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Un coche utilitario blanco, mal aparcado frente a la fachada de la casa donde se cometió el crimen de los hermanos Gilda –Quiquín y ... Antonio Ortiz Román– sigue recordando a los vecinos el brutal hecho que tuvo lugar en mayo de 2022 en Los Santos de Maimona. El autor de ambas muertes fue su hermano Rafael, condenado por estos hechos a 42 años de cárcel.
El coche era de Quiquín, quien lo utilizaba para hacer pequeños desplazamientos hasta el centro de día de la residencia de mayores de Los Santos, donde comía, o para ir a cazar o a sus tareas en el campo.
Poco antes de que su hermano lo asesinase, lo había dejado bien aparcado enfrente de su casa de la calle San Cristóbal. Luego fue movido y ahora está mal estacionado.
La Policía Local de Los Santos asegura a HOY que ni ellos ni los agentes judiciales de la Guardia Civil pueden retirar el coche hasta que el juez dicte un auto en el que expresamente diga a quién pertenece ahora el vehículo, y por lo tanto debe hacerse cargo de él.
«Elevaremos una petición al juzgado para que nos indique de que manera debemos actuar, ya que el coche está en vía publica transitada, muy deteriorado y es un peligro», señala Francisco Javier López, jefe de la Policía Local, cuyos agentes han estado muy pendientes de todo lo relacionado con el vehículo ya que entorpece el paso de algunos vehículos más grandes como por ejemplo el camión de la basura.
Ruedas pinchadas, puertas abiertas por donde entran los pequeños a jugar… El coche ha sido saqueado, carece de batería y de otros elementos de valor y está directamente para el desguace. Las hijas del fallecido –supuestas herederas del vehículo– viven en Zafra, pero nada se sabe de su situación y si van o no a recibir por parte del juez esa responsabilidad.
El juicio en el que fue condenado el autor del crimen, Rafael, se celebró con jurado en Badajoz el pasado mes de enero, más de dos años y medio después de que cometiera el asesinato dentro de la casa donde convivían los tres hermanos.
Desde entonces, no ha sido ni limpiada ni ocupada por nadie. Sin embargo, según los vecinos, unos okupas entraron en un corralón de los hermanos Gilda, a pocas calles de donde dos de ellos murieron.
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