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JOSÉ MANUEL MARTÍN
Domingo, 2 de enero 2011, 12:07
Ya está en vigor de la nueva ley antitabaco. Si algún fumador hizo como propósito de año nuevo dejar de fumar, la legislación se lo va a poner fácil. Desde hoy no se puede fumar en ningún establecimiento de hostelería.
Un sector que parece resignado a que las modificaciones en la legislación interfieran en sus negocios. «No estamos en contra de la ley y queremos colaborar con la salud pública, pero creemos que la última reforma ya era suficiente», afirma César Vicho Durán, gerente de la Asociación de hosteleros AECAHTUR, quien asegura que «desde 2006 se ha pasado de un 0,5 por ciento de espacios de hostelería libres de humo a un 50 por ciento».
Las previsiones de los responsables del sector no son nada optimistas. «Calculamos unas pérdidas de entre el diez y el quince por ciento», apunta Vicho. De confirmarse estos datos sería un golpe muy duro para el sector, que ya sufre los efectos de la crisis económica. «Llevamos más de un año de pérdidas, esto sería el remate», dice resignado.
Las principales quejas de la hostelería local se centran en el momento elegido para la entrada en vigor de la ley y en el escaso peso que han tenido sus propuestas. «Las circunstancias actuales son muy malas y esto sólo va a contribuir a agravar la crisis», apunta Vicho.
Se intentó, sin éxito, que el nuevo texto contemplara zonas para fumar en las que no hubiera servicio de camareros y beneficios fiscales para aquellos propietarios que hubiesen realizado obras en su local con objeto de adaptarlo a la reforma legislativa de 2006.
Las sanciones irán en dos direcciones, a los propietarios de los establecimientos y a los fumadores que incumplan la prohibición. Los fumadores serán multados con 30 euros, pero para los hosteleros habrá dos tipos de sanciones: entre 30 y 600 euros por no informar de que no se puede fumar en sus establecimientos, y entre 601 y 10.000 euros por permitir que se fume. Desde la asociación de hosteleros se entiende que las sanciones son desproporcionadas y discriminatorias.
Los fumadores están concienciados, excepto casos aislados. La mayoría asegura que cumplirá la legislación y que además es beneficioso para todos. «Así podré ir con mi niña pequeña a tomar una caña, que hasta ahora no podía», dice Gonzalo Gil, un fumador. «Fumaremos menos y no molestaremos a los de alrededor» apunta Sara, otra fumadora.
Sin embargo, dudan respecto a que el resto de los fumadores hagan lo mismo. «Se cumplirá al principio pero luego la gente volverá a fumar en los bares», dice Sara. Es curiosa la concepción que se tiene en relación al modo de actuación de los demás. «Pasará lo mismo que con el bloqueo de la máquina de tabaco, al principio en todos los bares tenías que pedir que te la activaran y luego todas funcionan como antes», añade Gonzalo escéptico ante el cumplimiento de la ley.
Tanto los fumadores como los hosteleros tienen sus reservas respecto a la acogida de la norma. «No sé cómo va a reaccionar la gente», reconoce Juan Burgos, dueño del bar Dallas. Controlar a los clientes en una cafetería con poca gente puede resultar sencillo. «Pero hacerlo en una discoteca con más de doscientas personas va a ser complicado», comenta una de las camareras del bar.
No son las únicas dudas que se planteaban a escasas horas de la entrada en vigor de la ley. «No sabemos que cartelería tenemos que utilizar para informar a los clientes», advierte Vicho, «y lo que es más grave, tampoco se nos ha informado sobre el cuerpo del orden público al cual debemos avisar en caso de que algún cliente se salte la prohibición y no atienda a las recomendaciones de los trabajadores».
Aunque lo lógico sería que la gente no fumase, todos tienen bastante claro que se lo tendrán que recordar a los clientes en más de una ocasión. «Ya sea por costumbre o por cabezonería habrá que decirle a más de uno que no fume», advierte Pedro, del bando de los no fumadores. «La labor de policías que se nos va a encomendar es el colmo», señala Vicho, quien vaticina que la nueva ley provocará más de un conflicto entre camareros y consumidores.
Respecto a las pérdidas que calcula el sector de la hostelería hay opiniones para todos los gustos. «Esta es una zona de funcionariado, la gente que viene a tomar el café por la mañana se quiere fumar un cigarro», añade Burgos, que considera que al principio se notará económicamente la medida pero se normalizará con el paso del tiempo. «Al ser igual en todos los bares no creo que se note nada», piensan la mayoría de los clientes.
Habrá que esperar, pues, para valorar en su justa medida la influencia de la prohibición.
«Vamos a notar un bajón importante de clientes durante los primeros meses pero luego se irá normalizando», opina Juan Burgos, propietario del bar Dallas, en tono optimista. «Creo que la gente se va a concienciar de que no se puede fumar y no habrá problemas», añade el hostelero que confía en que su clientela actuará con respeto a la ley.
Sara es fumadora. «La nueva ley me parece bien es justo para los no fumadores», expone. Por su parte, Joaquín no fuma. «Se han hecho estudios que confirman que es muy perjudicial fumar en los sitios cerrados. Estoy de acuerdo con la ley», afirma. «Aunque lo de no poder fumar en los parques es un poco exagerado», reconoce.
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