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En el centro de medidas judiciales Marcelo Nessi hay en torno a veinte chicos y también alguna chica. Todos han delinquido antes de cumplir los 18 años y quienes trabajan con ellos cada vez son menos optimistas de cara a su reinserción. Durante la concentración que ha tenido lugar este lunes a mediodía en la puerta de este centro de la Junta de Extremadura motivada por la muerte de una educadora social la noche antes, los profesionales que tratan a diario con ellos han descrito un panorama nada alentador de cara a la inserción de estos menores, pero sobre todo muy peligroso por la exposición que sufren trabajadores y cuidadoras sociales durante sus jornadas laborales. Quienes llevan muchos años en este trabajo han advertido que los menores son cada vez más violentos y quienes los tutelan disponen de menos recursos, tanto personales como legales.
Según Sandra Vega, una de las trabajadoras, «últimamente están entrando sobre todo Menas (menores extranjeros no acompañados) que en los centros de acogida ya han agredido a los profesionales, tanto a vigilantes como educadores y cuidadores. También vienen por agresiones sexuales entre menores y por robo o consumo (de estupefacientes. Están entrando sobre los 15 o 16 años, pero también los hay de 21 y 22 años», explica en referencia a algunos extranjeros que carecen de documentación y, según los trabajadores, afirman ser menores para que la ley sea más indulgente con ellos.
La capacidad de este centro de menores ubicado en Badajoz y que recientemente ha sido reformado es de 50 personas cumpliendo medidas –10 por módulo– y cada una de ellas tiene su cuarto individual. No hay por tanto problemas de espacio, pero sí de personal.
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Para Vega, hace falta más contundencia para reducir las agresiones que están ocurriendo últimamente en este tipo de centros. «Debería haber más seguridad –señalaba este lunes a las puertas del centro– , porque a veces los vigilantes están en huelga y tenemos solo uno o el otro está para varios módulos y en ese momento estás sola con ellos y te piensas actuar o no porque estás sola. No te puedes desplazar o decirle que se vaya a la habitación a pensar bien lo que está haciendo porque estás tú sola con un vigilante. La seguridad es primordial y las medidas disciplinarias deben ser más contundentes, que no sea solo mandarlo cinco minutos a la habitación y que luego regrese».
Por su parte, María Díaz, otra de las trabajadoras, considera urgente modificar la Ley del Menor. «No es lo mismo corregir a un menor normal y corriente que a un menor que ha cometido un delito porque estamos hablando de un delincuente. El niño se tendrá que dar cuenta de que ha cometido un delito y que esto tiene unas consecuencias, pero si estas son mínimas para que se reinserte... Yo estoy a favor de la reinserción y con uno de estos niños se reinserte ya ha merecido el trabajo nuestro.
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Otra trabajadora, Gema Ruiz, también se declaraba esta mañana partidaria de corregir las medidas disciplinarias. «Hay que corregir las medidas disciplinarias –decía– y cambiar los protocolos de actuación. No puede ser que la ley proteja a los menores cuando algunos de ellos también son delincuentes. Los protocolos tienen que ser bastante más duros», pidió este lunes.
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