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«Tarás, niño errante, del viento arrancado, tierra perdida, hogar desterrado». Así empieza la canción que homenajea a Tarás, el niño ucraniano que ... falleció el pasado domingo en Badajoz tras saltar desde la muralla de la Alcazaba.
Este niño de solo 13 años llegaba dos años en Badajoz donde llegó tras huir de Kiev cuando las tropas rusas invadieron su país. Su muerte ha causado un gran impacto en la ciudad, especialmente entre los que conocen a su familia y sus compañeros del instituto Castelar.
Ha habido numerosas muestras de dolor porque alguien tan joven opte por suicidarse y además con una historia personal tan dura al haber tenido que abandonar su hogar por la guerra.
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El cuerpo del menor fue incinerado este miércoles en el crematorio de Elvas. El deseo de su familia es que sus restos sean trasladados a Ucrania, pero por el momento no hay fecha para el viaje. Los trámites necesarios son complejos.
El músico pacense Pedro Monty, junto con Alfonso Calvo han creado la canción 'Tarás, niño errante' que ya ha llegado a la familia de este niño. La canción se ha elaborado con inteligencia artificial sobre un poema en el que se narra la tragedia de este pequeño.
La letra completa es la siguiente: «Tarás, niño errante, del viento arrancado, tierra perdida, hogar desterrado; Sus pies descalzos hollaron fronteras, buscando en la brisa respuestas sinceras; La guerra fue sombra, su miedo una herida, la infancia truncada, la paz destruida; Del Tabor al Calvario, un salto al abismo, el eco del llanto, el peso del mismo; Sobre las murallas la tarde doraba, pero el alma en duelo solo sollozaba; Madre y hermana, de luto abrazadas, cargando en los brazos su imagen callada; Tarás no huía de vida y fulgor, le faltaba el aire, le sobraba el dolor; En sus trece otoños de infancia truncada, la angustia ajena le fue encadenada; Qué cruel es el mundo, qué torpe el consuelo, cuando un niño se apaga, sin alas, sin vuelo; Pero hay un susurro que rompe la muerte, esperanza infinita que nunca se pierde; Tarás, niño errante, de luz traspasado, el cielo hoy canta tu nombre sagrado; Que el viento te lleve donde no hay quebranto, donde el alba es dulce y eterno su canto; Sus pies descalzos hollaron fronteras, buscando en la brisa respuestas sinceras; La guerra fue sombra, su miedo una herida, la infancia truncada, la paz destruida; Del Tabor al Calvario, un salto al abismo, el eco del llanto, el peso del mismo; Sobre las murallas la tarde doraba, pero el alma en duelo solo sollozaba; Madre y hermana, de luto abrazadas, cargando en los brazos su imagen callada; Tarás no huía de vida y fulgor, le faltaba el aire, le sobraba el dolor; En sus trece otoños de infancia truncada, la angustia ajena le fue encadenada; Qué cruel es el mundo, qué torpe el consuelo, cuando un niño se apaga, sin alas, sin vuelo; Pero hay un susurro que rompe la muerte, esperanza infinita que nunca se pierde; Tarás, niño errante, de luz traspasado, el cielo hoy canta tu nombre sagrado; Que el viento te lleve donde no hay quebranto, donde el alba es dulce y eterno su canto».
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