![¿Verde Navidad?](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/201912/15/media/cortadas/145054790--1248x1550.jpg)
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INÉS GALLASTEGUI
Lunes, 16 de diciembre 2019, 10:52
Hace dos semanas que el Parlamento Europeo declaró la emergencia climática y apenas 48 horas desde que la Cumbre Mundial del Clima se clausuró en Madrid con un ultimátum: el punto de no retorno para la supervivencia de la Tierra tal como la conocemos está muy cerca. Pero aquí estamos, inmersos hasta el cuello en una orgía del consumo nefasta para el planeta. Como si, literalmente, no hubiera un mañana. En Navidad se disparan todos los factores que contribuyen al calentamiento global y la contaminación del medio ambiente: el derroche de electricidad, con el despendole de la iluminación callejera; el desperdicio de alimentos tras los pantagruélicos banquetes de las fechas señaladas; el uso frenético del coche o el avión con motivo de los viajes de vacaciones; la compra compulsiva de productos de obsolescencia prematura que contaminan antes, durante y después de su vida útil; y la producción de ingentes cantidades de residuos de plástico y papel para llevar y envolver los regalos. Para las organizaciones ecologistas y de consumidores, ha llegado el momento de pararse y reflexionar si realmente queremos, como sociedad, esta bacanal destructiva e insostenible. Una Navidad más verde, aseguran, es posible.
«De todo, menos», resume Ángel Encinas, portavoz de Ecologistas en Acción. Menos de todo lo que suponga generación extra de CO2: energía, productos y servicios. Y más tiempo para el encuentro con los seres queridos, los paseos por la naturaleza, los besos y los abrazos, añade Encinas, que recomienda 'regalarnos' un vistazo a la página 'footprintcalculator' u otra similar para determinar nuestra huella ecológica, es decir, cuánto contribuimos al desastre ambiental y climático con nuestas actividades y hábitos de consumo.
Cuanto menos gastamos, más cuidamos el planeta, porque fabricar, transportar, envolver y desechar objetos o alimentos precisa energía y produce dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. Y estos días gastamos mucho: somos el segundo país europeo con un mayor presupuesto de gasto navideño, solo por detrás de Reino Unido, según el estudio que realiza anualmente la consultora Deloitte. De acuerdo con su encuesta, cada español desembolsará este año 554 euros en gastos directamente relacionados con las navidades: regalos, comida y bebida para las celebraciones familiares, reuniones con amigos o de empresa, adornos y luces para la casa, ropa de fiesta o viajes. El sondeo del portal Statista sitúa esa cifra en 612 euros. Demasiado, en cualquier caso, en un país donde el sueldo medio ronda los 1.600 euros netos mensuales, porque ese desembolso se chupará muchas pagas extras o, aún peor, lo pagaremos en incómodos plazos hasta bien entrado 2020.
Albert Vinyals | Psicólogo
Jordi Castilla | FACUA
Hace mucho, mucho tiempo, la Navidad era una celebración familiar y hace aún más, una conmemoración religiosa. Hoy es fundamentalmente una fiesta del consumo: en estas fechas, comprar es casi una obligación, incluso aunque no se pueda, o no se deba. «Si uno recuerda las navidades de hace unos años, no eran tan consumistas: se compraba para Reyes y punto -subraya Javier Garcés, psicólogo y presidente de la Asociación de Estudios Psicológicos y Sociales-. El marketing y las grandes superficies han instrumentalizado esas emociones».
Uno de los cambios más llamativos es, a su juicio, la prolongación de las fiestas, que antes comenzaban el día de la lotería, 22 de diciembre, y terminaban en Reyes. Ahora la decoración ya está lista en noviembre y buena parte de las compras se adelanta al Black Friday. «La falacia está en pensar que por comprar antes se ahorra; en realidad, cuantos más días navideños hay, más se gasta. Hay más comidas, más reuniones de empresa o de amigos, más fechas para salir -antes todo era en casa menos la Nochevieja- y ya hay dos momentos para regalar, Nochebuena y Reyes», subraya Garcés.
