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Los médicos y el modelo sanitario, 5 años después de la pandemia
La medicina preventiva y el desgaste profesional no reciben suficiente atención
Tomás Cobo
Presidente de la Organización Médica Colegial (OCM)
Domingo, 16 de febrero 2025, 00:02
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Tomás Cobo
Presidente de la Organización Médica Colegial (OCM)
Domingo, 16 de febrero 2025, 00:02
Hace ya cinco años que la pandemia de covid-19 sacudió los cimientos de nuestro sistema sanitario y de la sociedad en su conjunto. Una ... crisis que tuvo a la humanidad al borde del abismo, y que pronto se nos ha olvidado. Durante aquellos meses, el país entero se volcó en reconocer el sacrificio de los médicos y de todos los profesionales sanitarios. Se nos aplaudía cada día a las 20:00 horas, se nos llamaba «héroes», se hablaba de la necesidad de fortalecer la sanidad pública, de mejorar nuestras condiciones laborales, de proteger nuestra salud mental y física. Cinco años después, debemos preguntarnos: ¿qué ha cambiado realmente?
El desgaste físico y emocional que sufrieron los médicos y el resto del personal sanitario no ha desaparecido. El agotamiento, el estrés y la ansiedad siguen presentes en nuestras consultas y hospitales. La fatiga pandémica se ha transformado en desmotivación, en 'burnout', en renuncias a plazas de difícil cobertura y en un problema de salud pública que nadie parece querer abordar con seriedad.
En la Comisión de Reconstrucción del Congreso de los Diputados, la Organización Médica Colegial presentó 45 medidas para reforzar el sistema de salud y proteger a sus profesionales. ¿Dónde han quedado esas propuestas? Entre aquellas 45 medidas había compromisos clave. La creación de la Agencia Estatal de Salud Pública era uno de ellos, una herramienta fundamental para coordinar respuestas ante crisis sanitarias y promover políticas de prevención. Cinco años después, seguimos sin verla materializada.
Lo mismo ocurre con la medicina preventiva, que sigue sin recibir el impulso necesario. Invertir en prevención ahorra costes y mejora la calidad de vida de la población, pero en España continuamos centrados en un modelo reactivo, desbordado por una demanda asistencial creciente y con profesionales sometidos a una presión, en ocasiones, insoportable. El incremento de la demanda asistencial es una realidad incontestable, en número y en expectativa de soluciones inmediatas. La creciente tendencia a convertir cualquier malestar en un problema médico satura el sistema sanitario.
Mientras, los médicos afrontamos otros problemas urgentes que no se pueden seguir ignorando, como el aumento de agresiones, a los médicos y a todos los sanitarios. Hemos pasado del aplauso al insulto y, en demasiados casos, a la violencia. En 2023 se registraron cifras récord de ataques. La próxima semana presentaremos los datos de 2024, y un año más, las agresiones aumentan. Es inaceptable que quienes dedican su vida a cuidar sean hoy blanco de agresiones en su lugar de trabajo.
Y tenemos más problemas: no solo en España, también en Europa la demografía médica es preocupante. La falta de planificación nos ha llevado a un desequilibrio entre especialidades y territorios. Un reciente informe de la European Junior Doctors (EJD), que representa a cerca de medio millón de médicos jóvenes en Europa y que preside el psiquiatra español Álvaro Cerame, alerta del problema de los desiertos médicos en el continente, entornos de difícil cobertura en los que, en las condiciones actuales, es imposible la asistencia sanitaria de calidad.
Los profesionales sanitarios debemos seguir defendiendo una atención de calidad y alzar la voz ante las condiciones que ponen en riesgo nuestro desempeño. Las administraciones deben garantizar los recursos necesarios, una planificación coherente y medidas efectivas para cuidar a quienes cuidan. Las instituciones y los colegios profesionales debemos seguir trabajando para que el modelo sanitario no solo se mantenga, sino que evolucione y se adapte a las nuevas realidades.
La industria farmacéutica debe asumir su papel en la sostenibilidad del sistema, garantizando el acceso equitativo a la innovación sin que suponga un impacto inasumible en el presupuesto sanitario. La sanidad privada es un complemento del sistema público, colaborando de forma ordenada y eficaz para aliviar la presión asistencial sin generar desigualdades en el acceso a la atención. La ciudadanía debe comprender que la sanidad es un bien común y que su uso responsable es clave para su sostenibilidad. Solo así, todos juntos, seremos capaces de mantener y mejorar un modelo sanitario heredado de nuestros mayores y que es el mejor regalo que los españoles nos hemos dado en los últimos cien años.
En Madrid, en la plaza del Sagrado Corazón, se alza la escultura del Árbol de la Vida, un homenaje a los profesionales sanitarios fallecidos en la pandemia. Cinco años después, el mejor homenaje que podemos rendir a los que se fueron es trabajar juntos por una sanidad más fuerte y más justa, con un único objetivo: cuidar de los más frágiles y quebradizos de nuestra sociedad, los enfermos.
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