Oksana, Dmytro, Nazar y Andriy, los primeros refugiados de Ucrania en Extremadura

«Están mejor porque han descansado y yo estoy feliz porque están aquí conmigo, a salvo», explica Maryan. «Ahora estamos haciendo todo lo posible, tanto yo como mis padres españoles para que sientan que de verdad están en su casa, que están en familia».

«Hemos recibido muchas muestras de solidaridad, llamadas de personas que nos ofrecen ropa, alimentos y que también quieren acoger a otros ucranianos; pero necesitamos ir poco a poco porque estamos sobrepasados por esta situación», reconoce Margarita. Por el momento desde que anoche llegaron están volcados en que se sientan cómodos y en atender sus necesidades básicas. «Pero también viendo cómo pueden ir al médico y cómo escolarizar a los tres niños; contamos con la ayuda del colegio en el que está Maryan, la Santísima Trinidad que ya está en ello».

De hecho, añade Margarita, «el propio colegio ha iniciado una campaña para recoger material escolar, uniformes, ropa, calzado... de tal modo que quien quiera colaborar puede dirigirse al centro educativo».

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Antonio, Margarita y Maryan agradecen la solidaridad con sus familiares de Ucrania, de la misma manera que en nombre de los cuatro lo hace Oksana, tratando de sobreponerse a la terrible situación a la que le ha abocado una guerra que le ha roto su vida, que la obligado a abandonar todo, a alejarse de su marido y el padre de sus hijos, que se ha quedado a luchar. «Él está bien porque nosotros estamos a salvo aquí, pero para él, para nosotros, para todos es muy duro lo que está ocurriendo, porque el objetivo de Putin es destruir Ucrania, destruir nuestro país», explica.

«Para ayudarles de verdad necesitan poder retomar las riendas de su vida, un trabajo que les permita vivir de forma independiente, poder alquilar un piso y volver a empezar; Oksana es una mujer ha trabajado toda su vida y es la ayuda que pido a quien pueda darla», reclama Margarita Pardo.