La reforma del Estado autonómico

El pasado 18 de febrero clausurábamos en la Facultad de Derecho de la Universidad de Extremadura el I Foro del Estado Autonómico, una serie de ... jornadas que se han venido celebrando en los últimos meses y que han sido organizadas por el centro y por la Consejería de Presidencia, Interior y Diálogo Social de la Junta de Extremadura. A Cáceres han acudido, en el marco del Foro, algunos de los más reputados juristas nacionales y destacados académicos que han tenido la oportunidad, con tranquilidad y sosiego, de explicar a los asistentes y a los estudiantes los problemas, los defectos, pero también las virtudes y ventajas, del Estado autonómico español. Carlos Vidal Prado, José Tudela, Ana Carmona, Alberto López Basaguren, Manuel Aragón, Esther Seijas, Javier Tajadura, Ignacio Prendes, Alfredo Dagnino, o los exministros Otero Novas y Virgilio Zapatero, junto a historiadores como Alfonso Pinilla o José Antonio Rubio, entre otros, han protagonizado estas jornadas, que pretenden consolidarse como un espacio de encuentro e intercambio de reflexiones en torno al presente y el futuro de la España de las autonomías. El diagnóstico de todos los participantes ha sido más común y compartido de lo que en un principio pareciera dar a entender la diversidad de sus procedencias y perspectivas, y puede resumirse, muy sucintamente y acudiendo a una siempre injusta generalización, en los siguientes puntos. Primero, que la España autonómica ha supuesto más de cuatro décadas de progreso, de bienestar y de mejora de nuestra democracia difícilmente discutibles, aunque deben perfeccionarse los mecanismos de solidaridad y de lealtad entre los territorios. Segundo, que la distribución de competencias establecida en la Constitución y en los Estatutos de Autonomía es una de las cuestiones que necesitarían una reforma más intensa, dadas las carencias iniciales de un modelo excesivamente abierto y los defectos de diseño que manifiesta. Tercero, que es igualmente necesario fortalecer al Estado central frente a un proceso de continuo vaciamiento que se ha agravado debido a las reiteradas componendas para conseguir estabilidad parlamentaria gracias al apoyo, puntual, de los partidos nacionalistas, algo que ha provocado no solo una indeseable asimetría entre comunidades autónomas, sino, sobre todo, un reparto competencial a la carta (en virtud del artículo 150.2) que tiende a beneficiar, siempre, a los mismos territorios. Y cuarto, que se hace cada vez más preciso incorporar o perfeccionar mecanismos federales que permitan una mayor lealtad entre las diferentes partes y una canalización de la voluntad autonómica en la voluntad nacional, siendo la reforma del Senado o la institucionalización definitiva de la Conferencia de Presidentes dos de las necesidades más palmarias.