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Baños en piscinas naturales y gargantas: el peligro de lanzarse

Baños en piscinas naturales y gargantas: el peligro de lanzarse

Extremar las precauciones es la única manera de prevenir de forma eficaz lesiones medulares

R.H.

Lunes, 19 de junio 2023, 19:42

«Trauma craneal y lesión medular». Esto es un diagnóstico que se repite cada año decenas de veces en las playas, ríos, embalses y piscinas españoles.

La estadística del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo es elocuente. Algunos años hasta el cinco por ciento de las personas que ingresan en este centro lo hacen como consecuencia de una mala zambullida. Según los datos que maneja la Cruz Roja, el seis por ciento de todas las lesiones medulares que hay cada año en España se producen al tirarse al agua y golpearse con el fondo, con el bordillo o con un roca, o simplemente por el propio impacto con el agua al lanzarse desde demasiada altura y caer mal. Extremar las precauciones es la única manera de prevenirlas de forma eficaz.

Muchas veces el problema es la confianza de conocer el terreno. «Conocía el lugar perfectamente, se debe haber tirado desde ahí cientos de veces», apuntaba el alcalde de Navaconcejo en 2014, José Antonio Moreno, en el lugar donde ocurrió un accidente. Se trataba de una parte de la piscina de la localidad en la que la profundidad alcanza los dos metros, por lo que los usuarios, sobre todo los más jóvenes, se tiran habitualmente desde las rocas que hay en la orilla, al igual que ocurre en casi todas las demás piscinas naturales y gargantas aptas para el baño, tan numerosas en el norte extremeño.

Los servicios de emergencias son buenos conocedores de las graves consecuencias que en ocasiones tienen este tipo de zambullidas. Un responsable de actividad de Cruz Roja en Plasencia suele acudir a los centros educativos de la zona antes del verano para dar charlas sobre las prácticas de riesgo que conviene evitar en los lugares de baño. Varias décadas de experiencia le han hecho intervenir en muchos accidentes de este tipo. «Cuando abrieron el canal de baños de Plasencia, en el que cubre muy poco, hubo muchos accidentes», recordaba Joaquín Micot. Su recomendación es radical: no tirarse nunca de cabeza en ríos ni embalses, ni siquiera aunque se crea conocer el lugar a la perfección, ya que la profundidad puede variar incluso de un día para otro, y además las crecidas invernales suelen modificar los fondos y «donde un año no hay una piedra resulta que el año siguiente sí la hay porque la ha arrastrado el agua». Micot ni siquiera era partidario de lanzarse de cabeza en las piscinas pues, aunque el fondo es regular, nadie está exento de sufrir un resbalón y golpearse con el bordillo, o simplemente no calcular bien el ángulo de entrada en relación a la profundidad, frecuente causa de impactos contra el suelo de las piscinas.

Un riesgo añadido son las volteretas y cabriolas que los más atrevidos realizan al lanzarse al agua. Hace ya muchos años que en las piscinas públicas españolas se prohibieron las plataformas y los trampolines, precisamente por la proliferación de accidentes con lesiones que se producían, desde las más leves en los ligamentos y articulaciones hasta las más graves en la médula espinal. Ahora sólo pueden instalarse en los clubes deportivos con personal cualificado, pero aun así en cualquier piscina o río se ven saltos mortales y piruetas que suponen un riesgo evitable e innecesario.

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