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Disfrutar de la variedad de los paisajes con solo levantar la cabeza
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Día de Extremadura

Disfrutar de la variedad de los paisajes con solo levantar la cabeza

La riqueza natural de Extremadura, marcada por una amplia biodiversidad de norte al sur, es uno de los grandes atractivos, generador de empleo además, de un territorio atravesado por el Tajo y el Guadiana, «los auténticos repartidores de vida».

Ana B. Hernández

Plasencia

Viernes, 6 de septiembre 2024, 20:48

Cuando un compañero de trabajo le recomendó visitar una región española llamada Extremadura, Martin Kelsey no podía imaginar siquiera entonces que la elegiría unos años después para vivir en ella «y convertirla en mi hogar». Este inglés de nacimiento y extremeño de adopción tiene claro que no cambiaría la llanura trujillana por ningún otro lugar en el mundo.

«Llegué como turista y quedé impactado, tanto que hace ya 20 años decidí venir a vivir y trabajar aquí». Remodeló un antiguo lagar como casa rural, en la que reside, en Pago de San Clemente, a unos 10 kilómetros de Trujillo.

«Cada día, cuando me levanto, veo la sierra de los Lagares, con olivares tradicionales, también bosques de robles y la dehesa con us encinas, y si camino poco más de unos minutos, los grandes llanos de Trujillo».Un espectáculo de la naturaleza que se ocupa además de enseñar a todo aquel que llega a su casa rural. «Y todos, como yo la primera vez que vine, se quedan sorprendidos al descubrir tanta diversidad y un sentido del espacio, debido a la baja densidad extremeña, que es imposible encontrar en otros muchos lugares».

Como él, los padres de Paul Alfred Hannemann, él alemán y ella suiza, llegaron a la comarca de La Vera por motivos de trabajo sin la intención posiblemente de permanecer en la región. «Yo llegué con ocho años», recuerda Fredy, y hoy reside frente al monasterio de Yuste, un espacio único para un biólogo y autor de dos libros centrados en la riqueza natural y paisajística de Extremadura, aunque su vida profesional va por otros derroteros.

«Llegué como turista a la llanura Trujillana y me gustó tanto que hace 20 años ya que la convertí en mi hogar»

«Tenemos un tesoro que debemos cuidar y aprender a cuidar, un tesoro real que es rico y variado y que va mucho más allá de Monfragüe, porque Extremadura es biodiversidad y residir aquí, casi en cada rincón, nos permite oler y sentir la naturaleza».

Esa biodiversidad incluye desde las altas montañas de Gredos o Tormantos hasta la estepa cerealista de la Serena y los grandes embalses de la Siberia, pasando por los bosques de robles y castaños de las comarcas del norte, las inmensas llanuras de Cáceres y Trujillo y el paradigma de la naturaleza extremeña: la dehesa que recorre de norte a sur la región con alcornoques y encinas.

María José Prieto ve desde su casa las Villuercas cada mañana.

«Desde mi casa disfruto de los paisajes de la Vera y de la sierra de Tormantos, a los que doy los buenos días cada mañana». Para Fredy Hannemann, «esa visión diaria, que incluye respirar aire puro, tener la inmensa suerte de ver el cambio del bosque al ritmo de la estaciones, es un privilegio maravilloso». Uno, deja claro, en el que tienen mucho que ver los dos grandes ríos que atraviesan el territorio, el Tajo y el Guadiana, sus afluentes y las múltiples gargantas que nacen en las montañas. «Son auténticos repartidores de vida», afirma.

«Vivir en La Vera es tener el privilegio maravilloso de ver el cambio del bosque al ritmo de la estaciones»

Con tres reservas de la biosfera y un geoparque mundial de la Unesco, Extremadura se convierte en una de las comunidades con más diversidad biológica de España: Monfragüe, la Siberia, Tajo-Tejo Internacional y el Geoparque Villuercas-Ibores-Yara.

Vivir y trabajar

María José Prieto es guía en este geoparque mundial de la Unesco, en el que se dan cita diferentes ecosistemas con motivo de su relieve apalachense, «la cordillera que se formó hace 300 millones de años», aclara María José, y que se caracteriza por estar formada por una alternancia de depresiones y elevaciones, de valles y sierras, en las que en este caso, además, se incluyen bosques de laurisilva, «más propios de lugares húmedos y cálidos con abundancia de precipitaciones, que se mantiene en esta zona en la que las lluvias son más abundantes que en otros espacios de la región».

