemas morales a la izquierda, obligada a elegir entre el pacifismo teórico y la práctica correctaSecciones
Servicios
Destacamos
ANÁLISIS ·
La guerra de Ucrania plantea dilemas morales a la izquierda, obligada a elegir entre el pacifismo teórico y la práctica correctaLa guerra de Ucrania ha puesto a España ante su propio espejo. Puede que uno jamás llegue a conocerse a fondo si la vida nunca ... pone a prueba tus convicciones; lo mismo es aplicable a un país. Llegado el momento de la verdad, cómo actuar. ¿Probaría la carne humana? Cuántas veces les han preguntado eso a los supervivientes de aquel equipo juvenil de rugby que se estrelló en los Andes; y uno hace ese ejercicio de fogueo consigo mismo sin tener ni idea de cuál sería la respuesta verdadera si llegase una situación límite. Las narraciones de los inmigrantes que llegaron en patera, que tiraron por la borda los cadáveres de sus compañeros de viaje, que tuvieron que elegir quién comía las pocas provisiones. Personas normales, con sus convicciones, sometidas a situaciones extremas. Con la invasión de Ucrania vemos a deportistas de elite vestidos de camuflaje dispuestos a defender su país; es decir, a matar al joven ruso al que Putin ha enviado al matadero, porque eso es la guerra.
Decir no a la guerra es una obviedad. Decir no a todas las guerras exige otra reflexión. Y decir no a la guerra de cada uno, un dilema moral. ¿Es la de Ucrania nuestra guerra? Supongo que sí. Porque ocurre en territorio europeo, porque puedes coger el coche aparcado en la puerta de casa y llegar hasta ella. No queremos revivir la vergüenza de los Balcanes, el genocidio que permitimos a unos kilómetros de nuestra zona de confort. Todos las guerras nos deberían concernir, pero ni están tan cerca ni les ponemos rostro. En esta, además, se ve con singular claridad que hay un agresor y un agredido, lo cual no resulta tan fácil de discernir en la mayoría de los conflictos bélicos que entierran en las páginas de la historia las primeras rencillas, el quién empezó qué. Ni se justifica porque haya un sátrapa gobernando, ese fin que justifica los medios y aplaca la mala conciencia de hacer pagar a los civiles la destrucción de sus casas, como en Irak.
Aquí todo está muy claro. Y, sin embargo, ahí están también los eufemismos. Ese Material Militar Ofensivo que acaba de entrar por méritos propios en la historía política de nuestro país, por eso las mayúsculas. Cualquier cosa para no decir armas, ni siquiera armamento. Habría que citarlo en realidad como Material Militar Defensivo si los ucranianos lo utilizan para repeler al invasor.
El conflicto de Kiev ha puesto las convicciones de España al límite, entre el tanque y la pared se podría decir. La conciencia pacifista enfrentada al deber de socorrer al desvalido. ¿Hay que responder a la fuerza con más fuerza. Debemos colaborar en la escalada belicista? ¿O es mejor encogerse de hombros por mantener los principios, aguantar las provocaciones para no ser como el agresor? A nivel personal cada uno tendrá su respuesta, pero un Gobierno no es un individuo. Las decisiones afectan al conjunto. Y a España se le ha pedido que salga de su modorrez internacional, de hablar solo de cascos azules. Más implicación, porque para que haya paz, antes hay que ganar la guerra.
Asegura el catedrático Enrique Moradiellos en su 'Historia mínima de la guerra civil española' que si Francia y Reino Unido abandonaron a la República española no fue por sus principios pacifistas, sino por el miedo a consolidar el comunismo en el sur de Europa. Echaron cuentas y no les salía tan mal que aquel general sublevado triunfara, porque no sería muy demócrata, pero sobre todo no era comunista. Así que apelaron al principio de neutralidad, otro eufemismo de guerra. Las izquierdas siempre han encontrado inexplicable que potencias europeas democráticas se desentendieran de forma tan grosera de la agresión a un gobierno legítimo.
Hoy cuestionan la decisión del Gobierno español de participar en el conflicto de Ucrania enviando armas. El propio Pedro Sánchez da la impresión de seguir cuestionándoselo a sí mismo y a España. Hace falta estar ahí, llegar al límite para comprobar hasta qué punto somos capaces de mantener las convicciones.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones de HOY
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.