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Día internacional de la mujer y la niña en la ciencia
Las mujeres del pasado de siglo tuvieron grandes dificultades para cursar estudios en la esfera científica
GUADALUPE MUÑOZ ÁLVAREZ
Jueves, 11 de febrero 2021, 09:22
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GUADALUPE MUÑOZ ÁLVAREZ
Jueves, 11 de febrero 2021, 09:22
Hoy, día 11 de febrero, se celebra el Día de la mujer y la niña en la ciencia. La secretaría general de Ciencia de la ... Junta de Extremadura ha organizado un acto on line para recordar la importancia de la participación de las mujeres y tener presente a aquellas que destacaron en el ámbito científico.
Durante el siglo XIX las mujeres apenas estudiaban en las universidades españolas. Fue precisamente en la Facultad de Medicina donde se inició el alumnado femenino. La doctora María Gloria García del Carrizo publicó un trabajo sobre las primeras mujeres que ingresaron en la Facultad de Medicina. En 1878 se matriculó en Valladolid, Elia Pérez Alonso pero no termina la carrera, solo estudia cuatro cursos. Dos años más tarde en 1880 comienza Luisa Domingo García, primera mujer que obtuvo la licenciatura en Medicina en la citada universidad. La tercera fue la palentina Trinidad Arroyo Villaverde, nacida en 1872 que habría de ser la primera mujer en España con ejercicio profesional como oftalmóloga.
Con la ayuda de su padre tuvo que luchar para poder estudiar. A los 13 años solicitó el ingreso en el Instituto de Segunda Enseñanza de Palencia, que no aceptó su solicitud porque solo se admitía a los varones, si bien ante la reclamación vehemente de su padre, fue admitida con posterioridad: existía una orden de la Dirección General de Instrucción Pública, acordando fuesen admitidas «a la matrícula y examen las señoritas que lo solicitaran». Por ello en septiembre de 1882 realiza el examen de ingreso.
Durante los cursos de bachillerato fue la única mujer de su promoción y al terminar inició los estudios en la Facultad de Medicina. Desde 1888 a 1895 cursó la carrera, situación que no estaba prohibida expresamente pero que, en la práctica no resultaba fácil. La reina regente María Cristina de Hasburgo firmó un especial Real Decreto para que la tenaz palentina pudiera ingresar en la facultad vallisoletana.
Su expediente académico fue excelente, cursó 26 asignaturas además de lenguas francesa y alemana. Al licenciarse en medicina quiso realizar el doctorado, que solo podía obtenerse en Madrid y allí se traslada, realiza los estudios y publica su tesis sobre 'Los músculos intrínsecos del ojo en estado normal y la acción que los medicamentos ejercen sobre aquellos'. Recibió la nota máxima de sobresaliente cum laude y todos le reconocen un trabajo completo y de gran aplicación práctica. Con posterioridad presentó varios trabajos sobre las úlceras de la córnea.
Completada su especialización abrió consulta en Palencia. Para el ejercicio profesional utilizó una pequeña clínica situada en la trastienda de la tintorería de su padre donde ejerció unos tres años. Más tarde trabajó en la clínica oftalmológica madrileña del doctor Albitos. En ella conoció al doctor Manuel Márquez Rodríguez, con el que se casó en Palencia y se instalaron en la capital hasta su traslado a la cátedra de Santiago de Compostela. El doctor Márquez admiraba a su esposa y reconoce su influencia en su dedicatoria de las 'Lecciones de oftalmología', edición del año 1926: «A mi mujer la doctora Trinidad Arroyo: mi condiscípula y amiga primero; mi primer maestro de clínica oftalmológica, la que despertó mis aficiones, después; mi inteligente colaboradora y sensata consejera siempre, dedicó estas Lecciones». Entre los trabajos de la doctora destacan los estudios sobre la acción de determinados fármacos sobre el ojo que resultaron de gran interés.
Siempre se sintió muy palentina. El matrimonio solía pasar sus vacaciones en esa bella ciudad.
Durante la guerra civil vivieron varios meses con otros intelectuales en Valencia y luego se trasladaron como exiliados a París y desde allí viajaron a México, en cuya capital se instalaron definitivamente. Escriben a su familia diciendo que estaban muy considerados y «hacemos la vida que nos satisface: ver enfermos y estudiar».
En 1955 la doctora hace un viaje a España y otorga testamento instituyendo heredero universal de sus bienes al Instituto de Segunda Enseñanza de Palencia fundando becas para alumnos sin recursos.
En el año 1957 creó una nueva fundación como recuerdo y agradecimiento a sus profesores del Instituto de Palencia con el fin de costear los gastos a estudiantes de bachiller y una pensión en un colegio oficial destinada a los que carecieran de recursos.
Como puede apreciarse, las mujeres del pasado de siglo tuvieron grandes dificultades para poder cursar estudios en la esfera científica. Es como si la sociedad quisiera impedir que se distanciaran del destino que había sido decidido para ellas: atención al marido y educación de los hijos. Se aceptaban sus trabajos como maestra o enfermera, tareas consideradas femeninas pero la ciencia no parecía a su alcance. Por tanto, es necesario recordar a estas magníficas profesionales que lucharon con firmeza por su vocación científica.
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