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Un proyecto de región
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ANÁLISIS ·
La gigafactoría de Envisión se ha erigido en clave de bóveda de Extremadura, económica, política y emocionalmenteEl pasado 18 de julio fue un buen día para Extremadura. Se hizo el primer viaje en tren sobre una línea de alta velocidad y ... se firmó la llegada de una gigafactoría, una inversión de 3.000 millones de euros y miles de puestos de trabajo. Desde entonces, aquella calurosa jornada que incluyó la presencia de Felipe VI y el presidente Sánchez se ha ido cubriendo de sombras.
Lo que ocurrió con el tren es conocido y nos dejó a todos perplejos. A ese lunes le sucedió una semana de errores, retrasos y averías en los nuevos servicios ferroviarios, que revelaron una puesta de largo que se intuía excesiva en las formas, pero que además se confirmó precipitada. Se han ido subsanando los fallos, y los presupuestos del Estado indican que se está invirtiendo en el tren extremeño; aún queda lo que ya se echaba en falta aquel día estival: electrificación y más frecuencia de viajes.
Pero si lo del ferrocarril fue inesperado, más sorprendente son las noticias del proyecto de Envisión en Navalmoral.
El que se haya quedado fuera de la financiación del Plan estratégico del vehículo eléctrico, el llamado Perte, lo que aún debe confirmar el Ministerio de Industria, no será tan grave, o puede que incluso sea irrelevante, si la multinacional china muestra de forma contundente su deseo de seguir adelante con el proyecto, con las vías de financiación alternativas que se le pueden poner a su disposición, o con sus recursos propios dentro de su estrategia de implantación en Europa.
Es inevitable que el rechazo de Industria a incluirlo en el Perte genere dudas en torno a la viabilidad del proyecto, sobre todo cuando ha sido el propio Gobierno español el que procuró, con el acto de Navalmoral de la Mata y Sánchez, concederle todo el aval a la llegada de Envisión y, de paso, apuntárselo en su haber.
Y es necesario también que desde Extremadura se traslade a Madrid el mensaje de que, sea como sea, la región no puede perder de ningún modo un proyecto industrial como el de la gigafactoría, precisamente ahora que por fin se cuenta con los requisitos industriales (energía abundante a precio competitivo, suelo amplio, etcétera) que buscan los nuevos proyectos ligados a las actividades de presente y futuro como pueden ser los vehículos eléctricos y las renovables.
Que la gigafactoría se acabara truncando sería un descalabro de magnitudes insospechadas y la demostración palpable de que a veces no basta con tener los recursos, sino que también juegan otro tipo de intangibles, entre ellos la voluntad política, para disfrutar de inversiones verdaderamente importantes.
Es un buen síntoma que la propia multinacional haya seguido trabajando con el Gobierno extremeño durante este tiempo de espera de la resolución del Perte, para hallar fórmulas que resuelvan uno de los puntos débiles que aún tenemos, disponer de una mano de obra cualificada para proyectos y actividades emergentes. En cualquier caso, no parece que este pudiera ser el elemento que lleve al traste con la gigafactoría proyectada y, por el contrario, irradiaría más acciones positivas al permitir desarrollar en la región una formación profesional más compenetrada que nunca con el tejido industrial y el mercado laboral de su entorno más próximo.
La gigafactoría es ahora mismo una clave de bóveda de Extremadura, y no solo por su indudable impacto económico y su capacidad generadora de empleo en una comarca, ya saben, pendiente del futuro de Almaraz. Incluso con el mantenimiento de la central nuclear, que ya no se descarta, Extremadura no puede perder proyectos industriales que encajan a la perfección con sus condiciones si no quiere verse herida, además de en lo económico, de forma emocional y política. Conseguir que Envisión mantenga su apuesta por Navalmoral se antoja en estos momentos como una decisión trascendental para todos, un proyecto de región que debería avanzar por cualquier vía que se tenga al alcance.
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