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Los extremeños y el desprecio
ANÁLISIS ·
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ANÁLISIS ·
Obviar o desconfiar de los datos que son positivos es tónica habitual si están vinculados a Extremadura, atrapada en su clichéUn antiguo rector de la UEx contaba que cuando llegó al cargo, los demás rectores aprovechaban para ir al baño en el momento que le ... tocaba a él intervenir en la Conferencia de Universidades, pero que al final de su mandato había observado que ese movimiento hacia la puerta ya no se producía. Era la forma gráfica de resumir el peso que había alcanzado la Universidad extremeña y quienes la representaban en ese cónclave.
El desprecio que el presidente de la Junta observó en un tertuliano al hablar de la Universidad extremeña es lo que hizo explotar a Fernández Vara y avanzar en una oratoria escatológica que, dicho sea de paso, no es la más edificante para la sociedad en general ni para rebajar el tono de crispación y barriobajero en el que a veces cae la política española, y del que él mismo había sido hasta ahora exponente de lo contrario, la templanza en las formas no siempre bien entendida en su propio partido, ni en la oposición, acostumbrados al estilo más cañero de Ibarra, o porque se tiende a confundir fondo y forma, y si no se sobreactúa parece que en los despachos tampoco le escuchan a uno.
El caso es que el presidente de la Junta sintió la necesidad de decir lo que ya es de sobra conocido, ese desprecio a Extremadura se lo van a meter por el culo, citando una anécdota y trasladando un mensaje que ya había referido en ocasiones anteriores, pero obviando la polémica palabra. Los comentaristas de fútbol suelen decir que los delanteros no saben hacer faltas, son torpes en eso y se les nota mucho, mientras que los especialistas defensivos consiguen hacer muchas sin que se les penalice tanto. Es mejor que cada uno mantenga su estilo.
Pero igual que en el 'caso Landero' apunté que a mi juicio no era tan relevante entrar en el bucle de si se había o no sobrepasado con su contundencia verbal, sino reflexionar por qué sus palabras habían tenido una acogida tan favorable entre el ciudadano en general, lo más relevante de la intervención del presidente de la Junta es pensar por qué los extremeños no conseguimos quitarnos de encima ese desprecio de los demás. Y lo primero que hay que hacer es autocrítica.
Quienes ya llevamos un tiempo de profesión, sabemos por experiencia que un medio de comunicación nacional, piensen ustedes en la tendencia ideológica que quieran, eso da igual, solo se interesará por Extremadura, de manera natural, cuando se produzca un suceso o aparezca una historia o personaje extravagantes. Nunca piden, para entendernos, el teléfono del Centro de Cirugía de Mínima Invasión, pero sí de abogados o alcaldes relacionados con un hecho trágico. En general, es algo que se repite con la periferia. Un potente programa de una potente cadena de radio ha iniciado una sección para conocer historias de comunidades, pero solo cuentas cosas del tipo un señor salió a la calle y se lavó la cabeza aprovechando que llovía mucho. Lo serio e importante sigue siendo lo suyo; para reírse ya estamos el resto.
Pero los medios de comunicación solo son reflejo de su sociedad, y obviar o desconfiar de los signos relacionados con la comunidad extremeña cuando son positivos es tónica habitual. No es algo nuevo, pero sí preocupa que el máximo responsable político de la región lo siga notando de forma tan descarnada porque significa que Extremadura sigue atrapada en ese cliché que puede actuar de freno para nuestro desarrollo.
La pregunta es qué podemos hacer nosotros, los extremeños, para que eso cambie por fin y no sigamos presos del tópico. Fernández Vara optó esta semana por hacerle frente verbalmente, como en su día el famoso váyanse a la mierda de Labordeta desde la tribuna del Congreso de los Diputados, pero más allá de esos desahogos dialécticos, lo principal es demostrar que no merecemos ese desprecio. Recuerden que tiempo después, otro rector de la UEx era elegido para presidir la Conferencia de Universidades donde tanto iban al baño.
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