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CÁCERES.
Domingo, 26 de enero 2020, 14:12
«Se está sobrexplotando la gallina de los huevos de oro». Lo dicen algunos técnicos del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida en referencia a los conciertos que se celebran en el Teatro Romano, según recogía Efe el pasado domingo. Pablo López, Morat, Pastora Soler, Amaral, Estopa, Mónica Naranjo, Ara Malikian, Andrea Bocelli, José Luis Perales, Roger Hodgson, Julio Iglesias y el musical 'God save the queen'. 12 citas acogerá en un mes el monumento, dentro de la programación del Stone & Music Festival. Demasiadas, según estos técnicos, que basan su queja en el deterioro que estos espectáculos le ocasionan al espacio monumental inaugurado entre los años 16 y 15 antes de Cristo. «No solo daños durante las labores de montaje y desmontaje -exponían-, sino los derivados de los elevados decibelios que generan los equipos de sonido».
Al día siguiente de conocerse esta llamada de atención, el Consorcio emitió un comunicado asegurando que el respeto al patrimonio está garantizado. Y unas horas después, la dirección del Stone expresó su «perplejidad» por la denuncia. Además, Félix Palma, director científico del Consorcio, mostraba en HOY su disposición a abrir un debate sobre la conveniencia de limitar el número de conciertos. Podría ser un modo de intentar mediar en la discrepancia que hay entre las partes. Y que llega al punto de que unos afirman que hay estudios que avalan el daño que el sonido causa a las estructuras y otros niegan la existencia de esas investigaciones.
«Los técnicos -recogía Efe- señalan que estudios llevados a cabo, por ejemplo por la Escuela de Arquitectura de Sevilla, han puesto de manifiesto que mientras que los agudos atraviesan la piedra, los graves chocan y causan daños que terminarán por aparecer». ¿De qué estudio hablamos y qué dicen sus autores?
«Ni hemos hecho ningún comentario en ese sentido ni hemos emitido ningún informe con resultados que avalen eso», contesta por teléfono desde Sevilla Miguel Galindo del Pozo, uno de los expertos al frente de esa investigación. La está haciendo la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla, la financia el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad y se titula 'Patrimonio inmaterial acústico y ambiental asociado a los teatros romanos de España: recreación mediante técnicas de realidad virtual'. Se recopilará información sobre los teatros de Mérida, Medellín, Casas de Reina, Segóbriga, Itálica, Sagunto y Cartagena, entre otros.
La otra responsable de este trabajo universitario aún en desarrollo es la profesora Sara Girón Borrero, que desde el mismo despacho que su compañero añade que tal comentario «no tienen ninguna base», y aclara que la finalidad de la investigación «no es decir cómo afecta el sonido a las estructuras del Teatro, sino caracterizar su acústica natural, o sea, la que tiene el lugar en sí mismo, no la que hay durante un concierto».
Para ello, Galindo y otros investigadores pasaron dos días en la capital autonómica extremeña el pasado verano. Tomando datos para caracterizar la acústica del lugar. «Utilizamos una fuente emisora que producía sonidos durante cinco segundos», detalla Galindo, que conoce a Juan Miguel Barrigón porque es un nombre relevante a escala nacional en este ámbito. Coordinador del Laboratorio de Acústica de la Universidad de Extremadura (UEx), él afirma que «en principio, no es razonable pensar que un concierto pueda dañar las estructuras del Teatro Romano de Mérida». «Sería rarísimo que eso ocurriera», opina. «Claro que la energía sonora puede penetrar en la piedra, pero tendrían que darse unas circunstancias excepcionales», resume antes de hablar de frecuencias altas y bajas, de resonancias, vibraciones y ondas.
Juan Miguel Barrigón | UEx
Mª Mar Lozano | UEx
Una de las bases de partida para que pudiera darse ese escenario «altamente improbable» que dañara el apreciado monumento sería «la emisión de muchísima energía». Algo «difícil porque, por ejemplo, para los agudos el oído humano es muy sensible, y el público rápidamente notaría molestias», expone el profesor de la Escuela Politécnica, en el campus de Cáceres. «Y hay que tener en cuenta -continúa- que la onda sonora pierde gran parte de su energía al cambiar de medio, es decir, al pasar del aire a la piedra».
Barrigón incide en que no conoce ningún estudio científico que aborde el perjuicio del sonido sobre el patrimonio, y a título ilustrativo, comenta que «un petardo puede ser más dañino que un concierto aunque dure mucho menos, porque libera más energía». Otro ejemplo: «Un viento de 50 kilómetros por hora es una fuerza mucho mayor que la del sonido, y el impacto de las partículas que transporta el aire sobre las estructuras es más fuerte que el de la música de un concierto, y lo mismo podemos decir de los cambios de temperatura, que provocan dilataciones y contracciones de los materiales».
A la pregunta de qué daña más al Teatro Romano responde Laura Fernández Rojo en su tesis doctoral, titulada 'Conservación, rehabilitación y adaptación de los edificios para el espectáculo: teatros y cines de Extremadura'. Son 1.309 páginas, de las que algo más de medio centenar están dedicadas al Teatro Romano de Mérida.
«Los principales factores que impiden la estabilidad del monumento son el agua, el viento, agentes biológicos (entre otros, los excrementos de aves, en particular los de palomas y murciélagos) y la incompatibilidad entre los materiales originales y los nuevos, incorporados en las diferentes restauraciones».
Más tarde añade que «también inciden negativamente en el buen estado de conservación algunos técnicos encargados de los montajes para las representaciones teatrales, conciertos y demás actividades culturales que se celebran en el recinto, ya que pese a que hay una normativa para el montaje y desmontaje de la escenografía, iluminación y sonido, en ocasiones las acciones que se acometen para ello pueden degradar el yacimiento». «Por ejemplo -concreta la tesis doctoral del departamento de Artes y Ciencias del Territorio de la UEx, y que dirigió Pilar Mogollón-, hay huellas de anclajes para iluminación o escenografía en zonas no comprometidas del Teatro y no originales, pero que producen tensiones que pueden ocasionar fisuras y pérdidas de material».
La exposición de Fernández Rojo, apunta, pues, a dos motivos principales de agresión al Teatro: los factores naturales (agua, viento, aves o vegetación) y el modo de comportarse de algunos de los que le visitan, ya sea para asistir un concierto, a una representación teatral o para dar un paseo.
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