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La presidenta regional del PP, María Guardiola, ha presentado esta semana a su segundo candidato a la alcaldía de Mérida. Lo ha hecho apenas unos ... días después de fulminar a la que había designado para encabezar la candidatura emeritense a las próximas elecciones municipales, a una Fátima Mulero que estuvo en el cargo siete días.
«Me siento decepcionada con Fátima Mulero. Ha sido un error que asumo y del que aprendo», declaró Guardiola cuando comunicó que la joven dejaba de ser la candidata popular. «Yo no me siento nadie para juzgar a ninguna persona, pero sí tengo la obligación de exigir una conducta ejemplar a todas las personas que quieran asumir una responsabilidad pública en este proyecto. Fátima Mulero no va a ser la candidata por el PP de Mérida. Me siento engañada, he cometido un error y quiero subsanarlo».
María Guardiola acertó al asumir de forma inmediata el error y hacerlo además en primera persona, poniendo de manifiesto que la designación de Fátima Mulero no correspondía a nadie más, que había sido una decisión suya, como lo ha sido ahora la elección de Santi Amaro para liderar la candidatura.
Y aunque hay que agradecer siempre a un político, a cualquiera en realidad, que cuando se equivoque lo asuma, el error cometido por Guardiola no ha sido la elección de Mulero o no ha sido solo ese, sino posiblemente haber optado por jugar un partido en solitario o, cuando menos, con un equipo que no ha sabido hacer su trabajo. Porque lo que de verdad resulta sorprendente es que Fátima Mulero fuera una candidata ilusionante para el PP y siete días después una decepción rotunda.
En esa semana a Guardiola le pusieron sobre la mesa las dudas sobre la ejemplaridad de la joven que después la presidenta del PP alegó para justificar la marcha atrás en su decisión. Unas dudas sobre las que debía llevar razón la presidenta popular porque no fueron contestadas por la excandidata. Pero sorprende que esas dudas no se conocieran antes de presentarla públicamente, que nadie se las comunicara a la presidenta y le evitara no solo el mal trago que a buen seguro le supuso asumir el error cometido con Mulero, sino resquebrajar la formación en la capital autonómica. Porque la decisión que luego se convirtió en error hizo dimitir a la gestora que llevaba las riendas del partido, la que durante el último año ha tratado de recomponerlo después de que el presidente provincial de Badajoz, Manuel Naharro, decidiera que el tiempo de Pedro Acedo en Mérida había caducado.
Miguel Valdés asumió el encargo del partido, posiblemente con la promesa de que sería el candidato, y tras la elección de Mulero presentó su dimisión y, con él, el resto de sus compañeros en la gestora. Porque no entienden que se eligiera a una candidata a espaldas del órgano de representación del partido en la ciudad, que conocieran su nombre al mismo tiempo que se convocaba a los medios para presentarla, que nadie les consultara ni les informara de los planes decididos para Mérida. Y si ha sido así, llevan toda la razón cuando dicen que la dirección regional no ha sido honrada ni leal con ellos. Y si ha sido así, Guardiola se ha equivocado de cabo a rabo en las formas.
Hubo quienes pensaron entonces que tras el batacazo de Mulero la presidenta regional recularía y consultaría y buscaría un nombre de consenso. Pero de nuevo ha aparecido en solitario en la presentación de Santi Amaro, lo que tampoco deja de sorprender.
El presidente provincial de Badajoz la acompañó en la presentación de Ignacio Gragera como candidato ahora del PP a la alcaldía. Como lo estuvo el coordinador local y hasta entonces la apuesta de Naharro para ser el candidato, Antonio Cavacasillas. Sin embargo, posiblemente porque las encuestas mandan y los resultados con Gragera son bastantes más positivos para el PP, Naharro ha asumido el cambio y lo ha apoyado públicamente, foto incluida.
Una imagen que, sin embargo, ni se produjo con Mulero ni se ha producido con Santi Amaro. La sensación es que Guardiola ha vuelto a jugar sola este partido o que tal vez ha querido jugarlo sola, asumiendo su liderazgo en la formación, también frente a quienes la auparon, apostando por alguien ajeno a la política, un rostro nuevo capaz de generar ilusión en una ciudad en la que el PSOE de Osuna arrasa. En este caso con un exfutbolista, entrenador y empresario que, quizás tratando de reconducir el malestar en el PP de Mérida, en sus primeras declaraciones ha hablado de formar un grupo de trabajo y encontrar a los mejores para su candidatura, sin excluir a nadie. Porque igual no sabe todavía mucho de la cosa política, pero tiene sobrada experiencia en trabajar en equipo, en comprobar que los logros casi nunca son individuales, que el partido hay que jugarlo hasta el final y que el que acaba de iniciar finaliza en mayo.
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