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Abierto el plazo para inscribirse en el concurso de campanas 'Manuel Bermejo'. La asociación 'Amigos de Salvatierra lo organiza junto a la Hermandad del Santísimo ... Cristo de las Misericordias cada 13 de septiembre. Solo dejó de celebrarse el año que se rompió una de las dos campanas de la iglesia parroquial de San Blas y los dos de la pandemia. En esta ocasión alcanzará la decimoquinta edición. Lleva el nombre del que fuera durante décadas sacristán de la iglesia salvaterreña.
En el concurso puede participar cualquier persona, sin límite de edad. Pueden hacerlo enviando un mensaje al número de WhatsApp 607 61 54 77. El último día para apuntarse es el 10. El toque de campanas comenzará a las siete de la tarde del día 13 en el campanario de la iglesia de San Blas. Consistirá en la realización de un solo toque (inicio, repique y final) por espacio máximo de 90 segundos.
El ganador se llevará un trofeo y 70 euros. El segundo clasificado, trofeo más 50 euros. Y el tercero, trofeo y 30 euros. Además habrá un obsequio para todos los participantes.
Además del concurso, ese viernes 13 de septiembre se celebrará una jornada de convivencia con las asociaciones Campaneros de Extremadura y Campaneros de Almendral. A las seis de la tarde realizarán una exhibición de toques. A las seis y media, José María Benítez (Campaneros de Extremadura) y José Joaquín Pérez Guedejo (Almendral), ofrecerán una charla-coloquio sobre el arte de tocar campanas.
El concurso nació para salvaguardar el toque manual de campanas, muy arraigado en Salvatierra. Un toque reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.' Amigos de Salvatierra' fue una de las entidades que en España se sumaron al expediente iniciado por el Ministerio de Cultura para pedirle a la Unesco que el toque manual de campanas fuese catalogado como Patrimonio de la Humanidad.
El toque manual de campanas es una de las costumbres más ancestrales pero cada vez más expuestas a su desaparición acaba de recibir un impulso en un territorio como el extremeño en el que, a pesar de su decadencia desde 1970, todavía hay personas que manejan el sabio arte de tañir campanas.
Un modo habitual de comunicarse en las zonas rurales, no solo ligado a los actos religiosos, también una forma de arte por su musicalidad y que a partir de ahora goza de un reconocimiento que, más allá de la distinción en sí, obliga a las administraciones españolas a iniciar planes para salvaguardar la transmisión de esta práctica.
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