«No podemos vivir en una burbuja y obviar las circunstancias de la sociedad, pero sería razonable encontrar un punto de equilibrio», apuesta Jordi Castilla, miembro del departamento jurídico de FACUA-Consumidores en Acción. Su consejo: determinar qué necesitamos de verdad, establecer un presupuesto y aferrarnos a él.
554 euros es la cantidad media que gastará cada español con motivo de las fiestas navideñas este año, según el estudio realizado por la consultora Deloitte. Es un 2,4% más que el año pasado. De esa cantidad, 238 euros se destinarán a regalos, 173 a comida, 64 a viajes y 79 a ocio. Eso sitúa a los consumidores españoles a la cabeza de Europa, solo por detrás del Reino Unido.
190 euros por niño es el gasto medio en juguetes en las familias españolas, según datos de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes.
28% del gasto en Navidad se realiza en compras online, según Deloitte. Es un consumo más impulsivo que el que se realiza en tiendas físicas, donde el comprador tiene tiempo de arrepentirse.
En estas fechas las llamadas a la moderación son un clamor en el desierto. Los anuncios, los villancicos, los adornos en las calles y los centros comerciales, las luces nocturnas... todo incita a cumplir el ritual. «El ambiente navideño nos recuerda que tenemos que hacer 'cosas de Navidad'; la decoración es más fina que carteles donde ponga 'compra, compra, compra'. Pero además a mucha gente le induce felicidad, buen humor. Cuando compramos, no cubrimos una necesidad, sino un deseo», advierte Albert Vinyals, especialista en Psicología del Consumo y profesor de la Escuela Superior de Comercio y Distribución de Barcelona.
Así acabamos sustituyendo los abrazos, los 'te quiero', por regalos materiales. «Estamos tan sobreequipados que los regalos ya no nos hacen felices -recuerda Vinyals, autor del libro 'El consumidor tarado'-. La solución más evidente es regalar una experiencia: un fin de semana toda la familia, o ir a ver juntos una obra de teatro».
La vorágine de espumillón, villancicos e imágenes entrañables de los centros comerciales estimula el deseo de comprar, pero en las tiendas físicas aún hay ciertos frenos al derroche. «La venta online funciona por la impulsividad; poner cosas en el carrito es como un juego, se hace en un segundo y el comprador es menos consciente del gasto, no tiene tiempo de pensarlo mejor mientras va a la caja o hace cola», explica Vinyals. Las adquisiciones online ya representan el 28% del total de las transacciones en estas fiestas.
En España, recuerda el psicólogo, se mantienen los niveles de consumo navideño anteriores a la crisis, pero con dos particularidades: por un lado, han caído los márgenes de beneficio de los comerciantes, arrastrados por los descuentos espectaculares y, por otro, compramos cosas más baratas y de peor calidad, cosas 'low cost' que serán reemplazadas mucho más rápido y generarán grandes cantidades de residuos difíciles de recuperar.
Su colega Javier Garcés constata un fenómeno nuevo: cada vez hay más personas a las que la Navidad deprime porque la experimentan como una sucesión agobiante de rituales sociales y de consumo. «Aparte de prever los gastos y de no endeudarse, aconsejo a todo el mundo no vivir estas fechas como una imposición, ser libres de coger lo que quieran de las navidades y dejar lo que no quieran, y por supuesto no sentirse obligados a realizar ninguno de los gastos que se dan por hechos», sugiere.
Los mercados tradicionales de adornos artesanales y productos locales no son los únicos aliados en el propósito de hacer unas navidades más sostenibles. Internet viene en auxilio de los luchadores por el clima. Es fácil encontrar fotos de ejemplo en Pinterest o Instagram o vídeos con tutoriales para elaborar adornos navideños reciclando residuos. En la red hay plataformas de trueque o adquisición de ropa de fiesta de segunda mano y grupos de consumo de agricultura y ganadería ecológica o sitios de productores de proximidad y de fabricantes de dulces y conservas artesanales. Existen webs comerciales especializadas en juguetes para niños y regalos para adultos con certificado de sostenibilidad sobre el origen de las materias primas o el proceso de fabricación. Sin olvidar la posibilidad de realizar los tradicionales desplazamientos navideños con menos impacto compartiendo coche con otros pasajeros. «Hemos sobrepasado todos los límites de la sostenibilidad», advierte Ángel Encinas.
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