Fernando Fontán, abogado de la expareja de Emilia Chavero, se dirige a la sala de vistas. HOY

Eugenio Delgado quiso cubrir con una plancha de hormigón el lugar en el que enterró a Manuela

Las vecinas del acusado aseguran que «desde muy chiquitito empezó a hacer cosas que no eran normales» y que «su mirada era sucia»

Martes, 14 de mayo 2024, 13:39

Trazar el perfil psicológico de Eugenio Delgado. Ese es el objetivo que se han marcado este martes las acusaciones en el juicio por la muerte de Manuela Chavero, un caso que se juzga desde el lunes en la Audiencia Provincial de Badajoz.

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La primera en ... intervenir ha sido una vecina de Miajadas que se quedó tres fines de semana en la vivienda de Eugenio Delgado en Monesterio. Según ha dicho, ella tenía pareja en ese momento y ambos fueron a su casa porque su chico conocía a Eugenio.

A continuación ha relatado que después de esas estancias cortas en el año 2015, una noche, cuando ella volvía a su casa de Miajadas de trabajar en una planta de frutas (entre Miajadas y Monesterio hay una distancia de 155 kilómetros), Eugenio la abordó en la puerta. «Yo llegué a las 4 de la mañana, fui a abrir la puerta de mi casa y me lo encontré. Me agarró del brazo, como que estaba enamorado de mí, y me dijo que no me iba a dejar hasta que fuera suya. Se puso un poco alterado y yo subí y me fui».

«¿Sintió usted miedo?», le ha preguntado el abogado de la defensa. «Sentí miedo de la forma que me agarró, porque estaba un poco alterado. Hasta ese día yo no lo consideraba agresivo, nunca se había puesto de esa forma, era cariñoso», ha reconocido antes de añadir que rápidamente subió a casa, cerró la puerta y él se fue. A partir de ese día, asegura, su padre bajaba a recogerla cuando regresaba a casa.

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Esta testigo ha aportado un último detalle: uno de los fines de semana que estuvieron en casa de Eugenio ella se llevó a su hija, por lo que utilizó una cuna que, según le dijo Eugenio, era propiedad de Manuela Chavero.

El siguiente en declarar ha sido un amigo del acusado, quien ha explicado que Eugenio «llevaba mal» que las mujeres rechazaran mantener relaciones sexuales con él. También ha afirmado que creía que Eugenio «era virgen», por lo que le presentó a una amiga, quien le contó después que la relación no fue satisfactoria, dándole a entender que la había tratado como si fuese un animal.

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Este testigo ha dicho de Eugenio que era celoso y que en una ocasión encerró unos caballos propiedad de este testigo y los tuvo sin comer ni beber como castigo «porque me había echado una novia y pasaba menos tiempo con él».

«Llevaba muy mal cuando una chica no quería tener relaciones con él -añadió-. Recuerdo que una chica lo rechazó en Badajoz y él se puso a conducir de forma agresiva», añadió.

El tercer testigo que ha entrado en la sala de vistas este martes por la mañana ha sido un amigo de Eugenio, a quien ha definido con «un tío callado y normalito» que nunca había tenido pareja y que nunca le habló de haber consumido servicios de prostitución.

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Observaba a sus vecinas

Interesante ha sido también el testimonio de la nieta una la vecina de Eugenio, quien asegura que hace nueve años sospechó que entró en su casa y le robó el teléfono móvil mientras ella se duchaba. Cree que en los diez minutos que ella estuvo en la ducha aparecieron unas pisadas en la pared que separa la vivienda de Eugenio con la de su abuela, y que en la hora posterior al robo se usó ese aparato para realizar llamadas a líneas eróticas.

Esta testigo recuerda que cuando ella era pequeña Eugenio acostumbraba a observarlas desde la terraza de su casa tanto a ella como a sus primas cuando se bañaban en la piscina que había en casa de su abuela. «Desde muy chiquitito empezó a hacer cosas como que no son normales (...). Es su mirada, yo creo que su mirada dice muchas cosas. Siempre ha sido sucia, no sé cómo explicarlo»

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También se detectó en aquella época que cuando la casa de su abuela estaba cerrada, en ocasiones se realizaban llamadas a números de teléfono eróticos.

Revelador ha sido igualmente el testimonio de su hermana, quien ha contado que en el año 2015, cuando pasaba unos días en la casa de su abuela, alguien entró y le robó los 500 euros que tenía para pasar las vacaciones. También encontraron rotos el teléfono móvil de su madre y de su tía.

«No estaban las puertas de la casa forzadas. Y el acceso más rápido y directo es la medianera con la casa de Eugenio. Al día siguiente mi pareja fue a hablar con él y con su padre, y cuando estaba a punto de decir que había sido él, apareció el padre protector y le dijo a mi pareja que no, que no había sido él».

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«Al día siguiente, cuando nos íbamos, Eugenio estaba abajo con su coche y le dije: al final se averiguará. Y él me dijo: tú ten mucho cuidado, que yo tengo muchos amigos donde tú vives. Si no hubiera sido él, no me hubiera dicho esa frase».

Tras ese episodio, el muro bajo que separaba ambas viviendas fue elevado en altura, cambiaron las cerraduras y no volvieron a repetirse episodios como los que estas dos hermanas han relatado este martes. «Cuando me enteré de que había desaparecido Manuela Chavero, la primera persona que se me vino a la cabeza fue él», ha dicho la hermana que ha testificado en segundo lugar.

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Plancha de hormigón

El último testimonio en ese primer bloque de testigos lo ha aportado un hombre que asegura haber ido a una finca de Eugenio a cortar leña. Estando allí, el acusado le pidió consejo para cubrir con una plancha de hormigón un hueco excavado en la tierra que había sido tapado con ladrillos, adoquines y tierra, posiblemente utilizando una pala de tractor. Al lado, había arena.

Según ha explicado, esa zanja tenía un tamaño de metro y medio. «Me dijo que quería poner un bebedero de vacas, pero no le vi sentido en un terreno tan precioso. No era viable y le dije que no tenía tiempo».

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A este testigo le llamó la atención que en ese lugar, donde no había gallineros ni nada de interés, hubiese un zorro muerto colgado, «Colgar a un zorro muerto se hace para ahuyentar a los zorros. Eso lo hace, perdonadme la expresión, gente un poco cavernícola. Pero allí no había nada. Yo le pregunté extrañado y me dijo que había visto zorros por allí».

El fiscal le ha preguntado por la fecha en la que ocurrió ese episodio y el testigo lo ha fechado en el año 2018. De este modo trata de fijar la fecha en la que el procesado habría tratado de cubrir de forma definitiva el lugar en el que después apareció Manuela Chavero.

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