70 años del Festival de Teatro de Mérida
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70 años del Festival de Teatro de Mérida
Marca distancias, pero llega con los deberes hechos y la sonrisa puesta, reflejo de su medio siglo de profesión. Su asignatura pendiente: triunfar en los escenarios de nuestro país…, y está dispuesta a aprobarla este verano dando voz a Medusa.
XLSemanal. En la mitología griega, Medusa muere decapitada a manos de Perseo. Pero usted ha venido para hacer justicia.
Victoria Abril. ¡Totalmente! Os voy a contar yo la verdadera historia de Medusa; porque estoy, como Medusa, hartísima ya de que se manipulen y tergiversen los hechos.
XL. Porque Medusa fue violada por Poseidón en el templo de Atenea y, encima, castigada por ello por la diosa.
V.A. ¡Exacto! Cargó con una culpa que no le correspondía y un odio a los hombres que no hacía más que alentar su falta de fe en los demás.
XL. Así que Victoria Abril va a revolucionar la mitología griega este verano.
V.A. Ya que vengo a celebrar en España mis bodas de oro profesionales, voy a poner la mitología griega en su sitio interpretando la primera obra original sobre Medusa. Empecé haciendo cine de autor y me voy a morir haciendo teatro de autor.
XL. ¿Piensa que se va a morir después de esto?
V.A. Espero que no (ríe), pero el teatro de autor es de los pocos espacios que nos quedan ya de libertad. En la tele no se puede decir nada; el cine ya no es nuestro, es de las plataformas y ya no es de autor, porque lo escribe el ChatGPT ese.
XL. ¿Descarta volver a trabajar en el cine español?
V.A. Es que a las actrices, a partir de los cuarenta, el cine las abandona como el desodorante y no vuelve más. Mi fiel Triple AAA (Aranda, Almodóvar y Agustín Díaz Yanes) fue mi pilar los primeros veinticinco años de mi carrera. Pero ahora que Aranda se ha muerto; que para Almodóvar ya se me pasó el arroz, porque a él le gustan las chicas de treinta y quedan muy pocas posibilidades de que me vuelva a llamar, y que Agustín ya está casi jubilado… veo difícil mi vuelta al cine.
XL. Tiene fama de haber dicho siempre lo que le parece, ¿con los años se va cortando?
V.A. Claro que me corto, porque antes éramos una real democracia y ya no. Ahora vivimos en una especie de democradura global, sin apenas derechos humanos ni libertad de expresión.
XL. ¿Qué tal se lleva con las redes?
V.A. No me llevo: cero. No me interesa más que la vida real, lo que puedo ver, oler y tocar. No tengo ninguna relación con ellas y hasta del móvil me estoy despegando, porque es una fábrica de cretinos; el día que se te pierde no puedes ni entrar en casa porque no te sabes de memoria ni el puto código de la puerta y eso me ha pasado a mí.
XL. ¿Lee lo que dicen de usted en los chats?
V.A. No leo nada, ¡más me vale! Las redes son redes y te atrapan en un mundo de prejuicios, de mentiras y apariencias que no me interesa. Y lo que diga la tele, tampoco: la he desenchufado. Hace años que no la veo por prescripción facultativa, meten mucho miedo y me sube el cortisol.
XL. ¿Esta vuelta al teatro, justo cuando celebra sus bodas de oro, es el principio de una nueva etapa?
V.A. Totalmente. No imaginaba mejor escenario para mi vuelta al ruedo que hacerlo en el gran Teatro Romano de Mérida, la Meca del Olimpo, con Medusa. Hasta mi jubilación ya no voy a salir del teatro. Como decía Lorca: el alimento del alma es el teatro. Así que… ¡Bon appétit!
Es un terremoto y derrocha sentido del humor. Debutó hace cuarenta años en el teatro con 'Las troyanas' y ahora protagoniza 'Tiresias', el adivino griego que se mete en problemas por decir la verdad. La actriz tampoco elude polémicas ni se deja intimidar.
XLSemanal. Es usted veterana ya en Mérida. Y esta vez con el gran mito de Tiresias: contar la verdad y que nadie te crea o contar mentiras para que todos te crean.
A.A. En definitiva, contar lo que quieren oír; porque a Tiresias, cuando cuenta la verdad y no gusta, lo echan a patadas. Los dioses y los reyes le consultan, pero no les gusta oír la verdad.
XL. Tiresias es ciego por un castigo de los dioses.
A.A. Sí, lo castigó Zeus por ver desnuda a Atenea. Y porque dijo que las mujeres disfrutaban más del sexo que los hombres. El pobre Tiresias cada vez que abría la boca la cagaba [ríe].
XL. Y lo premian y castigan según les gusten o no sus predicciones. Estar en manos de los poderosos tiene su riesgo.
A.A. Mucho, pero esto sigue pasando: quienes tienen el poder premian que otros digan lo que quieren oír y quitan del medio a quienes dicen lo que no les conviene.
