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Casi un año y medio después de que tuviera lugar la surrealista inauguración, con Felipe VI y el presidente del Gobierno incluidos, de la línea ... de alta velocidad del ferrocarril extremeño, por tramos y sin electrificar, han comenzado a recorrer Extremadura trenes electrificados, exactamente dos, uno por la mañana y otro por la tarde. Solo entre Badajoz y Monfragüe, que como en tiempos remotos, vuelve a ejercer de frontera para nosotros y marca un espacio desconocido de lo que hay más allá, con ventajas que intuimos pero de las que no disfrutamos, como esos objetos que guardan celosamente las antiguas alacenas. Aquel 18 de julio del 2022 se nos quiso subir en una nube de la que tardamos pocas horas en bajar por la sucesión de incidencias que acumuló el tren en los siguientes días. Quizás con esa lección aprendida, la puesta en marcha de las catenarias se ha hecho esta vez sin publicidad, aunque el nuevo ministro de Transportes, Oscar Puente, no haya podido resistir la tentación de calificar de histórico lo que en el resto de España es rutina.
La electrificación llega seis meses tarde respecto a los últimos compromisos ministeriales, que por supuesto han ido acumulando años de demora, y su puesta en funcionamiento apenas acorta cuatro minutos el único viaje disponible a Madrid, tan ridícula mejora que ejerce como vinagre sobre las heridas del tren extremeño. Tiene otras virtudes, es más sostenible y más fiable, lo que dado el cúmulo de infortunios que han padecido los viajeros no es un detalle menor.
Va a pasar mucho tiempo hasta que el viaje en tren a Madrid tenga una duración de verdad competitiva porque más allá de los límites de la región, la alta velocidad que nos afecta está todavía por hacer. El empujón que se le ha dado en los últimos años en Extremadura no ha tenido su continuidad real en el tramo manchego, de tal forma que no se espera para antes del 2030, siendo muy pero que muy optimistas, el poder completar todo el trayecto. Es bueno que el nuevo ministro haya expresado en sus primeros días de ejercicio en el cargo su compromiso con la necesidad de impulsar la alta velocidad de la que dependemos, pero además de palabras lo que se requiere son hechos medibles: presupuesto, para demostrar que la voluntad es real; y determinación en la toma de decisiones que resuelvan los escollos y agilicen las actuaciones pendientes.
Eso es algo que se puede hacer desde ya, además de ser conscientes de que si bien la duración razonable del viaje es importante, también lo es para sacudirnos la sensación de que Extremadura se encuentra aislada el disponer de más servicios, una mayor frecuencia de trenes electrificados, sin estar sometidos a un único horario. En estos momentos, dado el retraso en la línea que se acumula fuera de la región, eso es lo más importante porque no es de recibo tener un único Alvia al día, menos aún en esta época de bonos gratuitos que agotan enseguida las plazas. Se requiere una mayor alternativa de horarios, como sucede también, por cierto, en el caso de la conexión aérea, que en invierno además deja de ser una opción fiable.
El tren ha convertido a Extremadura en un meme nacional, ha debilitado la ya de por sí frágil autoestima extremeña y nos ha hecho retroceder muchos lustros a ojos de los demás, tal vez de manera injusta porque el avance de la región es innegable y el nivel de servicios y dotaciones en otros ámbitos resulta equiparable al del resto de territorios.
Sin embargo, nos va a costar pasar esta página, uno de los principales motivos de por qué no gobierna hoy el PSOE en la Junta. Su actual presidenta ha dado muestras de tenerlo muy claro en este aspecto, o dicho de otra forma, es improbable que a María Guardiola le suceda como a Guillermo Fernández Vara, sobre todo con un ministro socialista y a ratos volcánico en Madrid. Juan Carlos Rodríguez Ibarra dijo que se entendió bien con Francisco Álvarez Cascos cuando tocó avanzar en las autovías, a ver si la historia se repite por el bien general.
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