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No recordar una página que se acaba de leer, incapacidad para realizar tareas que antes resultaban rutinarias, insomnio, alteraciones del gusto y el olfato, depresión ... y ansiedad. Para dos millones de personas en España y para muchos millones más en todo el mundo, la covid-19 no es solo el recuerdo de un tiempo oscuro, sino una realidad que se continúa mostrando todos los días bajo el nombre de covid persistente. Desde hace cinco años, la ciencia se esfuerza en encontrar explicaciones a una enfermedad que castiga la calidad de vida de quienes la sufren y genera alrededor de sus pacientes un manto de incomprensión.
La covid persistente se manifiesta con síntomas respiratorios, neurológicos, digestivos o generales, como fatiga y agotamiento, que se mantienen durante al menos tres meses. El 23% de las personas infectadas con SARS-CoV-2 entre 2021 y 2023 desarrollaron covid persistente y en el 56% de ellas los síntomas se mantuvieron durante por lo menos dos años, según un estudio realizado por el centro ISGlobal, en colaboración con el Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol (IGTP), y publicado en la revista BMC Medicine.
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Esta investigación señala factores de riesgo para la covid persistente, como ser mujer, haber tenido una infección grave de covid-19 y presentar una enfermedad crónica previa, como asma. También las personas con obesidad o con niveles elevados de anticuerpos IgG antes de la vacunación son más susceptibles a desarrollar covid persistente.
Los investigadores identificaron tres subtipos clínicos de covid persistente, dependiendo si los síntomas eran neurológicos y musculoesqueléticos, respiratorios, o graves e involucraban a múltiples órganos. También descubrieron que las personas que se infectaron en la primera parte de la pandemia, antes de que en enero de 2022 la variante Ómicron se volviera dominante, han tenido más riesgo de desarrollar covid persistente.
Los científicos explican que existen factores de protección, como el estilo de vida saludable (actividad física regular y un patrón de sueño adecuado) y sobre todo, la vacunación antes de la infección. La pauta completa de vacunación antes de la primera infección está asociada a una reducción en el riesgo de desarrollar covid persistente y a una disminución en el número e intensidad de los síntomas, concluye un estudio de la Clínica Universidad de Navarra publicado en la revista Immunology. En concreto, según esta investigación, las personas vacunadas con la pauta completa tenían casi la mitad de riesgo de desarrollar covid persistente.
Los pacientes, mientras tanto, lamentan que la sociedad haya «pasado página» sobre esta enfermedad «sin ser consciente de que una buena parte de los ciudadanos no han podido recuperar la salud». Asociaciones autonómicas, nacionales e internacionales lamentan que en estos cinco años no se hayan puesto en marcha ensayos clínicos enfocados a tratamientos y reclaman poder acogerse a la Ley de Dependencia, adaptaciones en los puestos laborales o itinerarios educativos diferenciados para niños y adolescentes.
«La covid persistente no ha caído en el olvido porque para que eso ocurriera, en algún momento tendría que haber estado presente», cuenta el doctor Lorenzo Armenteros, colaborador de Reicop, la Red Española de Investigación en Covid Persistente. Los sanitarios que siguen estudiando la enfermedad calculan que entre un 10% y un 15% de los que padecieron covid sufren ahora covid persistente, aunque no se ha articulado un registro que los contabilice.
«Existe una parte del sector sanitario que no cree en la enfermedad y por eso está resultando difícil identificar a los pacientes», continúa Armenteros, que cita otros problemas. «En ocasiones, la covid persistente puede confundirse con alguna otra patología», agrega este especialista, que desde el principio ha luchado para que se reconozca el impacto de la enfermedad «como problema de salud pública, médico y social».
Una parte de las unidades hospitalarias que se dedicaron a la covid persistente ya han cerrado y las que siguen abiertas lo hacen por la voluntad de los profesionales. Tampoco los ensayos clínicos con fármacos están apuntando al origen de la enfermedad, sino a paliar los síntomas. «Tenemos que ser insistentes para que mejore la investigación y para que las administraciones tengan en cuenta a los pacientes», señala Armenteros.
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