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Las costureras de La Soledad hilvanan de fe la Semana Santa
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La Hermandad de la patrona de Badajoz cose sus propios trajes para los nazarenos que procesionan el jueves SantoLa máquina de coser dejó de sonar hace unos días en Casa de Hermandad de la Virgen de la Soledad, ubicada en la calle Santa ... Ana. Allí la aguja de Lole Cantero está enhebrada desde septiembre con el hilo negro que une las piezas de las túnicas que llevan los nazarenos que acompañan cada jueves Santo a la Soledad por las calles en la Semana Santa de Badajoz.
Lole, junto a una decena de camaristas y colaboradoras de la hermandad, son las encargadas durante los meses previos a la Semana Santa de cortar, confeccionar y coser los trajes de los nuevos nazarenos de la patrona.
Una tarea que ya han terminado, y que ha dejado en silencio la amplia sala de la hermandad donde ahora elaboran los capirotes de los trajes, a los que dieron las primeras puntadas aún con el calor del verano.
El olor a incienso que se respira mientras planchan las túnicas deja adivinar que los seis meses de trabajo están dando a su fin, quedan pocos días para la Semana Santa y hay que poner a punto las nuevas túnicas para entregárselas a sus dueños.
«Este año hemos hecho once trajes y varios se han quedado sin hacer porque han venido a pedirlos en el último momento y ya no daba tiempo», afirmaba Lole mientras sujetaba con varios encuadernadores de latón la malla plástica de bricolaje con la que le daba forma al capirote.
«Mis compañeras están planchando las túnicas que ya están listas para entregar, pero aún quedan los capirotes, que es lo más complicado de hacer», subrayaba contenta porque este año han hecho más trajes que el anterior.
La idea de confeccionar los trajes de los nazarenos de la hermandad surgió hace ocho años. Entonces solo había cinco costureras, pero se han ido sumando voluntarias hasta llegar a la decena que hay en la actualidad.
Hasta que en 2016 la hermandad organizó su taller de costura cada nazareno se hacía su traje. La idea surgió para facilitar y abaratar el coste de las túnicas, que a muchos le hacían costureras particulares. Por eso, Chelo Cuello, que sabe coser aunque no se dedica a esto de manera profesional, fue junto con Lole la que inició estos talleres, a los que con el tiempo se han unido más cofrades. «Aquí todas aprendemos de todas, por tanto es muy enriquecedor», asegura Chelo, que dice haber perdido la cuenta del número de trajes que han hecho en estos años.
El traje con todos sus complementos que lleva tiene un precio de 135 euros para los adultos, y 115 para los niños, que son los gastos de los materiales porque este grupo trabaja de manera altruista. «Nosotros somos voluntarias, venimos los martes y jueves dos horas y lo que hacemos es a beneficio de la hermandad. Para ayudar a los cofrades a salir de nazarenos en Semana Santa», contaba Chelo.
Además de las túnicas, las costureras de la soledad, confeccionan piezas sueltas que completan los trajes y que se pierden o se rompen con el uso y el paso del tiempo.
Para hacer los trajes lo primero es tomar las medidas, y en base a estas se corta el alba, el peto, el fajín, el capirote, el antifaz y los manguitos, que son las diferentes partes del traje. «Lo más difícil es el antifaz, por la forma que tiene. Hay que controlar muy bien las medidas para que vaya correctamente colocado y deje ver a la persona que lo lleva puesto», apunta Cuello, que después de ocho años cosiendo asegura que lo más importante no son solo los trajes que cosen, sino las amistades que forja y el trabajo en común con sus compañeras.
La costura es una de las cosas que más le gustan a Chelo, por eso ahora que está jubilada dedica más tiempo las puntadas, no solo para las necesidades de la hermandad, también hace mucha de la ropa para sus sobrinos pequeños.
Este trabajo que sacan adelante este grupo de mujeres se completa con los arreglos que hacen a los atuendos de los trajes de La Soledad, para quien también han llegado a confeccionar algunas piezas. A este grupo de mujeres le falta gente joven, que según cuenta Lole solo se animan a salir en la procesión, pero no trabajan en las cosas que requiere la hermandad.
«Lo que hacemos aquí es muy importante para hacer funcionar a una hermandad grande como esta. Tenemos mucho trabajo por delante, no solo los trajes, hay que limpiar la plata, vestir a la Virgen. Y en las oficinas están los colaboradores que organizan la procesión o limpian la plata. La gente joven sí se anima a salir a la procesión, pero a la hora de trabajar, nada», sentencia.
A sus más de 50 años Pepa Salguero ha sido de las últimas en unirse al grupo. Ella ha pasado esta última semana montando los capirotes, que tienen que ser ajustables y estar bien forrados para que no le hagan daño a los nazarenos. «Sabía coser y decidí venir para pasar las tardes acompañada. Me gusta por el compañerismo que hay, pero no debemos olvidar que aquí estamos por la Virgen», contaba Salguero.
Entre hilos, tijeras, y dedales estas costureras preparan también la Semana Santa, porque para ellas la fe va más allá de los 50 metros de tela que han necesitado para hacer los once nuevos trajes que saldrán a la calle este jueves Santo.
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