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Domingo, 15 de mayo 2022
El toro cinqueño con que debutó en San Isidro la ganadería de El Parralejo, muy bien hecho, bravo en varas y de excelente son en ... la muleta, estaba siendo el mejor de la corrida del estreno. Vino a mejorarlo el sexto, pronto por bravo, codicioso y de largo recorrido por las dos manos. Muy completo. Dos toros de alta nota. Un quinto notable -nobleza, fijeza- completó el trío que despejó del todo la incógnita del debut, que antes de soltarse los dos últimos estaba por resolverse.
El segundo, sacudido de carnes, más corto que los demás, menguado por una vuelta de campana y claudicante, fue devuelto en banderillas. Una brega más ligera y un segundo puyazo más liviano habrían seguramente evitado el pañuelo verde. El tercero, andarín y rebrincado, hirió a Ginés Marín de certera cornada casi en el comienzo de faena, cuanto en los medios el torero de Olivenza se descaró sin espera. Después de la cogida, el toro se soltó y huyó, pegó trallazos y murió barbeando las tablas. El cuarto, frágil, se dejó media vida en un puyazo romaneado y parte de la otra media en un entierro de pitones al tercer viaje de muleta. Se defendió por flojo y no por otra razón.
Tocó, por tanto, esperar para cerrar el paréntesis. Hace poco más de dos semanas lidió la ganadería su primera corrida en la feria de Sevilla. Aquella y esta otra fueron bastante diferentes. En la de San Isidro no asomaron las gotas de fiereza del lote de Daniel Luque en Sevilla. Dos faenas extraordinarias, encarecidas por el punto de esos dos toros, de mejores hechuras que cualquiera de los seis de esta baza de Madrid. Y el factor humano: en la corrida de San Isidro no estuvo anunciado Daniel Luque, un detalle clave.
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Pese a ser novedad, la corrida estaba elegida para una de las fechas mayores del largo abono. Iba a cumplir el primero de sus tres compromisos de San Isidro Emilio de Justo, tan gravemente lesionado en la inauguración de temporada en las Ventas. Y vino a torear también la primera de sus tres tardes de San Isidro Ginés Marín. Dos veces iban a haber coincidido De Justo y Marín en apenas una quincena. En esta tarde y en la corrida del 1 de junio, la de Beneficencia. Se cruzó el destino nuevamente. A Ginés lo sacaron a saludar al tercio después del paseo en reconocimiento de su triunfo en la pasada feria de Otoño. Por responder a las expectativas, Ginés corrió y asumió el riesgo de abrirse y exponerse en los medios con el toro que lo hirió, que estaba muy por ver y no pintaba bien precisamente. La cornada fue traicionera, de sorpresa. La voltereta, monumental. Ginés se negó a retirarse a la enfermería. Incluso abundó con el toro contra toda razón. Lo mató con su proverbial facilidad y buen estilo.
En manos de Curro Díaz cayeron los dos toros de la corrida. El sexto, de rebote, por la cogida de Marín. Con los dos anduvo igual de animoso, listo y habilidoso. Con el sexto, además, tuvo el detalle de irse a la distancia, al mismo platillo, y de aguantar perfectamente compuesto el primer ataque tan en serio del toro. Estuvo más acoplado que templado, seguro, tranquilo y ligero, sin acabar de ligar una tanda completa, pecando de perder pasitos, pero regalando a su gente con las pinceladas de la parte agitanada de su repertorio. La faena del primero tuvo menos ritmo, pero más compasito. También en esa primera faena se echó en falta una tanda completa y sin mácula. Con el segundo de su lote abrevió.
Álvaro Lorenzo, colocado en la primera sustitución de la feria -la de Emilio de Justo-, anduvo muy seguro con un inmenso sobrero viejo del hierro de Aleas -del ganadero gallego José Vázquez- que, pese a su trote cabestrero y su renuncia en el caballo, fue en la muleta noblón y manejable. Y quiso, y quiso mucho, con el buen quinto de El Parralejo. Embarcado en larga faena que abrió a lo grande -cite para el cambiado por la espalda desde los medios, resuelto con desarme y desaire- y faena compuesta de tandas largas por las dos manos. Los censores se echaron encima cuando lo vieron abusar del toreo por fuera. La mayoría celebró el invento. Los remates de serie y los muletazos de remate tuvieron buen aire. A la gente le asustó una tanda ajustada de sedicentes bernadinas. Y a todo el mundo puso de acuerdo una excelente estocada. Para Curro y Álvaro, el premio de dos orejas, una y una, muy facilonas.
Plaza: Las Ventas. 8ª de feria. Primaveral.18.496 almas. Dos horas y cuarto de función.
Toros: Curro Díaz, ovación, silencio y oreja en el que mató por cogida de Ginés Marín. Álvaro Lorenzo, que sustituyó a Emilio de Justo, silencio tras aviso y una oreja. Ginés Marín, herido grave por el tercero. Cornada en el muslo derecho de dos trayectorias, de 25 y 20 cms. Intervenido en la enfermería de la plaza.
Ganadería: Cinco toros de El Parralejo (Herederos de José Moya) y un sobrero -2º bis- de José Vázquez.
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