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María Kodama, viuda de Borges, hoy en Madrid. / Efe
Borges tanguista
LITERATURA

Borges tanguista

Rescatan las grabaciones inéditas en las que el escritor argentino diserta sobre el tango y tararea algunas estrofas

MIGUEL LORENCI

Miércoles, 6 de noviembre 2013, 10:55

Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899 - Ginebra, 1986) amaba el tango. Se deleitaba con sus formas más ancestrales, la guardia vieja y la milonga, y denostaba a mitos modernos del género como Carlos Gardel "por ñoño". Aunque el legendario escritor argentino jamás lo bailó, se ocupó por extenso de la manifestación cultural argentina por excelencia y dedicó al tango unas charlas que durmieron durante cinco décadas el sueño de los justos. Quedaron registradas en unas grabaciones que ahora salen a la luz y en las que además de teorizar sobre el tango, su orígenes y evolución, se puede escuchar como tangueaba el autor de 'El Aleph' y "El hombre de la esquina rosada'.

María Kodama, viuda y albacea de Borges, el exministro de Cultura español César Antonio Molina y el escritor vasco Bernardo Atxaga han apadrinado hoy el rescate de esta tres grabaciones borgeanas sobre el tango registradas en 1965 en algún lugar Buenos Aires por un anónimo inmigrante español y con el tráfico porteño como ruido de fondo. Un precioso material que Atxaga, su inopinado tenedor desde 2002, ha depositado en la Fundación Sánchez Ruipérez para su difusión.

Son casi cinco horas de grabación en viejas casetes en las Borges diserta sobre "ese pensamiento triste que se baila" con análisis, historias, valoraciones, chascarrillos y comparaciones. Desvela una pasión por el tango que impele a Borges a atacar un par de estrofas que pronto estarán a disposición de todos. Y es que las charlas se recogerán en un audiolibro editado al alimón por las fundaciones Borges y Sánchez Ruipérez.

A través de vídeo-conferencia Atxaga explicó en la Casa del Lector como recibió las cintas "de manos un amigo, que a su vez las recibió de otro amigo que se las dio como pago una deuda". El autor de 'Obabakoak' remitió el insólito y preciso material a Edwin Willamson, catedrático de Oxford, biógrafo de Borges y gran especialista en su obra, quien confirmó sin dudas que las charlas eran de Borges y que permanecían inéditas. María Kodama remitió a su vez las grabaciones a César Antonio Molina, que también certificó su autenticidad. "Borges habla de lo vivido, luego de lo escrito y finalmente de lo leído en unas charlas en las que luce su gigantesca memoria", acota el exministro y director de la Casa del Lector.

Desafinado

"Los primeros tangos no tenían letra o tenían lo que podemos llamar decorosamente inefable, o letra indecente o una letra meramente traviesa", dice Jorge Luis Borges antes de canturrear estrofas de algunos de sus tangos preferidos como 'El choclo'. "Caracanfunca se hizo al mar con tu bandera" tararea, como 'Pasen a ver señores...', un tango viejo que canta "correctamente desafinado" y que, según María Kodama, era de su gusto. No los de Carlos Gardel con "ese sentimiento llorón y melodramático y del que Borges abomina".

El autor de 'Historia universal de la infamia' le había confiado a Kodama como de crío vio a un pareja masculina tanguear en una calle de Buenos Aires y cómo los dos hombres solo se tocaban las manos. Estamos a principios de siglo XX, cuando el tango es todavía un suburbial baile de tugurio y gentes de malvivir. Las mujeres se niegan a bailarlo en la calle y reservan sus sensuales contoneos para la privacidad de cuartos y salones; no para abrazarse con un malevo en cualquier esquina. Cuando el tango llega a París se dignifica; se baila en los salones más elegantes y esnobs "y las mujeres argentinas también comenzaron a bailarlo".

El escritor sitúa el origen del tango en torno a 1880 y le adjudica una etimología africana que no justifica. "El tango sale de las casas malas (...) es arrabalero, surge de los suburbios de la ciudad (...) y este estaba cerca del centro (...) había gente que las frecuentaba para jugar a la baraja, tomar un vaso de cerveza o ver a los amigos...", dice. "El tango perdió los primitivos cortes y quebradas y se convirtió en una suerte de paseo voluptuoso (...) e hizo que apareciese un instrumento nuevo, el bandoneón, que no se conoció en las primeras orquestas...", explicaba el propio Borges a sus embelesados oyentes. Precias como el tango se origina "en los mismos lugares en los que surgiría después el jazz en Estados Unidos" y admite que "ha llevado el nombre de Argentina por todas las partes del mundo".

Las charlas tanguistas son además un pretexto para que Borges despliegue su proverbial erudición y derive por infinitud de meandros y vericuetos. "Va de la poesía de Walt Whitman, Rubén Darío o Juan Ramón Jiménez, a los escritos de Leopoldo Lugones, Homero o Mark Twain, pasando por Valle Inclán", enumera César Antonio Molina "Evoca viejas milongas, los ecos de violines y guitarras en un desaparecido Buenos aires poblado de cobardes y valientes" concluye el exministro.

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