XL. Pero hoy no nos creemos nada de casi nadie...
A.A. ¡Exacto! En la época de más información es cuando más desinformación hay... y con la inteligencia artificial ya ni te cuento.
XL.Este año cumple 60 y va a poder viajar gratis en autobús, ¿está preparada para esta 'broma del destino'? [Risas].
A.A. ¡No! [rotunda]. La tarjeta dorada me da mucha impresión. No he tenido rollo con la edad ni a los 40 ni a los 50, pero el seis me impresiona un poco. Y volvemos a lo de siempre: a una mujer enseguida le dicen: «¡Ay! Es que ya es mayor». Seguimos con ese prejuicio. Y en redes, cuando te quieren insultar, te llaman 'vieja'. Yo les contesto: «Y más que pienso ser». También me llaman 'abuela' por mi hijo, pero me resbala.
XL.Con su mujer tiene un hijo de 4 años, ¿también eso es motivo de crítica?
A.A. Igual: que un señor de 64 años tenga un hijo es guay… pero si lo tiene una mujer se cargan las tintas. En las redes me llaman de todo. La Celestina dijo: «No hay nadie tan viejo que no pueda vivir un año más ni tan mozo que no pueda morirse hoy mismo». Nadie tiene la garantía de la supervivencia. ¿Quién es quién para opinar cuándo alguien hace qué?
Su papel en 'Cerdita' le valió un Goya y el reconocimiento de su talento. A los 38 años posa confiada y siempre con la sonrisa puesta. En Mérida dará vida a la Paz –ahí es nada– en una comedia delirante, adaptada de un texto de Aristófanes.
XLSemanal. Es la más joven de las tres, pero no es nueva en Mérida..., aunque por los pelos.
Laura Galán. No, estuve un día; no soy debutante, pero casi [ríe]. Vine hace diez años con la Medea de Aitana Sánchez-Gijón, que dirigió Andrés Lima.
XL. Este verano entra de lleno. Atenas está en guerra y Trigeo (Joaquín Reyes), un sencillo viñador, es el encargado de buscar la Paz para su tierra, Ática.
L.G. Él se anima porque ve que nadie hace nada y va a buscar la Paz, montado sobre la concha de un escarabajo pelotero gigante. Trigeo es el hombre más valiente, inconsciente y kamikaze que existe: un loco.
XL. Y usted es la Paz, que está secuestrada y maltratada.
L.G. Yo hago dos papeles en esta obra: primero soy la hija de Trigeo y luego soy la Paz, que está vapuleada. Y la verdad es que nunca me he sentido tan deseada como ahora [ríe]. Lo flipante es que, pese a ser un texto de Aristófanes, escrito 400 años a. C, todo lo que se dice está vigente.
XL. Bueno, por eso los llamamos 'clásicos'.
L.G. Ya; pero es muy doloroso, porque no hemos avanzado nada como sociedad. ¡Qué mal tratamos a la paz! No hay más que mirar alrededor y ver lo que pasa en el mundo.
XL. Esta reflexión, de pura obviedad, recuerda al eslogan de las antiguas misses que decían que lo que más deseaban era la paz en el mundo.
L.G. [Se ríe]. Sí; es una pena, pero es así. Al final el mal lo traen el dinero y la ambición… para que paguen el pato siempre los mismos: el pueblo, los de abajo, los que están en la mierda, sin metáforas de ningún tipo.
XL. ¿Qué tal si erradicamos cualquier tipo de violencia en nuestro entorno: agresividad cero?
L.G. Mira, al venir para acá, un señor me ha gritado cuando me subía al taxi porque no le venía bien donde había parado la taxista. Eso también es guerra y hostilidad. Quizá el ser humano no es tan bueno como queremos creer. El único consuelo que me queda y que está en mi mano es hacer teatro para que el mundo sea menos feo. Y, sobre todo, intentar educar bien a mi hijo con todo el amor del mundo.
XL. Una vez me dijo que se planteaba dejar su trabajo porque veía difícil conciliar (su hijo tiene 2 años).
L.G. Lo sigo pensando. Soy muy feliz trabajando, pero la conciliación es tan difícil que me da más paz quedarme en casa criando a mi niño.
XL. ¿Podría hacerlo?
L.G. Pues no, no tengo una economía boyante y yo también tengo que perseguir mi sueño: mi hijo será feliz si yo lo soy.
XL. Entonces, le compensa conciliar por duro que sea [risas].
L.G. Pues tampoco; porque la realidad es que, sin una red que te ayude, que en mi caso son los padres, muchas veces perdería dinero si trabajo. En definitiva, la conciliación no existe; la conciliación son tus padres, tus amigos, tus renuncias… No te extrañe si un día tomo la decisión de dejar de actuar [ríe].
XL. Con la de cosas estupendas que le han pasado estos dos últimos años: un hijo, un Goya (por Cerdita), varias películas y obras de teatro…
L.G. Pues con toda esta suerte y siendo una privilegiada, siempre estoy al borde del abismo: así es nuestra realidad. Mucha gente se va a sentir identificada cuando lea esto.