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Sudar con gente bien vestida
Javier Cruces
Viernes, 2 de febrero 2024, 07:34
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Javier Cruces
Viernes, 2 de febrero 2024, 07:34
España está mal, decían siempre, pero era peor. En los últimos treinta años de nuestra historia se han programado campañas de prevención de adicciones (drogas ... duras mayormente y tabaco a última hora) para adolescentes, sin reparar en que estábamos confundidos tanto en contenido como en destinatario. Algo ocurre cuando nos acercamos a cumplir la treintena. La crisis de los treinta lo llamaban. Ahora se llama crossfit, unirse a un club ciclista o ir a maratones. La nueva droga cuqui no es cocaína rosa, es comprar siete outfits de 'Shein' para no repetir conjunto en tu gimnasio de confianza. El nuevo psicotrópico que arrasa en la post-juventud es unirte a un club de deporte.
Julián, de 45 años, lamenta que ya es sea demasiado tarde para él: «No lo vi venir». Se unió a un club de corredores porque se aburría y, poco a poco, se vio separado de sus amistades. «Correr lo cambió todo. Antes tenía vida social; ya no veo a mi mujer». Su grupo continúa quedando para la partida de mus, sin embargo, él se despierta temprano, se abrocha su reloj inteligente y activa Runtastic, una aplicación para contar kilómetros: «Que no cuenten conmigo». Al ser preguntado por su dieta, Julián no ha querido entrar en detalles, «los geles de azúcar de sabores que nos dan en las carreras no están tan mal. A veces te regalan pasta de dientes».
Como Julián, cientos de personas acuden a garajes reconvertidos en gimnasios con numerosas carencias de yeso y cemento y agujeros en el ladrillo tan grandes que incluso Fernando Simón sería capaz de ver covid por fin. Sergio, oriundo de Cáceres y recién instalado en Madrid, habla de su afición: «Me apunté a crossfit porque me dijeron que se ligaba». El éxito amoroso de este crossfitero es incierto. Tras preguntarle por la rutina de ejercicios de este deporte, nuestro equipo dejó de escucharle al no entender qué hablaba, «prefiero el front squad antes que el deadlift, aunque los burpees duelen bastante». Tras dos horas de entrevista, Sergio nos invitó al día de prueba: «Las agujetas son de parguelas».
Con todo, el pasado domingo Badajoz acogía la famosa Vuelta al Baluarte, una carrera que reunía a más de dos mil deportistas motivados. Este año se estrenaba una prueba de patines. Lo que tienen en común todos los empedernidos de la hiperventilación es el afán de superación, adrenalina, éxtasis. El puenting, por ejemplo, no es emocionante porque alcanzas cierta velocidad en la caída, sino porque nunca sabes si la cuerda se romperá o no. La adrenalina es enfrentar a la muerte y salir victorioso, algo parecido a lo que ocurre cuando te montas en un tren extremeño, nunca sabes cuando puede salir ardiendo contigo dentro. Las puertas pueden abrirse o no. Adrenalina, amigos.
Por eso, porque en Extremadura nos gusta el espectáculo y porque somos fans de las cosas que no funcionan, la Vuelta al Baluarte se suspendió media hora antes del pistoletazo porque había 14 policías de baja. Nadie echó de menos a catorce personas hasta treinta minutos antes. Cosas que pasan. Julián, que acudió a la carrera pacense aquella mañana lamentaba la gestión: «Esto es una guarrada. Me iré a jugar al mus».
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