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MARCOS ANTONIO Gª REBOLLO
Jueves, 31 de agosto 2017, 09:13
Lo singular de estas fiestas de San Bartolomé es su solera. Su existencia es antiquísima. Fue una concesión real como ferias de mercado y ganado en 1466, a petición de los nobles de la familia Suárez de Figueroa. El pueblo era un hervidero.
Era tal el gentío que la villa se hacía pequeña y se habilitaban corralones y olivares para la acogida de la multitud. Y, en torno al mercado, aparecía para entretener el tiempo de ocio: el teatro, circo y las verbenas.
En la actualidad se conserva de la feria su aspecto lúdico y festivo, siendo inexistente el de mercado; extinguido en su totalidad hace más de tres décadas. Desde el 24 hasta el 27 se ha venido desarrollando esta feria, sin ese sabor añejo perdido, pero con numerosas actividades deportivas, culturales y de esparcimiento.
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