La suma de diferentes ecosistemas marca esta zona de montaña en la que el pico más alto es el risco de la Villuerca, a 1.595 metros de altitud, «que yo tengo la inmensa suerte de ver cada mañana al despertarme desde la ventana de mi casa en Guadalupe».

En el caso de María José, no solo se trata de tener la naturaleza al alcance de la mano y disfrutar con solo mirar por la ventana de una variedad paisajística, como ocurre en realidad casi independientemente del rincón en el que se resida en esta comunidad. En el caso de esta guía del geoparque, «ese risco que veo cada mañana desde la ventana de mi casa, es mi lugar de trabajo, es mi oficina, y es una gozada, un chute de adrenalina para comenzar el día». Ya sea para realizar una ruta senderista, en cuatro por cuatro o una observación astronómica, «yo sé que cada día vuelvo a la naturaleza a trabajar y esto no tiene precio».

«Desde mi casa veo el risco de la Villuerca, que es mi lugar de trabajo y es un chute de adrenalina»

Manuel Calderón solo ha salido de La Serena para cursar durante cinco años Sociología y Trabajo Social en Salamanca. Antes de irse tenía claro que volvería a su pueblo y hoy dice con seguridad que «no me iría de aquí por nada».

Reside en Castuera, la capital de la comarca de La Serena. «Vivir aquí es, simplemente, una alegría; yo estoy muy feliz de residir en la España vaciada, algo que es posible cuando se aprende a valorar de verdad lo que tenemos», asegura.

Eso no es solo el sentido del espacio del que habla Martin Kelsey y que disfrutan los turistas que desde diferentes partes del mundo llegan hasta su casa rural. Es también la biodiversidad de una comarca que, a simple vista, cuando se mira pero no se ve, parece un paisaje desangelado. «Nada más lejos de la realidad, aquí lo que hay es una biodiversidad apabullante», deja claro Manuel Calderón, presidente de la Asociación Naturalista Amigos de la Serena.

«Estoy muy feliz de residir en la Serena, en la España vaciada, porque valoro de verdad lo que tenemos»

«Desde mi casa veo los pastizales y la estepa, pero también la zona montañosa y con grandes embalses que es la Siberia». Enormes llanos sin vegetación «que pueden mostrar esa imagen desangelada y dura de toda zona sin árboles, pero no se una visión real, porque esta zona es precisamente rica en aves, con una densidad solo superada por las marismas del Guadalquivir», aclara. Una avifauna única amoldada a un paisaje cuyo color cambia al ritmo de las estaciones «y que aprecian quienes viven rodeados solo de verde y sin la riqueza de aves que tenemos aquí».

Especies, asegura Manuel Calderón, que hace posible y enriquecen a la vez la biodiversidad extremeña, con un plumaje críptico con el que tratan de confundirse con un paisaje sin vegetación, como medida de protección ante sus depredadores, «pero que cuando no se ven desde arriba muestran un colorido excepcional». Avutarda, aguilucho cenizo, sisón, ganga ibérica, ganga ortega, alcaraván... «Tenemos que aprender a valorar lo que tenemos y cuidarlo más, esta zona merecería contar con más figuras de protección», resume Manuel Calderón. «Tenemos que cuidar esta riqueza única», insiste Fredy Hannemann.

Extremadura es de las comunidades que más superficie forestal relativa tienen, ocupando los montes 2.727.232 hectáreas, un 65% de su territorio. La superficie forestal arbolada ocupa casi la mitad del territorio regional, siendo la dehesa el ecosistema más abundante con más de un millón de hectáreas, más de la mitad de la superficie arbolada de la región, uno de los paraísos ecológicos mejor conservados de Europa.

Entre sus cuatro espacios naturales declarados por la Unesco y una innumerable cantidad de paisajes protegidos, Extremadura es un lugar en el que no solo es posible tener la naturaleza al alcance de la mano, sino también hacer de ella uno de los grandes atractivos turísticos. La comunidad, con variados paisajes de alto valor ecológico, social y económico, es el hogar de numerosas especies de fauna y flora fundamentales para el equilibrio natural de los ecosistemas que lo componen. Es por eso, uno de los mejores observatorios del cielo, de las aves, de especies florales y de vestigios culturales escondidos en su naturaleza. Sin olvidar el agua: 1.500 kilómetros de costa interior elevan su riqueza natural y la hacen única en Europa occidental.

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